Espectáculos

'Crystal': la belleza del peligro según el Circo del Sol

La combinación de las acrobacias y el patinaje sobre hielo dejan sin aliento al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena durante las dos horas del nuevo show de la celebrada compañía circense

Ana Barranco

Ana Barranco

El Palacio de Deportes José María Martín Carpena aún se siente un poco Copa Davis desde fuera. Los camiones del aparcamiento no resueltan demasiado descriptivos de la fantansía, propia de la imaginación, que esta tarde tendrá lugar en el interior, de la mano de una chica joven de cabello rojo, Crystal, la protagonista del nuevo show del Circo del Sol.  

La ilusión por el espectáculo, a escasos 15 minutos de su inicio, se siente con la reverberación de las voces, muchas de ellas de niños y niñas, que, desde sus asientos, tratan de evitar perderse cualquier destello de la pista de hielo. Para unos ojos poco acostumbrados, en una ciudad donde el termómetro no baja de los 15 grados, el hielo, sobre el que reposan delicados árboles plateados, parece incluso de cemento. El logo dorado de la compañía canadiense se ilumina en los laterales, como un aviso de lo que se viene.

Una niña de chaquetón rosa y diadema de orejas de gato calma su constante vaivén con las palomitas que le ofrece su madre. En uno de los momentos en los que se detiene, mira a la derecha e indica a su padre un tres con los dedos: «Faltan tres minutos para que empiece». Sin previo aviso, un chico de mofletes colorados y gorro azul comienza a saludar desde la pista. «Está comprobando la temperatura del hielo», dice un hombre mientras se recoloca las gafas. 

Es entonces cuando comienza la sensación de no saber a dónde mirar. Un grupo de músicos, que se sitúan en una de las esquinas, las parejitas que comienzan a caminar por el hielo dándose calorcito, el padre y el hijo que corren o dos chicos que parece que se torean mutuamente con una especie de capote. Mientras tanto, la armonía que les guía en sus acciones es la melodía de un acordeón. Y es que, no deja de ser un día habitual en un parque helado por las nevadas del invierno.

Un momento de "Crystal"

Un momento de "Crystal" / Gregorio Marrero

«Este no es mi sitio»

Los proyectores que rodean la pista comienzan a iluminarse. Representan escenas de la vida de Crystal: «Vive en su mundo», dice una voz adulta. La protagonista, en su huida por desconectar de la realidad que le rodea y la daña, se va a patinar. El hielo se rompe mientras está ensimismada en su reflejo. 

Es entonces cuando Crystal se siente arrastrada a sus recuerdos en un sin fin de acrobacias de un elenco de patinadores, vestidos como si de copos de nieve se tratasen, que parecen imposibles incluso para la imaginación más arrolladora. 

Mientras tanto, el patinaje no deja de ser un espectáculo de belleza y delicadeza en una lucha entre la protagonista y ella misma que continúa durante las dos horas del show. El afán de Crystal por escribir y dibujar convierte el hielo en su propia pizarra y es que, como ella misma señala: «Puedo diseñar el universo a golpe de mi lápiz». Todo es posible. Mientras ella no cesa en su afán de crear, entra en escena el malabarista, cuya música de acompañamiento son los aplausos. Parece un mago o quizás un titiritero. O eso, o las pelotas flotan. Es la imaginación de la pelirroja, de nuevo, todo es posible. 

La oportunidad de cambiar aquello que la frustra, que la frena en el día a día de su vida la lleva a plantearse: «Puedo escribir mi propia alegría». En un momento tan crucial de su reflexión, no podía no sonar 'Chandelier', de la cantante australiana Sia. El trapecio se convierte en el candelabro de la protagonista. 

En un vaivén constante de patinadores y artistas, el Circo del Sol demuestra una y otra vez que saben lo que hacen. Nada está dejado al azar y desde luego los vestuarios menos aún. La infancia de Crystal se ve de colores pastel y la adolescencia de colores chillones y... ¿música irlandesa? Una melodía intensa a la que se unen la guitarra eléctrica y la batería que resuenan en todo el Martín Carpena.

Así se prepara el Circo del Sol el espectáculo Crystal que estrena en Málaga

Así se prepara el Circo del Sol el espectáculo Crystal que estrena en Málaga / Gregorio Marrero

«La ventana de mi futuro»

La segunda parte del show arranca con el inicio del proceso de aceptación de la protagonista, que ya no lucha con su reflejo, sino que trata de conocerse. Crystal asiste a una demostración de acrobacias en el hielo que, como a todo el público, la deja con una sensación de vértigo y falta de oxígeno. Y es que el elenco es capaz de transmitir una facilidad que, desde luego, es inexistente. Un juego de coordinación, guiado por las melodías de varios clarinetes, que hace pensar que los 44 artistas no hablan distintos idiomas. 

Es poco después cuando el saxofón y la máquina de escribir crean un ambiente de tensión en el que la peligrosidad es la protagonista. Todo el número hace cuestionar que apilar sillas nunca pareció requerir tanto riesgo. 

¿Cuál es su trabajo soñado, cómo podría mejorar la relación con su familia? ¿Se enamorará algún día? Las reflexiones del show del Circo del Sol no podían excluir al amor. Y que no nos engañen, el enamoramiento suena a Halo, de Beyoncé, sabe a belleza y delicadeza, se siente como las primeras caricias. O al menos eso logra transmitir el número, que no permite a los asistentes mantener su espalda sobre el respaldo de sus asientos. Y es que la casi media centena de artistas del circo ridiculizan cualquier posibilidad de tropezarse con una alcantarilla o un ladrillo levantado y caer de bruces. 

'Crystal', el espectáculo, concluye con una sola opción, la que elige la joven de cabello rojo, Crystal, la protagonista: «Quiero volver arriba, encontrar a alguien cuya mirada se cruce con la mía, no necesito marcharme para ser yo», suena por los altavoces, a lo que le sigue: «Debo seguir en pie. Lo fácil es caer, lo que cuesta es levantarse». Y es que, como canta U2 de fondo: «It’s a beautiful day».

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