Punto final

Damián, el jefe de la vieja guardia

Juan José Lahuerta

En el otro fútbol, el que a veces no se ve, pero que es muy importante, siempre gana Damián Suárez. Por algo llaman el «Zorro» al defensa uruguayo del Getafe. Se las sabe todas después de mil batallas a sus espaldas y ante el Barcelona ejerció más que nunca como el jefe de un grupo que consiguió desquiciar a casi todos los jugadores del conjunto azulgrana.

«Normal que la gente no quiera ver fútbol. Esto no ha sido un partido», sentenció Xavi Hernández en rueda de prensa después de empatar por tercer año consecutivo 0-0 en el Coliseum Alfonso Pérez. El técnico del Barcelona acabó desesperado un choque que Damián llevó a su terreno junto a un grupo de colaboradores dirigidos desde el banquillo por José Bordalás.

El entrenador del Getafe fue consciente de que al Barcelona no le podía ganar con florituras. Con una plantilla a medio hacer, con lesionados importantes (Mauro Arambarri, Luis Milla y Enes Ünal), con salidas inesperadas de última hora (Sergi Altimira) y con jugadores clave que no pudieron ser inscritos en LaLiga (Omar Alderete), tuvo que contrarrestar a su rival desde el conservadurismo, la pelea y la intensidad.

Y en esos baremos, quien mejor se mueve es Damián Suárez. El «Zorro» dio una lección digna de estudio de cómo desquiciar a un rival. Desde Barcelona, su actitud fue muy criticada durante los casi 115 minutos que duró el encuentro con el tiempo añadido incluido. Simplemente, fue lo que vulgarmente se denomina una «mosca cojonera».

Sin embargo, Damián, en esta ocasión, tal vez voló y picoteó pasado de revoluciones. Pisó demasiado el acelerador y no vio una tarjeta amarilla hasta el minuto 82 para sorpresa de sus rivales, que, desesperados, vieron cómo el uruguayo, una y otra vez, sacaba a pasear el brazo cuando el balón no estaba en juego.

El primero en sufrir a Damián fue Robert Lewandowski, que desde el principio del choque comprobó de primera mano la dureza y la picaresca del uruguayo. En la primera parte, se llevó dos manotazos en diferentes jugadas que para el árbitro César Soto Grado y para el VAR no fueron nada.

Damián se estrenó con el polaco a los siete minutos, con un golpe en la cara del que se fue de rositas. En el 14, Lewandowski, otra vez, acabó en el suelo con otro golpe del uruguayo. A Damián, se le unió poco después Stefan Mitrovic, que también dejó un recado al delantero polaco, a quien sacaron del partido con ese otro fútbol que tan bien maneja Damián.

Y es que, Damián procura atacar cuando el árbitro no puede verle y de tal manera que a ojos del VAR sus acciones no son lo suficientemente graves como para llamar a los árbitros. Y lo hace muy bien. Tan bien, que casi siempre se va sin sanción cuando «acaricia» a sus rivales. Hasta Ilkai Gündogan, que acabó en el suelo tras recibir un golpe en la boca del estómago, comprobó de primera mano las artes del jugador charrúa.

Y así, consiguió que poco a poco el estado de ánimo de los jugadores del Barcelona se fuera calentando hasta la explosión final. Raphinha, que también fue víctima de una entrada de Mitrovic y que tuvo un enganchón con Aleñá, no pudo más y desquiciado propinó un golpe sin balón a Gastón Álvarez por el que vio una tarjeta roja merecida.

Damián consiguió su objetivo. El Barcelona, se atascó en el sistema impenetrable de Bordalás y se desquició con el uruguayo y con alguno de sus compañeros, casi todos de la vieja guardia del club madrileño. Mitrovic fue uno de los grandes aliados del zaguero uruguayo, pero Jaime Mata, Djené Dakonam, Nemanja Maksimovic y Carles Aleñá, que también ayudaron con su intensidad y experiencia dentro del campo.

El siguiente en caer en la trampa fue Xavi, que, como Raphinha, acabó expulsado. En su caso, en la segunda parte por protestar una posible falta de Djené sobre Abde al borde del área que no fue sancionada. Y, mientras tanto, el Getafe se había quedado con diez hombres por la segunda amarilla que vio Jaime Mata, que llegó tarde a un balón dividido y abandonó el partido.

Al final, Damián se fue del choque con una tarjeta, la que vio en el minuto 82 por, según el acta arbitral, «sujetar a un adversario de manera ostensible impidiendo su avance». De esa no se pudo escapar, cometió una infracción a ojos de todo el mundo, incluido César Soto Grado, que acabó sancionando al lateral charrúa.

Pero a Damián, esa amarilla le importó poco. Con la ayuda de la vieja guardia del Getafe, la prolongación de Bordalás en el terreno de juego, consiguió lo que quería: salió victorioso del llamado «otro fútbol» y el Getafe llevó a su terreno el partido ante el vigente campeón, que perdió todas y cada una de las batallas sobre el barro del Coliseum hasta ceder dos puntos que, quien sabe, pueden ser decisivos a final de curso.

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