Documental

'¡Dolores guapa!': reivindicar el papel de la comunidad LGTBIQ+ en la Semana Santa

Hablamos con Jesús Pascual, que dirige un documental divertido y profundo galardonado con el premio a Mejor Película de la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla, y que ahora se puede ver en Filmin.

El vídeo que dio origen al documental «¡Dolores, guapa!».

El vídeo que dio origen al documental «¡Dolores, guapa!». / juanjo villalba

Juanjo Villalba

El clasismo, la homofobia y la plumofobia de una buena parte de la población de nuestro país quedó en evidencia cuando en 2019 se viralizó un vídeo en el que unos jóvenes sevillanos vitoreaban a la Virgen de los Dolores durante una procesión de la Semana Santa de Sevilla. «¡Dolores, guapa!», «¡Reina del Martes Santo!», «¡El barrio entero pa’ ti!», gritaban emocionados. Las imágenes también le acabaron llegando a Jesús Pascual, un joven director, nacido en Alcalá de Guadaíra en 1997, y que se estaba licenciando justo en aquella época en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla.

«Lo que aparecía en las imágenes no me sorprendió en absoluto», nos explica. «Expresiones de fervor como esas son bastante habituales en Andalucía. Lo que sí llamó mi atención fueron los comentarios de muchas personas en redes sociales: ridiculizaban a los protagonistas del vídeo con comentarios crueles. Me daba la sensación de que muchas de las personas que lanzaban críticas no entendían del todo lo que estaban viendo. Incluso a mí mismo se me escapaban muchos de los códigos que estaban ahí en juego: sabía que existía la figura del mariquita capillita, pero tenía muchas preguntas al respecto, así que empecé a investigar».

Fue así como Jesús acabó arrancando el rodaje de ¡Dolores guapa!, un documental que supone un acercamiento, sensible y filmado de forma bellísima, pero a la vez directo y muy esclarecedor, a toda la cultura marica que existe hoy en día y desde hace décadas en torno a la Semana Santa de Sevilla. Intentando comprender cómo y por qué se ha ido gestando a lo largo de los años. «Para Antonio Bonilla, el productor de la película», continúa Pascual, «el tema principal siempre fue el sentimiento de pertenencia a la ciudad. A mí me atraía más explorar el modelo de homosexualidad local que existió en Andalucía hasta hace pocas décadas, cuyo rastro, considero, se conserva de forma especialmente vivo en el ámbito de las hermandades. En cualquier caso, la película habla de cuestiones que sobre todo tienen que ver con la identidad. Intenté reflejar esto desde la primera secuencia, en la que las imágenes se combinan con otro elemento fundamental en ¡Dolores guapa!: la voz, el testimonio oral».

Debido a esto, el documental se sostiene principalmente sobre sus personajes: una galería de personas pertenecientes a la comunidad LGTBIQ+ sevillana que nos relatan sus experiencias y reflexiones alrededor de la Semana Santa, la religión, Sevilla como concepto (casi podríamos decir, como state of mind), las cofradías, la actitud de la Iglesia y todas las complejas ramificaciones de todos estos temas. «Encontrar a los protagonistas fue más fácil de lo que podría pensarse», confiesa Pascual. «Nos sorprendió la cantidad de personas que estaban deseando hablar del asunto. Muchas de las cuestiones que queríamos tratar en el documental eran temas que ellos ya habían reflexionado y discutido entre amigos maricas del ámbito cofrade».

Los recuerdos de los protagonistas más mayores, especialmente de Antonio, de 88 años, conocido en su época como la Palomita de San Gil, plantean casi inevitablemente la relación que los habitantes de Sevilla habían tenido tradicionalmente con la homosexualidad. Parecería que, incluso en los oscuros tiempos del franquismo, existía cierta tolerancia hacia estas personas, algo inédito en otros lugares de nuestro país. «En el modelo local de homosexualidad vigente en la Andalucía franquista, el mariquita tenía unas funciones sociales reservadas para él», nos explica Jesús. «Esto permitió a muchas personas vivir su pluma con mayor visibilidad. Antonio cuenta que, por ejemplo, se paseaba por la ciudad en los años cincuenta con vestido y tacones, y asegura no haber sufrido nunca represalias. Al menos, él no las percibió como tal. Otra de esas funciones sociales era la de ser el chiste, divertir, entretener. También existían oficios concretos propios de mariquitas y, por supuesto, labores en el ámbito religioso-ritual mediante las que estas personas podían alcanzar cierto prestigio social». Según Pascual, la transgresión de género que encarnaba la figura del mariquita llegaba a resultar incluso necesaria para el resto de la comunidad. ¿Podemos hablar entonces de tolerancia? Sí, pero con matices y matices que, nos asegura el director, no caben en una simple respuesta. «Lo que, desde luego, no podía cruzar a la esfera pública era todo lo relativo al deseo y la sexualidad. Aunque todo el mundo imaginaba que el mariquita tenía relaciones sexuales, este tema era completamente tabú», afirma.

Devoción

Pero, ¿por qué la Semana Santa? ¿Qué ha impulsado tradicionalmente a los gais sevillanos a integrarse en las cofradías? «Era una pregunta que nosotros mismos teníamos y nadie nos daba exactamente la misma respuesta», confiesa el director. «En muchos casos, existe una fascinación estética desde la infancia que te inclina a acercarte. También es normal para la mayoría de gente de Sevilla llegar a una hermandad por tradición familiar. Luego conoces a otros como tú, de tu edad y mayores, que te sirven de referente y con los que puedes compartir esa fascinación».

Una predilección que puede adoptar razones y formas muy diversas. Unos la ven como una exaltación de la belleza; otros como una catarsis, un cuelgue colectivo sin necesidad de drogas que casi estaría relacionado con el Carnaval; otros como un teatro y otros incluso comparan la celebración con el programa de televisión RuPaul’s Drag Race. ¿Dónde queda la religión en todo esto? «¡Es que todo eso está muy ligado al sentimiento religioso!», responde Jesús. «A mí todo eso me suena a Barroco y a Contrarreforma, RuPaul incluido. En el documental, Antonio habla de las folclóricas como si fueran Vírgenes y de las Vírgenes como si fueran folclóricas. Otro de los entrevistados cuenta cómo compró para el Cristo de su hermandad la misma peluca que le vio a una amiga travesti. La religión, tal y como se vive en Sevilla y en Andalucía, incluye también toda esa fantasía. Ahora bien, no podemos dejarnos deslumbrar por lo llamativo de todos estos elementos; en ningún caso anulan todo lo reaccionario que emana de instituciones como la Iglesia. Conviene andar con pies de plomo, ponerlos siempre en cuestión».

Bachi, uno de los protagonistas del documental, afirma en un momento que «hay dos religiones, la de Roma y la de Sevilla». Para el director, esa frase, que a muchos les podría parecer una exageración, tiene todo el sentido: «A poco que entres en contacto con la forma de vivir lo religioso en Andalucía, enseguida te das cuenta de que en muchos aspectos la cosa difiere de la doctrina católica pura y dura. Le leí a Amiri Baraka que el Dios del que se habla en las canciones de los negros no es el mismo que el de las canciones de los blancos, aunque las palabras sean las mismas».

Quizá precisamente por esto, y como se deja entrever en el documental, la Iglesia mantiene una actitud ligeramente ambigua respecto a su convivencia con la comunidad LGTBIQ+ en el entorno de la Semana Santa. Dice el director: «Durante la fase de investigación, nos contaron que los arzobispos no suelen estar al tanto de los entresijos de las hermandades y su actitud con respecto a este asunto es la de pasar la mano, siempre que no haya ningún escándalo».

Aunque muchas de estas cofradías han sido, especialmente en el pasado, un refugio para los gais de Sevilla, un sitio en el que podían ser ellos mismos sin censura, sentirse útiles y queridos, e incluso ligar, hay que dejar claro que no siempre son un entorno seguro para la gente del colectivo. «Hay hermandades y hermandades, cada una con su idiosincrasia. Pero sí es cierto que algunas han supuesto históricamente un punto de encuentro para los diferentes, entre ellos los maricones», apuntan.

Suscríbete para seguir leyendo