Tenía 18 cuando cometió un error que le costó muy caro. Ahora cuenta con 28 años, pareja y trabajo. Sería un joven normal si no fuera porque en 2014 debió entrar en prisión para pasar un lustro entre rejas por un robo con violencia. Sus iniciales son R. G. G. y su cambio personal ha sido el milagro que Jesús El Rico ha hecho en esta Semana Santa, un proceso que culminó oficialmente ayer, cuando la imagen del Nazareno bendijo en la plaza del Obispo al reo.

El caso del joven es paradigmático del funcionamiento de la justicia puesto que entró a cumplir la condena casi ocho años después de cometer el delito, cuando ya El Rico le había hecho cambiar y le abrió nuevos horizontes lejos de la delincuencia. «Quiero pasar página, ha sido un proceso muy duro, llevo mucho tiempo esperando este momento, hemos cumplido el trámite. Mi familia está muy contenta, no se esperaba este momento», precisó el Sábado de Pasión, momento en el que se hizo la rueda de prensa anunciando su liberación. Por cierto, cuando se enteró del indulto, se sorprendió pero aseguró que iba a culminar la procesión.

Pero el desfile de El Rico, aunque tiene como evidente punto álgido la bendición del reo, posee mil y un matices que brillan por sí mismos y que hacen las delicias de todos los cofrades, porque el Miércoles Santo es también un día grande para la Victoria.

Miles de personas se agolpaban ayer ante las puertas de la casa hermandad de El Rico. La Banda de la Vera+Cruz de Almogía abría la procesión con Bendita liberación y se incorporaba, liderando la sección de nazarenos del Señor, desde la plaza de la Merced, lo que da un magnífico espacio de maniobra a los tronos.

En la casa hermandad, un antiguo hermano conocido como El Canelita, que lleva décadas dedicándose a acicalar y mantener en perfecto estado el trono del Jesús Nazareno, fue el encargado de dar las campanadas iniciales. Todo un honor. Seguro que El Rico se acuerde de un colaborador tan fiel que, por cierto, se emocionó mucho.

La curva que describió el trono fue perfecta, inmaculada casi, saliendo desde su sede y embocando Alcazabilla mientras la saetera Amara Tempa le cantaba «Tú eres el rey». El trono se mece lentamente al toque de tambor mientras la voz de Tempa se va apagando.

Este año El Rico ha estrenado treinta túnicas en cada sección y sus respectivas capas.

Luego, la Virgen del Amor se coloca en buena posición de salida. De nuevo, la curva magnífica, sencilla, meciendo con dulzura, y con otra saeta que arranca oles, aplausos y vivas. «Cuando vas de procesión échale tu bendición a toda tu cofradía y al barrio de la Victoria», entona la artista, cuando el repiqueteo del tambor vuelve a hacerse suave y toda la procesión se dirige a la plaza del Obispo para ver, otro año más, un nuevo milagro de El Rico.