Entrevista | Anabel Alonso Actriz

«La Celestina, al final, acaba convirtiéndose en una víctima»

La popular actriz encarna a uno de los grandes personajes de la literatura universal en esta relectura del clásico de Fernando de Rojas a cargo de Eduardo Galán, que ocupará las tablas del Teatro Cervantes el 17 de enero como parte de la cuadragésimo primera edición del Festival de Teatro de Málaga

«Siempre se la ha pintado como la bruja del cuento cuando lo que fue es la precursora de la picaresca, una mujer que se buscaba la vida»

La intérprete Anabel Alonso, en un momento de «La Celestina».

La intérprete Anabel Alonso, en un momento de «La Celestina». / La Opinión

Enrique Soler

Fernando de Rojas escribió La Celestina a finales del siglo XV con la intención de que fuera leída por el público universitario y culto de su época, no para ser representada. Supone un homenaje a la cuna del castellano, a la explosión literaria de una lengua vernácula medieval que, con esta obra, adquiría mayoría de edad. Comedia y tragedia. Personajes populares y cultos. Señores y criados. El fin de la Edad Media y el florecer del Renacimiento. La llegada del mundo urbano, en donde los trabajos deben pagarse. El amor y el dinero como motores del mundo, ideas de Aristóteles, reflejadas ya por el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor, que se convierten en protagonistas de La Celestina. Una pieza eterna que será uno de los platos más apetecibles del inminente Festival de Teatro de Málaga (17 de enero, Teatro Cervantes, 20.00 horas).

Nos encontramos ante una nueva versión de Eduardo Galán, donde la obra comienza con un flashback...

La innovación es que comienza con un flashback, donde Celestina ya está muerta y se le aparece a Pleberio, el padre de Melibea, que, como todo el mundo, todos los lectores, y como a lo largo de la historia le ha pasado a Celestina, la culpa de todos los males y de toda la tragedia y las muertes que se dan en la obra. Ella viene a redimirse, lo que hace es mostrar lo que pasó. No desde su punto de vista que podría ser más sesgado. Ella muestra los hechos objetivamente y al final le pregunta al padre si cambiaría su opinión y su juicio respecto a lo que pensaba de Celestina, porque realmente ella lo que hace es cumplir con su trabajo. La llama Calisto para que medie y pueda conquistar a Melibea. Ella lo intenta hacer lo mejor posible y casi siempre tiene éxito, pero ella no es que enrede ni que conspire. Hace el trabajo y acaba siendo una víctima más de todo lo que sucede. Acaba siendo traicionada cuando es la única que mantiene su palabra en la función. Es honesta y coherente, te puedes fiar de ella.

Siempre se ha pintado a Celestina como la mala, pero cuando analizas el personaje, y sobre todo en esta versión, levanta dudas de que la historia no sea como siempre nos la han contado...

Ha pasado con otros personajes de otras obras, pero en el caso de Celestina siempre se ha pintado como la mala, la culpable y la lianta. Una especie de bruja del cuento, cuando yo creo que es la precursora de la picaresca. Es una mujer que se busca la vida, tiene 30 oficios como remendadora de virgos, hechicera o elaboradora de aceites y medicinas… entre otras muchas cosas, y lo que hace es seguir adelante y sobrevivir desempeñando su trabajo. Al final, cuando está hablando con Sempronio, dice: «Vivo de mi oficio, como cada uno del suyo, muy limpiamente, a quién no me busca no le llamo, en mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan». En definitiva, ella no hace más que cumplir con su deber. Además, yo creo que es una mujer que tiene que ser encantadora, porque al fin y al cabo se lleva a todo el mundo al huerto. Si llegas como la bruja del cuento no creo que Melibea la dejase entrar a su casa. Ella según quién este delante se comporta de una manera y les da lo quieren, es una mujer muy camaleónica.

Estamos ante una tragicomedia, con amor y dinero de por medio, manipulación... y se publica por primera vez en 1499. Un argumento que se puede transportar hasta 2023.

Ahora estamos con los Tinder y esas cosas de este siglo, pero hay otro de los mitos con el tema del amor, hay deseo carnal porque no había problema en que un noble se casase con una rica heredera, pero ellos lo que quieren es disfrutar del amor y del gozo sin compromisos, ese también es otro de los mitos que tiene la obra. Se piensa que es algo muy romántico, pero ellos lo que hacen es disfrutar del amor y durante un mes verse todas las noches y gozar el uno del otro. Teniendo en cuenta que todo lo que planteamos en la función está en la obra, no se tergiversa nada, ni se cambia nada, esta todo en el original.

Adaptada por Eduardo Galán, bajo la dirección de Antonio Castro Guijosa, ¿qué tal ha sido el trabajo con estos dos grandes de la escena?

Es una gozada, una maravilla. La adaptación de Eduardo es genial, digamos que la ha actualizado, porque evidentemente el lenguaje de La Celestina es incomprensible. Lo que ha hecho es actualizar ese lenguaje, dejándole esos aromas de castellano antiguo, pero más comprensible. Y ha condensado toda la obra en una hora y 45 minutos. Esta muy condensada, ágil, intensa y para nada aburrida. Luego con Eduardo hemos tenido plena libertad, siempre nos ha dado a elegir si queríamos cambiar algo que eso es de agradecer, no ha pasado nada de eso porque es una adaptación genial, pero es de agradecer. Por otro lado, Antonio Castro nos ha dirigido minuciosamente. En ningún momento me he sentido perdida. Sé donde estoy en cada momento, lo que quiero y lo que busco. Además, ha realizado una dirección muy ágil, con unas sucesiones de escenas muy bien resueltas en cuanto escenografía e iluminación. A la gente se le hace muy ágil la obra.

¿Cómo fue el proceso de preparación para meterse en el papel de Celestina?

Es una gran responsabilidad: es de los tres personajes más importantes que se han aportado a la literatura universal. El Quijote, Don Juan y La Celestina, tres personajes que en cualquier país son reconocibles y reconocidos. Y, si tus predecesoras han sido actrices de altísimo nivel, la cosa impone mucho más. No he querido ver nada de Nuria Espert, Irene Gutiérrez Caba o de Terele Pávez, porque nunca podré ser ellas, porque para eso están ellas. Lo que he hecho ha sido documentarme mucho. He descubierto a Celestina como una mujer superviviente, laboriosa, que iba de un lado para otro, y que la describen como que «se veía mover los vestidos y ya se sabía que venía ella».