Opinión

La cultura pasa a segunda fila

Por primera vez en la historia de la Junta de Andalucía, la Cultura no tiene consejería propia

El Museo Picasso Málaga

El Museo Picasso Málaga / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Hace unos años, titulé un artículo 'Ya sé qué es lo del turismo cultural'. Perdón por la autocita, esto fue lo que escribí entonces: «Esta temporada, una vez más, no habrá ni una sola galería malagueña en ARCO, la feria más popular de arte contemporáneo de nuestro país. ¿Cómo es posible algo así en la ciudad donde habita el arte, en la urbe de moda, la de los taytantos museos, la que ocupa el cuarto puesto en pujanza cultural del Estado (según la Fundación Contemporánea)... Pues muy sencillo: porque en Málaga no se habla de cultura, sino de turismo cultural». Estos binomios siempre se nos venden como alianzas simbióticas y bla bla bla, pero hay una manera rápida y eficaz para dilucidar qué es lo que prima en esas supuestas uniones win-win: la primera palabra es más importante que la segunda, por eso se coloca en primer lugar. O sea, que el turismo cultural es turismo, no cultura. O sea, que la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes de la flamante Junta de Andalucía de Juanma Moreno es, ante todo, first and foremost, como dicen los anglos, la Consejería de Turismo. Vamos por puntos.

  • El turismo es la actividad económica primordial de nuestra Comunidad, la industria suprema sobre la que pivotan nuestros presente y futuro, así que no puedo tener en su contra, ni mucho menos. De hecho, debería ocupar una consejería por entero, sin tener que soportar bajo su paraguas a los departamentos de escasa relevancia de turno. El verdadero problema es que, en su concepto de estructura gubernamental, Moreno, ya sin excusa de presiones externas, de necesidades de acuerdos, sostiene que la cultura es un asunto de segunda, asumible en los ratos libres de una consejería potente. Por supuesto que la Consejería de Cultura manejará un gran presupuesto y dispondrá de una amplia red de recursos humanos pero a mí, de primeras, lo que me transmite esta reorganización, esta reordenación y jerarquización de las palabras y los conceptos, es que para el presidente andaluz la cultura no está entre las cosas primeras y más importantes.

  • Como recuerdan los compañeros de 'La Voz del Sur', se trata de la primera vez desde la creación de la Junta de Andalucía que la denominación Cultura pierde presencia formal en el propio nombre de la Consejería. En 1992 se organizó una Consejería de Cultura y Medio Ambiente pero en sucesivos gobiernos se retomó el acostumbrado Consejería de Cultura, ampliado desde 2019 como de Cultura y Patrimonio Histórico. En definitiva, que la palabra cultura pasa a un segundísimo término. Lo cual sería poco más que un gesto (aunque los gestos en política, ya se sabe, son definitorios) sino fuera por el nombre del flamante consejero de Turismo, Cultura y Deportes, Arturo Bernal, un hombre vinculado hasta ahora directa y exclusivamente al turismo, que por eso es la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes en ese orden. 
  • Que no, que no me voy a olvidar de la polemiquilla. En 2018, Bernal aseguró en sus diversas redes sociales que sólo «la infumable e impresentable pantomima del cine español» le da «más pereza y hartura que los separatistas catalanes»; añadió que con la gala de los Premios Goya cada año hay que «aguantar a una cuadrilla de ingratos que viven o han vivido de las ayudas de un país al que no paran de denostar porque eso es ser progre y moderno». Como no creo que en estos cuatro años Bernal se haya empapado de la filmografía de Víctor Erice me imagino que no habrá cambiado de (lamentable, desinformada, irresponsable) opinión. Y la va a tener que mantener en 2023, durante la ceremonia de los Goya que se volverá a celebrar en Sevilla. Tendrá que acompañar «a la cuadrilla de ingratos», ser su anfitrión, soportar el peso vergonzoso de la hemeroteca: en suma, si lo hace medio qué, Arturo Bernal se lleva el Goya.  

  • Pero no nos centremos en las frases absurdas, sin argumentos, que son los huesos que muchas veces nos sueltan para que nos distraigamos de lo mollar. La cultura jamás ha ocupado espacio en los debates electorales ni en las campañas, es algo que se tiene asumido; pero es que ahora se va a instalar en la irrelevancia en los organigramas, y eso es mucho decir en una Comunidad como la andaluza que tiene a su cargo a iconos como Pablo Picasso, La Alhambra, el flamenco y mil emblemas más de primerísima magnitud mundial. Nada, a los ratos libres de la Consejería de Turismo.
  • Queda claro, por si alguien no lo sabía, que las inversiones culturales habían sido, en realidad, inversiones turísticas (quién iba a imaginarlo al levantar museos, generalmente ignorados por las poblaciones autóctonas). Ningún problema, siempre nos podemos tapar la nariz, perorar sobre el mal menor y esas cosas. La cultura no suele generar réditos palpables, tangibles (al fin y al cabo, sólo es un motor de progreso, el elemento del que se dota una sociedad para mejorarse, nada que se pueda medir) y su evaluación es complicada. Pero, al menos, habría que tener claro que si de lo que se trata ahora es de ofrecer un turismo con contenido (más pernoctaciones, más gasto), el contenido lo suministra la cultura, no lo turístico. Pues no, al subsumir Cultura en Turismo dices sin decir que la cultura pierde autonomía y se rige por la lógica de lo que va en primer lugar, el lugar importante, el turismo. Y llegará la cultura turística, la anticultura; la que, por cierto, menos atrae a los turistas, que, aunque muchos no lo crean, quieren experiencias de calado, genuinas, de cultura de verdad.
  • Así que la primera tarea, y urgente, de la Consejería de Cultura (como institución propia que ya no lo es en términos organizativos) va a ser más que desagradable: convencernos a los andaluces de que a pesar de lo que muestra el organigrama de la Junta no se va a maltratar o ignorar a la cultura como segundona en una macrocartera, que el empuje y el presupuesto serán los suficientes y debidos, apropiados y responsables, que se esté a la altura de la cultura, el patrimonio y el legado que se nos ha confiado a los andaluces. O sea, desdecir lo dicho por Juanma Moreno con su decisión. Perdónenme el pesimismo.

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