Crítica musical

El Cervantes cierra con Il Trovatore

Una imagen del montaje de Il Trovattore.

Una imagen del montaje de Il Trovattore. / L. O.

Alejandro Fernández

Alejandro Fernández

La Temporada Lírica del Teatro Cervantes llegaba este pasado viernes a la primera de las dos funciones con la que el coliseo cierra su trigésimo tercer cartellone y lo hacía, nuevamente, de la mano del compositor de Busseto, G. Verdi con uno de los tres grandes títulos que conforman el período de galeras del músico italiano, Il Trovatore. Página que junto a Rigoletto (1832) o Traviata (1848) centran la atención de Verdi en la psicología del amor y la culpa llevando a sus protagonistas hasta los extremos.

El estreno malagueño de está última cita lírica apostó, en lo escénico, por la producción del Teatro Nacional de Croacia con una ambientación que traspasa el marco de la guerra civil entre Aragón y Cataluña para ubicarse en el marco de la guerra de independencia contra los franceses a comienzos del ochocientos y que deja espacio para centrar el foco en las pinturas negras de Goya. La nula movilidad o cambio de la escenografía a excepción de varios elementos movibles y unido a la fragilidad de la dirección escénica de A. Bernard que desaprovechó el trasfondo de la génesis escénica, sus presupuestos y tampoco convenció en el movimiento de los personajes a los que distanciaba en los momentos de mayor tensión dramática alejando así la credibilidad de la puesta en escena al término de la premier de esta última producción de clausura de la temporada. Y todo, a pesar de contar con efectivos suficientes -en este punto hay que destacar el esfuerzo interpretativo de Carlos Mesa- para plasmar alguna idea profunda que encierra el drama verdiano. En todo esto, mucho tiene que ver que se le niegue al auditorio el programa de mano impreso que ha desaparecido unilateralmente del Cervantes.

Carlos Aragón al frente de la dirección musical propiciaría una lectura de la partitura plegada al elenco solista controlando, en todo momento, el empaste, color y emisión de la Filarmónica hasta desvelar una interpretación balanceada y oscilante, bien medida y especialmente detallista en su concepción e iluminada entre los atriles de los profesores de la OFM. Notable participación, aunque nuevamente empañada por la obligatoriedad de las mascarillas, del Coro de Ópera de Málaga comandado por María del Mar Muñoz que a la participación canora del conjunto coral se uniría también parte de la desafortunada y poco propicia al canto de la figuración en escena. Destacar las cuerdas de sopranos y contraltos frente a las masculinas.

Rocío Ignacio debutaba - a pesar de la afección viral que la ha debido reservar hasta la noche de estreno- en el rol de Leonora firmando un personaje tanto canoro como interpretativo cimentado y especialmente tocado por el gusto musical que regala entre las tablas la gran soprano sevillana. Desde su entrada en escena con “Che più t’arresti” al “Oh, quant’ingiusto” del acto cuarto su evolución fue ascendente y dominada por los el brillo en las notas altas y la redondez en el plano medio. En la misma línea de inspiración se ubicó el Manrico del tenor Jorge de León, pródigo en las notas altas bien ajustadas en cuanto apoyo y emisión acerada a lo que se unirían los esfuerzos por dar veracidad en escena al personaje.

Ficha técnica

  • Lugar y fecha: Teatro Cervantes. 27 de mayo de 2022
  • G. Verdi. Il Trovatore.
  • Elenco: J. de León, R. Ignacio, C. Topciu, J. J. Rodríguez, J. A. García, L. Sánchez.
  • Dirección de escena: A. Bernard.
  • Dirección musical: Carlos Aragón.

Tras el incontestable jorobado del Rigoletto de marzo pasado, Juan Jesús Rodríguez regresaba al escenario del Cervantes como Conde de Luna en sustitución de Carlos Álvarez. J.J. Rodríguez revalidaría su especial inclinación hacia el repertorio verdiano que lo sitúan entre los grandes de la escena internacional. Su especial dominio del apoyo le permitiría fraseos ajustados con filados que hicieron creíble la oscuridad y obsesión del personaje. Notable también la participación en el trío solista de la figura de Azucena encarnada por la mezzo Carmen Topciu exquisita en el plano medio, corpórea e irresistible, y algo menos segura en las complicadas exigencias del registro agudo. Destacar también el Ferran de José Antonio García personaje sobre el que pivota parte del desarrollo dramático y las interesantes aportaciones de Laura Sánchez como Inés y el aliado de Manrico de Daniel Romero.

Suscríbete para seguir leyendo