Málaga solidaria

Hacia una Bioeconomía malagueña

Llega el momento de diseñar esas redes de biorregiones, de forma cooperativa, democrática y con criterios de justicia social

Marcos Castro

Marcos Castro

En un contexto como el actual, en el que la humanidad ha traspasado ya seis de los nueve límites planetarios críticos que definen la vida tal y como hoy la conocemos, necesitamos revisar la forma en la que satisfacemos nuestras necesidades y cómo nos relacionamos con el entorno en nuestro día a día. Eso es la Economía. Ya en 1972 el Informe al Club de Roma sobre los Límites al Crecimiento avisaba de que sobre 2030 asistiríamos a un decrecimiento forzoso en el crecimiento económico como resultado de saturar la capacidad de carga del planeta.

Tradicionalmente, en Economía hemos asistido a un descuido ciertamente intencionado a la hora de evaluar los efectos que la actividad económica tiene sobre el medio ambiente y la salud de los ecosistemas en los que estamos integrados. Quizás ese ha sido el mayor problema, pensar que la Economía es un sistema independiente o incluso superior a los sistemas biofísicos, ajeno a principios como el de la entropía de la energía y de los materiales. Una Economía en la que todo recurso es perfectamente sustituible gracias al avance de una tecnología siempre al servicio del crecimiento económico. Ciertamente, somos la única especie en la Tierra que ha despreciado su conexión ecosistémica, algo que se refleja claramente en lo rápido que hemos superado los límites planetarios desde la revolución industrial, poniendo en peligro la supervivencia de muchas especies, incluida la nuestra.

Entramos por tanto en lo que desde la Ciencia se califica como «territorio inexplorado». El cambio climático no es el único ni el más grave de los límites que hemos transgredido La integridad de la biosfera, marcada por la sexta extinción masiva; los cambios en los usos del suelo, dada la creciente urbanización, roturación y deforestación; las nuevas entidades (microplásticos, productos químicos, transgénicos, etc), por ejemplo, comemos el plástico equivalente a una tarjeta de crédito a la semana; la alteración de los flujos biogeoquímicos (ciclos del carbono, nitrógeno y azufre), claves para la calidad y productividad de los suelos; o la alteración de los ciclos del agua, con un hiperconsumo hídrico que conduce, entre muchos efectos a la sobreexplotación y contaminación de acuíferos.

Ante la emergencia ecológica y climática a la que asistimos y que deja claras huellas en nuestro territorio malagueño, se convierte en una necesidad afrontar cambios estructurales en la forma en la que hacemos Economía y, en general, en la forma en la que nos relacionamos con los ecosistemas de los que interdependemos. El contexto económico ha dejado de ser un planeta vacío con abundancia de recursos, energía fósil disponible y elevada biodiversidad y calidad ecológica. Ahora, en un planeta lleno, debemos desinvertir en la Economía fósil que nos ha traído hasta aquí e invertir y promover una Economía regenerativa y ecológica que consiga satisfacer de forma justa y suficiente las necesidades ecosociales. Nuestro emprendimiento económico y social ha de adaptarse de forma realista a un contexto de energía cada vez más cara y de creciente escasez de materiales críticos, así como una menor productividad de suelos y ecosistemas, aumento de temperaturas, sequía y fenómenos climáticos.

Esta nueva y valiente Economía que denominamos Bioeconomía (siguiendo el sentido de su creador en los años setenta, el economista Georgescu Roegen), se caracteriza por reconectarse y alinearse de nuevo con la Economía de la Naturaleza, persiguiendo como fin precisamente el reconocimiento de los derechos de la naturaleza y de las generaciones futuras, promoviendo una economía dentro de los límites biofísicos compatible con la regeneración de los ecosistemas y las condiciones óptimas para una mayor biodiversidad. La Economía Circular es tan solo un primer paso en esta estrategia de economía ecológica o bioeconomía, en el sentido que permite a nuestra actividad económica minimizar las necesidades energéticas, hídricas y de materiales, aplicando las distintas «erres» con un claro interés en la primera de ellas, reducir el peso de la Economía sobre el territorio y los ecosistemas. La Economía Circular es una Economía consciente de los flujos físicos, energéticos y materiales y de su impacto sobre los ecosistemas.

Hace apenas una semana, distintos docentes, investigadores y profesionales pudimos explorar las claves de una bioeconomía que promueva no un crecimiento económico, sino una prosperidad y bienestar mutuo de comunidades y ecosistemas. Una jornada de reflexión y análisis en el Centro de Innovación Social La Noria que acogía la celebración del I Encuentro Malagueño de Empresa, Empleo y Economía Social organizado por la Asociación Arrabal-AID en colaboración con la Universidad de Málaga y el patrocinio de la Diputación Provincial de Málaga.

Entre las principales conclusiones, destacaríamos la necesidad de estandarizar los principios de la Economía Circular como ya la única Economía posible, alejándonos del olvido intencionado que se ha hecho de la Naturaleza, más allá de ser la fuente de materias primas y destino de residuos que consideraba la Economía lineal (extraer, producir, consumir y tirar). Valentín Molina, catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada, nos ilustraba con numerosos ejemplos la oportunidad de vincular Economía Circular y Economía Social para realizar emprendimiento en nuestro territorio en proyectos de recuperación de productos intermedios en nuestras ciudades, agricultura e industria.

Los siguientes pasos nos llevan a definir una Economía viable dentro de los límites biofísicos de nuestro territorio, abandonando el sueño del crecimiento ilimitado y sustituyéndolo por los criterios de Suficiencia y Relocalización. Apostar por una economía regenerativa que permita satisfacer las necesidades ecosociales de forma justa y suficiente, en base a los recursos disponibles y el mercado entre las llamadas biorregiones. Llega el momento de diseñar esas redes de biorregiones, de forma cooperativa, democrática y con criterios de justicia social. Redes generadoras de empleo y regeneradoras de los ecosistemas y de la trama de la vida tan dañada por la actual economía lineal y crecentista. Recuperemos la soberanía sobre nuestras economías y sobre nuestro futuro.

Profesor de Economía Ecológica en la Universidad de Málaga

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