Música

Iggy Pop en Starlite: aquelarre de rock and roll en un festival boutique

El icónico cantante de The Stooges, tótem del punk y de la música popular más desafiante del siglo XX, demostró anoche en el Starlite Festival que pocos pueden alcanzar su energía y swag a punto de entrar en su octava década de existencia

La Opinión

A sus 76 años, James Newell Osterberg, o sea, Iggy Pop, ha dejado de saltar al público desde el escenario. «Es demasiado desgaste a estas alturas. Me haría daño. Así que prefiero quedarme en el escenario», comentó hace unos días. Habría sido curioso que el ex The Stooges lo hubiera hecho anoche, en la Cantera de Nagüeles, la sede del Starlite Festival, un festival boutique que suele fichar para sus recitales a artistas de una música, digamos, más reposada y menos furiosa (este año, por ejemplo, han comparecido Lionel Richie, Michael Bolton o Seal, entre otros) que la de la Iguana de Detroit. A él, casi octogenario, le da igual tocar en un garito cervecero que en un ciclo musical selecto. La furia ya no es la autodestructiva de antaño, en los tiempos de TV Eyes o The Passenger, pero sigue ahí, en cada golpe de pecho que se da.

El legendario Iggy Pop, en Starlite

Un momento de la actuación en Starlite. / Lorenzo Carnero

Porque a estas alturas de la vida Iggy no va a dejar de ser el chuleta y altanero icono que inventó el punk con sus contoneos extraños y adictivos, su voz grave y su fraseo con swag, su torso más desnudo que vestido. Abre su más reciente álbum, Every loser, advirtiendo, en la primera línea de la desbocada Frenzy: «Tengo una polla y dos pelotas, y eso es más que todos vosotros». Eso es lo que hay. Lust for life.

Decían las crónicas de sus más recientes bolos en nuestro país, en el Azkena Rock, celebrado el pasado mes de junio, que fueron aquelarres de rock and roll, con el magnetismo de siempre y una energía impropia de un señor a punto de entrar en su octava década de existencia (y con la alergia de siempre a las camisetas). Y no engañaban, desde luego, visto lo visto y oído lo oído anoche en la Cantera de Nagüeles: granítico, dominador del escenario y dinámico repasó un cancionero que sigue vivo y coleando y que, de alguna manera, es más una actitud ante la vida, un desafío a lo establecido.

El legendario Iggy Pop, en Starlite

Iggy Pop sobre el escenario. / Lorenzo Carnero

Pero el ex The Stooges nunca fue un cabeza hueca descamisado, y lo demostró anoche en Starlite. En otra canción de su más reciente repertorio, Morning show, desmitifica el hecho de seguir siendo Iggy Pop («Me arreglaré la cara e iré / al show de la mañana / como un profesional / El payaso que amabas murió»). Sabedor a la perfección de cuál es su legado y su situación exacta en el mapa global de la música popular, James Newell Osterberg hizo lo que ha hecho toda la vida: ser un guepardo callejero con el corazón lleno de napalm que busca y destruye. Sí, a sus 76 años.