Si una cofradía decide suspender la salida, lo único que espera es que el agua, al menos, le dé la razón. Ya que los pronósticos del tiempo desaconsejan poner la procesión en la calle, por lo menos que llueva, cuanto más mejor. Es una sensación extraña pero que reconforta, que reafirma que, sin lugar a dudas, no cabía otra posibilidad. Y eso le pasó ayer a la Cena. La cofradía tenía que iniciar su procesión a las 17.00 horas. Tras varias reuniones de la permanente, se decidió retrasar la salida en 30 minutos... y ni siquiera hizo falta, porque sólo un cuarto de hora después llegó la tormenta que estaba barriendo todo el litoral. Hasta se escuchaban truenos. No es que se haga más dulce el mal trago, pero...

El único sol del Jueves Santo, el trono del Cristo de la Cena, se quedó encerrado. No quiso salir sin estar terminado del todo. Mejor que no lo hiciera. El esfuerzo de la cofradía ha sido muy importante para restaurarlo en sólo un año, como para exponerlo a las inclemencias meteorológicas. Se han terminado de tallar las partes que dejó lisas Guzmán Bejarano y se ha dorado. También se estrenaba la cartela central en la que aparece un ángel custodio de un realce imposible. Quedan el resto de escenas y el moldurón inferior, aunque fue dispuesto uno provisional, a base de galones de tela, que bien pudiera pasar por definitivo. Y lucía como nuevo en el interior del salón de tronos. Habrá que esperar al año que viene para verlo lucir en la calle. Pero ya queda menos para hacerlo.

El exorno floral era exquisito, con rosas burdeos, racimos de uvas y espigas de trigo para evidenciar el carácter sacramental de la corporación y de la escena representada en el trono: la culminación del Amor fraterno, un instante que dura toda la eternidad.

Y el Señor lucía nueva impronta, con una túnica blanca y mantolín rojo, ambas piezas bordadas en oro por Sebastián Marchante, autor también del nuevo mantel del cenáculo.

La Virgen de la Paz, con motivo del 40 aniversario de su bendición, que fue en la iglesia del Carmen, lucía este Jueves Santo una toca de la Virgen del Gran Poder y una estrella de la del Carmen Coronada, en el pecho. Y en las Marías, las velas más próximas a la Señora, iban inscritos los nombres de los 19 niños bielorrusos acogidos este pasado verano en casas de hermanos de la corporación. Una labor que ha completado la dimensión de la cofradía como lo que es: una cofradía.

Las flores combinaban distintas especies en blanco y rosa, dispuestas con gusto en piñas cónicas tanto en el lateral como en el frontal, en pequeñas jarras y en las jardineras.

Delicadas mecidas

Confirmada la decisión de no salir, anunciada a los hombres de trono y los nazarenos, que aguardaban en Turismo Andaluz, se levantaron los tronos, que se mecieron con mucho cariño, de forma muy delicada. Sin tambor. Sin música. Vítores, lágrimas y lluvia, mucha lluvia en el exterior. El viento había cambiado hasta las previsiones, que eran optimistas... Las puertas permanecieron abiertas hasta las 00.30 horas. Se acercaron multitud de cofrades.