Opinión | La bodeguilla

Maldonado, el político ‘girauta’ de la costa del sol

Juan Carlos Maldonado, cuando apoyó en el Pleno de Mijas la moción de censura.

Juan Carlos Maldonado, cuando apoyó en el Pleno de Mijas la moción de censura. / Álex Zea

Hace unos días, cuando afloró la moción de censura contra el PP en Humilladero, regresó a los dimes y diretes de la política malagueña el que, con diferencia, es su ejemplar más camaleónico: Juan Carlos Maldonado. Al PSOE, que fue el primer partido que se le conoció, le faltó tiempo para usarlo como arma arrojadiza. En cuanto sus adversarios ‘populares’ defendieron la tesis de que -en el pueblo del histórico dirigente comunista Antonio Romero- los vecinos quieren que siga gobernando la lista más votada, los socialistas no dudaron en saltar desde la comarca de Antequera hasta la mismísima Costa del Sol. Y le mandaron a Patricia Navarro el recado de que no podía andar dando lecciones de moral porque su partido «había comprado cinco meses antes a un tránsfuga en Mijas».

De repente, se reabrieron las heridas de aquel Pleno del pasado 2 de noviembre, en el que el PSOE perdió su alcaldía más influyente y se quedó sin su único ayuntamiento en las ciudades del litoral de la provincia. Se puede, incluso, decir que se lo quitó el mismo que se lo había ‘regalado’ hasta en dos ocasiones. En 2019, cuando se negó a cumplir el pacto con el PP y su vara de mando como exregidor de Ciudadanos se la traspasó a última hora al socialista Josele González. Y en junio de 2023, cuando al ser la ‘llave’ ya con un acta de Por Mi Pueblo desobedeció al tercer partido de su vida y evitó otra vez que su tantas veces ‘enemigo íntimo’ del PP mijeño, Ángel Nozal, volviese a ostentar el máximo poder municipal.

Lo llamativo es que, para convertir en alcaldesa de Mijas a quien había sido la número 6 de la lista del PP Ana Mata, Maldonado se olvidó de su perfil progresista de antaño y ‘pasó a la historia’ al facilitar el primer Gobierno municipal de la provincia que tiene entre sus miembros a concejales de Vox. Maldonado se subió al carro del pacto entre los populares y el partido de Santiago Abascal y lo hizo cuidando los detalles. Se mimetizó con sus compañeros de viaje y justificó su radical cambio de bando -en el otro apoyaba al PSOE y Ciudadanos- envolviéndose en la bandera de la unidad de España y de las protestas contra la ley de amnistía para los catalanes.

En el PSOE dolió especialmente una «traición» que evidenció la débil cosecha adquirida por el proyecto de Dani Pérez en el 28M malagueño. Lo convirtieron en concejal no adscrito y aún así no evitaron su protagonismo en el nuevo gobierno tripartito. Tan abrazado lo ven al PP y a Vox que en los mentideros mijeños no se descarta que, en legislaturas venideras, siga en la órbita de los populares. Ya sea en las listas o con algún acomodo como el que se le hizo en la Diputación para agradecerle los favores prestados a otro ex de Cs, Juan Cassá. Los que habían sido compañeros de Maldonado en las filas liberales tampoco se mordieron la lengua y proclamaron que con esta moción de censura él había puesto por delante «su egocentrismo y sus finanzas domésticas».

Aquel fue un episodio con el que, al entablar una alianza con el PP y Vox, brotó una metamorfosis que nada tiene que envidiarle al póker de siglas materializado por Juan Carlos Girauta al ficha por Vox (tras pertenecer al PSOE, el PP y Cs). A estas alturas, Maldonado se ha ganado a pulso el título de ‘político Girauta de la Costa del Sol’. Su historial lo certifica. Por ejemplo, en el otoño de 2014 le disputó las primarias del PSOE para ser el candidato a la alcaldía de Mijas a Fuensanta Lima. Al no lograrlo, se afilió a Cs y unos meses después, en el epílogo de la primavera de 2015, se convirtió en el alcalde de Mijas, pese a que los naranjas habían sido la tercera fuerza y sólo tenían cinco de los 25 ediles. En la legislatura siguiente, Maldonado llegó a simultanear la condición de vicepresidente primero de la Diputación junto al PP con la de teniente de alcalde en Mijas del brazo del PSOE. Y estuvo bebiendo del cáliz de ese cóctel hasta que el día de su 51 cumpleaños anunció que se iba de Cs. Fue cesado de sendos cargos y preparó como no adscrito su aterrizaje en Por Mi Pueblo. Poco después, tuvo otra vez al PSOE y al PP comiendo de su mano. Así es la vida del tránsfuga. La política...