Flamenco

Cumplir el sueño de Miguel de Molina

Antonio de Verónica y Saray Cortés estrenan martes y miércoles 'Entre dos orillas', un homenaje flamenco al coplero malagueño

Antonio de Verónica y Saray Cortés, en el Teatro Cervantes.

Antonio de Verónica y Saray Cortés, en el Teatro Cervantes. / María Matas

Rubén Román

Tras cinco años sin pisar las tablas del Teatro Cervantes, Antonio de Verónica y Saray Cortés llevaban ayer una mañana «estresante y con muchos nervios». Y es que este martes (segunda función, el miércoles) estrenan en el teatro azul 'Entre dos orillas', un homenaje a Miguel de Molina, icono malagueño de la copla y la libertad sexual en tiempos en los que siquiera soñar con ella estaba prohibido. 

En uno de los palcos que se alzan sobre las cientos de butacas azules del escenario municipal, De Verónica no es ni mucho menos una imitación, una réplica del arte de Miguel de Molina. Suenan canciones del mito, claro, pero también piezas clásicas como 'El amor brujo' y tango argentino, con pizcas de dramaturgia, con la que, dicen los bailaores, salen de su zona de confort.

«Entre dos orillas' es un espectáculo muy diferente a lo que estamos acostumbrados a hacer durante nuestra trayectoria», confiesa Antonio. La dupla se caracteriza por un flamenco tradicional muy cuidado a nivel estético, de atrezzo y de iluminación muy mimadas, elementos que aquí se mantienen pero añadiendo un más que loable propósito: «Que los jóvenes se enteren de quién es Miguel de Molina, de que es muy importante para que la tradición siga. Si ahora tenemos mucha libertad es porque otros han luchado por ella como Miguel de Molina», sentencia el flamenco.

De Molina actuó durante la Guerra Civil para las tropas republicanas y una vez instaurada la dictadura franquista, amenazado por su pasado republicano y por la represión contra las personas homosexuales, marchó al exilio en 1942. Pasó el resto de su vida en Argentina, lugar donde falleció; solo al final de su vida, ya en los años 90, fue reconocido por el gobierno español.

Luchar por ser libre

Antonio de Verónica conoció a la figura del coplero malagueño gracias a su abuela. Natural de Palma-Palmilla, el bailaor recuerda que una tarde de verano Miguel de Molina apareció en uno de los programas de 'Cine de Barrio'. Movido por la curiosidad, le preguntó a su abuela, que le relató la dura vida del cantante. «Yo me quedé fascinado, nosotros éramos forofos de la copla», dice Antonio. Él y su abuela pasaban tardes enteras escuchando copla y es por ella que Entre dos orillas es ahora una realidad. «Es un reto, una responsabilidad y le tengo un respeto muy grande», comenta Antonio sobre Miguel de Molina. En su opinión, De Molina «se sintió libre en el teatro, en el arte, en sus camisas y sus botines tan expresivos»: «Él era una persona muy libre, si tenía que salir con su camisa abierta, él la sacaba, su amaneramiento no lo escondía, eso es muy importante para que todos seamos libres y que cada uno ame a quien tenga que amar. En el arte y la cultura todos somos uno». 

Antonio de Verónica y Saray Cortés, en un momento de la función

Antonio de Verónica y Saray Cortés, en un momento de la función / La Opinión

Pese a querer dirigirse a los jóvenes para reivindicar la vida del cantante malagueño, Antonio de Verónica también quiere homenajear a los mayores. «Nuestros abuelos han amado la copla, ha sido lo más importante que hemos tenido en nuestra España. En la época de la Guerra lo que se escuchaba en la radio era la copla, utilizaban los momentitos que tenían para escuchar 'Suspiros de España'...», cuenta Antonio. 

'Entre dos orillas' tiene sus raíces en la copla pero no deja de ser flamenco, como todo lo que hacen Antonio de Verónica y Saray Cortés. Todos los temas de Molina están versionados en palo jondo: por ejemplo, La bien pagá está bailada por bulería y Ojos verdes por zambra. El Teatro Cervantes acogerá un relato cronológico con los puntos más importantes en la vida del malagueño, los felices y los tristes, los de euforia y los de tragedia. De Verónica cuenta que el Cervantes fue el primer lugar al que Molina fue a ver un espectáculo, pero que nunca llegó a actuar en él. «Él quería haber trabajado en el Teatro Cervantes, y como no ha sido así, nosotros venimos a rendirle homenaje a través de sus camisas, de su música», afirma el bailaor. Se trata, en parte, de cumplir el sueño de un artista al que tanto se le prohibió.

Flamenco en las venas

Antonio De Verónica recuerda que el baile es algo que siempre ha estado presente en su barrio. «Allí siempre lo hemos tenido: en esas fiestas entre gitanos, estamos acostumbrados a tocar las palmas, saca uno la guitarra y de ahí surgió, de mi gente», recuerda Antonio. Esta cultura es algo que ha inculcado a su hijo Azael, que con tan solo 10 años, se subirá a las tablas del Cervantes para interpretar a Miguel de Molina en su infancia.

Saray Cortés es su compañera de viaje por el mundo del baile, la conoció en Tenerife y desde entonces se han mantenido unidos. Juntos son el corazón de la Compañía Antonio de Verónica y Saray Cortés, una institución fundada por El Sali, el abuelo de Cortés y un bailaor por el que De Verónica siente un profundo respeto: «El Sali ha sido un bailaor que ha bailado en los mejores teatros del mundo, ha sido un personaje tremendo y grandioso», cuenta emocionado.

Y es que todo queda en familia, el director musical del espectáculo es Salva de María, tío de Antonio de Verónica. Para él, es muy importante que todas las piezas que hacen posible el espectáculo posible tengan visibilidad: «Los que están atrás aportando, deben estar también alante», asegura. Para las partes en las que reluce la dramaturgia, han contado con la «fundamental» visión de Rafael de Moraira.

«Llevamos guitarra, llevamos percusión, llevamos violoncello, llevamos violín, llevamos cuerpo de baile, llevamos piano, llevamos una pareja de tanguistas que bailan pa’ rabiar... Nos hemos vuelto locos, la verdad», bromea De Verónica, que asegura que no se han dejado nada en el tintero. La ocasión, Miguel de Molina, sin duda, lo merecen.