Ciencia y sociedad

Es posible dirigir un país con criterios científicos y recuperar la comunicación con la ciudadanía

El profesor Francisco Sagasti presenta en Madrid la investigación sobre su presidencia de Perú, que marca un camino a seguir en la política mundial

Francisco Sagasti, en un momento de su presidencia.

Francisco Sagasti, en un momento de su presidencia. / Gobierno de Perú.

ALICIA MONTESDEOCA RIVERO Y EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE

La breve presidencia de Perú por parte del académico Francisco Sagasti ha sembrado un precedente en la gestión política global señalando que es posible dirigir un país con rigor científico, transparencia y respeto a todas las opciones políticas. Pero hace falta voluntad ciudadana para que el ejemplo cunda en la noche política humana en la que estamos instalados.

Francisco Sagasti, presidente de su país durante ocho meses y diez días, entre 2020 y 2021, era plenamente consciente de lo que decía cuando afirmó: “Perú es un país que tiene una gran responsabilidad y una gran misión”.

Llegó a la presidencia de la República de una forma completamente inesperada. En un almuerzo que habíamos compartido en 2019 en Madrid, nos comentó: “a la tierna edad de los 75 años, he decidido dedicarme a la política”.

Ninguno de los comensales podíamos imaginar que al año siguiente estaría ocupando la también llamada Casa de Pizarro o Palacio de Gobierno de Perú, como se ha dicho, “elegido por sus propios enemigos”: fue la única figura de consenso capaz de resolver un vacío de poder institucional (con siete presidentes en seis años) derivado de una crisis social, sanitaria y económica sin precedentes, y de devolver al mismo tiempo la confianza y la esperanza a la ciudadanía.

Gobernar en tiempos de crisis

Ahora nos hemos vuelto a encontrar el jueves pasado en la sede del Instituto de Empresa presentando su libro “Gobernar en tiempos de Crisis” (Planeta, Lima 2023) que, lejos de ser el relato personal de una experiencia insólita, es el resultado de un trabajo de investigación realizado al amparo del Instituto de Estudios Peruanos y del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá.

Este detalle marca lo que consideramos es lo más relevante de su experiencia presidencial: el marcado estilo científico de su gestión política, lo que no tiene mucho de extraño teniendo en cuenta que, cuando fue elegido presidente de la República, ya había dirigido el Consejo Directivo del Programa de Ciencia y Tecnología del Consejo de Ministros de Perú.

Con estas premisas, después de su salto a la política Francisco Sagasti empezó a formar parte de una nueva generación de figuras públicas que se proponen gestionar la sociedad sobre premisas basadas en la ética y en el conocimiento científico aplicado a la mejora de las condiciones de vida de las personas.

Que nosotros sepamos, no son muchas las personas que forman parte de esta nueva generación de políticos, pero Francisco Sagasti es pionero porque ha conseguido presidir un Gobierno de Transición y Emergencia con esta mentalidad, aparente indicio del alumbramiento de nuevos tiempos para la gobernanza del mundo.

Francisco Sagasti en una entrevista realizada en Lima en julio pasado.

Francisco Sagasti en una entrevista realizada en Lima en julio pasado. / EFE/ Aldair Mejia

Vectores de gobernanza

Aunque ha sido más bien una presidencia simbólica por su corta duración, la gestión presidencial de Sagasti ha tenido como uno de sus vectores la toma de decisiones basadas en datos e información confiable, lo que en el argot tecnológico se llama certezas basadas en evidencias o inferencias razonables.

Esta premisa ha requerido para su equipo de gobierno la búsqueda exhaustiva de información veraz sobre los problemas a resolver, especialmente la gestión de la pandemia de la Covid-19 que marcó su corto mandato, la cuidadosa selección de las fuentes fiables y el rodearse de un equipo de expertos de primer nivel, curtidos en la gestión del conocimiento científico en diferentes saberes, al margen de criterios partidistas o de influencias derivadas de intereses oscuros.

Visión prospectiva y global

Tampoco faltó en la gestión de su presidencia el diseño de escenarios, la exploración prospectiva de los futuros posibles, con la finalidad por una parte de estimar rigurosamente lo que podría pasar, y por otra parte de tener preparadas diferentes respuestas para las situaciones que finalmente se presentaran.

El caudal de relaciones internacionales acumulado a lo largo de su carrera académica (ingeniero industrial y Doctor en Ciencias de Sistemas Sociales, así como profesor de la Universidad del Pacífico, de la Escuela de Negocios Wharton o del Instituto de Empresa de Madrid) le ayudó también a apuntalar un equipo con un estilo de gestión completamente alejado de los parámetros dominantes en la política contemporánea, en la que las falsedades, los intereses creados, el nepotismo y las teorías conspiranoicas dominan con frecuencia el discurso y las actuaciones de los dirigentes públicos.

Transparencia y proximidad

Todo esto se tradujo en una gestión basada en la transparencia, la proximidad a la ciudadanía, el diálogo con todas las fuerzas políticas (en un país donde los partidos “funcionan como vientres de alquiler para políticos con ambiciones personales”, según se explica en el libro) y en una máxima innovadora en estos tiempos revueltos: el respeto a cualquier posición política, sin caer en descalificaciones ni en provocaciones basadas en insultos (que también los hubieron).

Su breve periodo presidencial no resolvió los problemas del país (algo que estaba completamente fuera de su alcance), pero sí evitó una crisis de gobernabilidad que parecía inevitable, así como contribuyó a enfrentar la pandemia movilizando a todos los sectores de la sociedad, y a recuperar y estabilizar la normalidad institucional, gracias al respeto a las jerarquías constitucionales y a la neutralidad política en las elecciones de los cargos públicos.

Conocimiento y experiencia

Sagasti, así lo explica en su obra, era consciente de que no había otra forma de recuperar la esperanza y la confianza de la ciudadanía que movilizar el conocimiento y la experiencia de un equipo dispuesto a ejercer la política de otra manera, con resultados tangibles: logró un clima de relativa cordialidad en el que las fricciones no impidieron alianzas fluidas y temporales para apoyar iniciativas legislativas.

La primera conclusión de su breve interregno es que es posible gobernar un país con honestidad, transparencia y rigor si se tiene presente el contexto global.

A este contexto, visto desde la perspectiva científica, Sagasti lo llama el fin de la época Baconiana, que, si bien ha conseguido aplicar con éxito los conocimientos científicos y tecnológicos a los sistemas de producción, al mismo tiempo ha causado una serie de efectos secundarios negativos visibles, tanto a nivel ambiental como en diversas áreas de la ciencia, la tecnología y la producción, tal como dejó constancia en su anterior libro Ciencia, tecnología, innovación. Políticas para América Latina (México, Fondo de Cultura Económica, 2011).

En 2016, Francisco Sagasti ya adelantaba, en esta entrevista con T21TV, las líneas maestras de su pensamiento y análisis del entorno global en el cual se desenvolvió su presidencia de Perú siete años después. Francisco Sagasti es miembro del Consejo Editorial de Tendencias21 desde 1988.

Cultura científica

Después de la gobernanza de Sagasti y su equipo, lo cierto es que Perú se ha convertido en el primer país de la era reciente que demuestra la eficacia de acometer la gestión pública con criterios científicos adaptados a las realidades del momento, y con un nuevo estilo de hacer política que recupera los principios de la Ilustración.

Gran misión

De esta forma, Perú ha cumplido la gran misión en la que pensaba Sagasti porque la experiencia de su corto mandato presidencial puede inspirar a otros países y regiones a pensar y gestionar la política sobre otras premisas más sublimes y a superar las limitaciones que nos han llevado a la mayor decadencia política de la historia de nuestra especie.

Su presidencia es un destello de luz en la noche política humana, que confirma que otro mundo es posible… si realmente nos decidimos a construirlo.

Esa voluntad es indispensable porque, después del Gobierno de Transición y Emergencia, Perú ha vuelto a la “anormalidad” previa a la crisis: sigue embarrada en las diatribas políticas que lo hicieron ingobernable y Sagasti ha pasado a la oposición reivindicando, como profeta que clama en el desierto, el recurso a la ciencia, a la transparencia y a la cordialidad para afrontar los problemas comunes.

Pero nada indica que este sea el fin de la historia. Como dijo Jaime Balmes en 1846, “la historia es una ciencia que se ocupa del pasado para iluminar el presente y orientar el futuro”.