Jueves Santo

Esperanza: entrelazar las épocas

El autor de ‘El alma de la madera’, el catedrático de Historia del Arte de la UMA Juan Antonio Sánchez López, detalla el proceso de renovación del trono de la Virgen de la Esperanza. Este proyecto supuso mantener con nueva policromía y estofado las imágenes de las tres capillas principales, obra del malagueño Adrián Risueño y también incorporar las miniaturas de santos vinculados con Málaga y la hermandad, encargados al escultor pacense y experto miniaturista Manuel Carmona.

Santa Teresa, de Adrián Risueño, junto a San Ciriaco y Santa Paula, de Manuel Carmona.

Santa Teresa, de Adrián Risueño, junto a San Ciriaco y Santa Paula, de Manuel Carmona. / Eduardo Nieto

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El trono de María Santísima de la Esperanza tiene detrás un trabajo de talla «espectacular», apunta Juan Antonio Sánchez López, catedrático de Historia del Arte de la UMA, «pero la imaginería complementaria era de baja calidad y en el caso de obras monumentales como esta, lo que se hizo al igual que en el trono del Nazareno fue sustituir parte del programa iconográfico, perdurando sólo aquellos elementos de mejor calidad».

El nuevo encargo se adjudicó al pacense Manuel Carmona, «quizás el miniaturista más destacado porque es el único vivo», con respecto a lo que Juan Antonio Sánchez López considera el gran trío de miniaturistas de la Semana Santa andaluza, formado por Francisco Buiza, Carlos Valle y Rafael Barbero. «Manuel Carmona ha sabido llenar este vacío», destaca. 

Como apunta el profesor, el imaginero extremeño, natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz), tiene en Málaga misterios completos como el de Salesianos, pero «siempre ha sido más reconocido como miniaturista que como escultor de gran formato pese a contar en este campo con piezas muy interesantes». 

El trono de la Virgen de la Esperanza, por la Alameda, en la Semana Santa de 2001.

El trono de la Virgen de la Esperanza, por la Alameda, en la Semana Santa de 2001. / Carlos Criado

En el caso del trono de la Virgen de la Esperanza, ejecutado entre 1943-1949, resaltan tres artistas, en primer lugar Andrés Cabello, encargado de la talla ornamental y algunas labores de imaginería; el malagueño Adrián Risueño se ocupó del diseño, dirección artística y escultura del trono y de la dirección artística del proyecto y también colaboró el pintor y cartelista Luis Ramos Rosa con la policromía. 

El programa de Adrián Risueño

En este estado inicial, el programa iconográfico proyecta en primer lugar una capilla frontal con la figura de Santa Teresa y es llamativo porque la santa de Ávila no tiene «ninguna vinculación histórica con la cofradía». Se trata en realidad de un gesto de agradecimiento, pues el trono anterior, obra de Luis de Vicente, fue destruido durante la quema de iglesias y conventos de 1931 -al igual que el trono del Nazareno del Paso, también del mismo autor- «y Santa Teresa es la patrona del Cuerpo de Intendencia del Ejército, bajo cuyo mecenazgo se consigue recuperar el trono; es en toda regla un homenaje a ese patrocinio», precisa el catedrático. 

Por otra parte, las capillas laterales están presididas por dos de las tres virtudes teologales, la Fe y la Caridad. «Alguien se puede preguntar dónde está la Esperanza, en este caso está simbolizada en la propia imagen de la Virgen, que con la Fe y la Caridad configura un triángulo compositivo y teológico», remarca. El profesor aclara que «conceptualmente hablando la Virgen es la Esperanza en sentido total y rotundo, porque gracias a ella fue posible la encarnación de Cristo, que fue la esperanza del mundo y su salvación; la advocación de la Esperanza está en directa relación con el misterio de la Encarnación, un misterio cristológico cuya directa consecuencia viene a ser la advocación de la Esperanza que presenta a María como tabernáculo vivo del Verbo». 

Alegoría de la Fe, en una de las capillas laterales.

Alegoría de la Fe, en una de las capillas laterales. / Eduardo Nieto

Las figuras de Santa Teresa, la Fe y la Caridad son obra de Adrián Risueño. El resto del programa se vertebraba con unas figuras a escala menor de los apóstoles y otros personajes, distribuidas en pequeñas capillas a lo largo del cajillo «y en los planos intermedios, unos relieves del Vía Crucis que aún continúan». 

Juan Antonio Sánchez López ya comentó el Martes Santo, al hablar del programa iconográfico del trono de la Virgen del Rocío que, a su juicio, la única obra estimable del malagueño es el Niño Jesús que acompaña a la Virgen de la Victoria por su criterio integrador e historicista con la imagen referida.

Sustitución de piezas

Por eso señala que, como las tallas que Adrián Risueño realizó para el trono de la Esperanza «son de escasa calidad y siendo la cofradía consciente de ello, acomete una reforma del programa escultórico que incluye también la sustitución de piezas». De esta manera, la archicofradía ha eliminado las figuras primitivas de las hornacinas perimetrales aunque mantiene las imágenes de las tres capillas principales. De la factura de estas últimas comenta el catedrático que «generalmente están bien compuestas y son efectistas -sobre todo las Virtudes-, y cumplen dignamente con su cometido aunque son algo toscas, que es lo propio de su estilo». 

Alegoría de la Caridad, en la otra capilla lateral.

Alegoría de la Caridad, en la otra capilla lateral. / Eduardo Nieto

Al mantenerlas, eso sí, «han ganado mucho y parecen de ‘mejor familia’» gracias a una nueva policromía y estofado, por lo que entiende que la Esperanza viera interesante conservarlas. 

Los que se mantienen, pero solo de momento, son los relieves del Vía Crucis de Andrés Cabello, que en su opinión carecen de valor artístico «y no han sido sustituidos porque no ha habido oportunidad, pero creo que también se acometerá en un momento dado».

Al reemplazar las piezas originales del cajillo se determina «hacer unas figuras de calidad, aunque el discurso será algo distinto, potenciando el elenco de santos que guardan relación con Málaga y con la historia de la hermandad». De esta manera, por ejemplo, aparecen en el frontal acompañando a Santa Teresa los Patronos de Málaga San Ciriaco y Santa Paula. También despunta Santo Domingo y en un lateral San Carlos Borromeo, en referencia a la sede canónica fundacional, cuyo nombre completo es la Iglesia de San Carlos y Santo Domingo. 

Además se incorpora una Magdalena penitente, en recuerdo de una hermandad de los hortelanos, en Santo Domingo, que tenía como titular a María Magdalena; la Verónica en recuerdo a la que formaba parte de la ceremonia del «Paso»; varios apóstoles y otros santos dominicos. 

Como se ha dicho, la sustitución del programa escultórico y el policromado de las imágenes supervivientes de Adrián Risueño se lo encargan a Manuel Carmona, autor además de los ángeles niños que coronan las capillas. La mejoría con respecto al discurso escultórico anterior ha sido más que notable.