MIRANDO AL ABISMO

El roscón y el tiempo

En un mundo cada vez más globalizado me gusta ver que aún hacemos la carta a los Reyes Magos y comemos roscón. Mantenemos una tradición que nos hace hacer algo a la vez a casi todos los españoles y eso tiene su encanto

María Gaitán

María Gaitán

La única de las celebraciones navideñas que me gusta es la Noche de Reyes. Tal vez sea porque esa noche empieza meses antes, cuando comienzas a pensar qué podían traer sus majestades de Oriente a la gente a la que quieres. Empiezas a buscar por todas las tiendas que se te ocurren, haces la lista de qué cosas son para quién, y en algunos casos los Reyes te solicitan que escondas los regalos hasta la noche del día cinco. Pero, además de todo lo anterior, está el roscón de Reyes. Solo se come tres días al año, tiene esa regularidad propia de algunos eventos astronómicos y se espera su llegada como si del cometa Halley se tratase.

En un mundo cada vez más globalizado me gusta ver que aún hacemos la carta a los Reyes Magos y comemos roscón. Mantenemos una tradición que nos hace hacer algo a la vez a casi todos los españoles y eso tiene su encanto. Los españoles nos resistimos a abandonar del todo nuestra cultura, ya se sabe que somos anárquicos, rebeldes e ingobernables. Todavía la noche de Reyes tiene para mí algo fascinante que no consigo ubicar. Me gusta la alegría infantil en las cabalgatas que, repartidas por nuestros pueblos y barrios, llenan de dicha y caramelos a los niños. Me gusta que todos los españoles hayamos sido capaces de ponernos de acuerdo para mantener esa noche intacta para los más pequeños.

Aunque el Año Nuevo empieza el día uno a mí no me parece un nuevo año hasta que como roscón. El roscón reinicia el tiempo, nos hace conscientes del nuevo año y que sus días han empezado a correr. Aún así, hay algo de atemporal en el roscón, como si el tiempo se parase hasta después de que te lo acabes, como una tregua entre el año nuevo y los hombres.

Ya apunté que 2023 no había sido un buen año, quizá por eso espero que cuando recoja el roscón en la panadería de María, como hago desde los siete años, el tiempo me dé esa tregua, esos tres días antes del inicio de un nuevo año. Espero que mientras yo quito de la cubierta del roscón la fruta escarchada y el tiempo esté parado, el 2024 tenga un inicio menos incierto, menos sombrío, más llano.

Sólo espero que en este día de reiniciar el tiempo, de empezar de facto el año, los Reyes hayan pasado por vuestras casas y nuestra tradición de parar el tiempo resista otro año más.