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En la educación judía, el negacionismo es “el crimen absoluto”

Pierre Stambul es uno de los por desgracia demasiado escasos intelectuales judíos que critican el supremacismo, el racismo y la actitud neocolonial de la mayoría de sus congéneres

Colonos israelíes cerca de Nablús, en Cisjordania

Colonos israelíes cerca de Nablús, en Cisjordania / Europa Press

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

En la educación judía, el negacionismo es el crimen absoluto”, ha escrito Pierre Stambul para denunciar el que, según él, practican la inmensa mayoría de los ciudadanos israelíes cuando de los palestinos se trata.

El copresidente de la “Unión Judía Francesa por la Paz” es uno de los por desgracia demasiado escasos intelectuales judíos que critican el supremacismo, el racismo y la actitud neocolonial de la mayoría de sus congéneres.

Para Stambul, negar que Palestina es víctima desde hace ya décadas de crímenes de guerra y contra la humanidad, como denuncian una y otra vez las organizaciones de derechos humanos de todo el mundo, es puro negacionismo.

Stambul habla de la existencia de una guerra de carácter netamente colonial y profundamente desigual contra el pueblo palestino y afirma que no se puede en ningún caso equiparar al ocupado con el ocupante.

Los israelíes son ciudadanos consentidores de un Estado colonial como era el de Francia durante la guerra de Argelia, explica Stambul, para quien la comunidad internacional tiene también una enorme responsabilidad al armar a Israel y consentir los crímenes que continuamente comete.

¿No hemos visto ese nada tácito consentimiento estos días en el efusivo abrazo del presidente de EEUU al jefe del Gobierno israelí o en la visita, igualmente significativa, a Tel Aviv del canciller de un país que, con el pretexto de su tremenda responsabilidad en el Holocausto, se abstiene de toda crítica al Estado judío?

Por no hablar ya de la que habían realizado ya antes las presidentas de la Comunidad Europea y del Parlamento Europeo: visitas todas ellas destinadas a mostrar la total solidaridad de Occidente con el Estado israelí.

Sin que haya que olvidar tampoco la responsabilidad que en cuanto sucede lo mismo en la aprisionada Gaza que en la ocupada y troceada Cisjordania tienen también los gobiernos de algunos países árabes, a quienes, a diferencia del sentir de sus pueblos, poco parece importar la suerte de los palestinos.

Países como Marruecos, Bahréin o los Emiratos Árabes Unidos, a los que iba a sumarse también últimamente Arabia Saudí, interesados más que nada en normalizar sus relaciones con Israel y congraciarse así con Washington.

La voz de Stambul no es por suerte la única de un intelectual judío en denunciar los continuos atropellos del derecho internacional por el Estado israelí o la impunidad de la que goza gracias sobre todo a la protección de EEUU.

Hay también otras por igual importantes como las del historiador Ilan Pappé, el politólogo y escritor Norman Finkelstein, los columnistas del diario israelí “Haaretz” Gideon Levy y Amira Hass, y, por supuesto, la del más veterano de todos, el gran lingüista y activista Noam Chomsky. Merece la pena leerlos.

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