Arte

Gruber: el arte que «mete el dedo en el ojo» del espectador, en el CAC Málaga

La exposición muestra pinturas al óleo, dibujos y obras en papel, de gran formato, donde la presencia de la palabra y el relato es central

El artista santanderino presenta nadie es nada, una retrospectiva de su última producción que podrá visitarse desde este diciembre hasta principios de marzo de 2024

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Sostiene Eduardo Gruber que empezó a pintar realmente «una tarde mágica» en la que estaba preparando una exposición con la que iba a debutar en París. En realidad, el cántabro llevaba entonces quince años pintando pero algo sucedió entonces: «De repente, le perdí el respeto al cuadro. Ésa es la clave». Y entonces se liberó completamente. Hace mucho tiempo de aquello, casi cuarenta años, pero en eso sigue Gruber, en facturar arte libre, siempre basado «en una buena idea» y que trata de «ir por delante del espectador». Se presenta ahora en el CAC Málaga con nadie es nada, una muestra de su última producción.

 La exposición, comisariada por Fernando Francés, incluye casi 90 obras en las que la relación entre pensamiento, imagen y literatura es fundamental, además del gusto de Eduardo Gruber (Santander, 1949) por la metáfora. La mayoría de las obras han sido realizadas en la última década, también se incluyen algunas de finales de los noventa y muchas de ellas inéditas. La exposición muestra pinturas al óleo, dibujos y obras en papel, de gran formato, donde la presencia de la palabra y el relato es central, con una narrativa enigmática que busca que el espectador no sólo se plantee preguntas sino que halle sus respuestas.

Destaca entre las obras la serie Femme fatale-Amores platónicos: «Entré en una página de internet sobre el Museo de la Policía y de la Justicia de Sídney en los años 20, donde estaban las fichas policiales de mujeres de la época», precisó ayer Gruber. Esas fichas policiales junto a los rostros de las detenidas detallaban, por ejemplo, que una de esas mujeres «robó un abrigo de visón», pero a Gruber le llamó la atención la que hablaba «de una prostituta que mató a su chulo, y añadía el detalle humano de que cayó bien a la sociedad de Sídney». «A partir de ahí creé una historia, jugando con los rostros pintados de ellas, y añadiendo una ficción en estas nueve historias concretas de momentos de azar», agregó el artista.

Baste esta serie como ejemplo de las intenciones últimas de Eduardo Gruber como artista: «Hay una intención provocadora, quiero meter el dedo en el ojo al espectador, quiero que éste se quede parado ante las obras y que se pare el tiempo».