Entrevista | Miguel López-Remiro Director artístico del Museo Picasso Málaga

«No sólo importan las cifras de visitas, también es importante conmover y afectar a las personas»

Asume el rumbo de la pinacoteca más visitada de Andalucía con emoción y muchas ganas de trabajar. El pamplonica asegura que se notará su «impronta» en la programación aunque, avanza, prefiere que sea de una manera «orgánica, natural». Y es que el gestor cultural no tiene prisa en lograr los múltiples «retos bonitos» que se ha marcado en su etapa frente al Palacio de Buenavista

Miguel López-Remiro, bajo la mirada del «jefe» del Museo Picasso Málaga, Pablo Picasso.

Miguel López-Remiro, bajo la mirada del «jefe» del Museo Picasso Málaga, Pablo Picasso. / Álex Zea

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Charlamos con Miguel López-Remiro (Pamplona, 1977), bajo la atenta mirada de Pablo Picasso: el minotauro omnipotente y de ojos que taladran se encuentra en un póster en una pared. Estaba ahí cuando inauguró el Museo Picasso Málaga Carmen Giménez, continuó durante el mandato de Bernardo Laniado-Romero y, por supuesto, no lo abandonó mientras José Lebrero capitaneaba el Palacio de Buenavista. Ahora mira desde la pared a López-Remiro. Licenciado en Economía, y Doctor en Filosofía y Letras, Estética y Teoría del Arte por la Universidad de Navarra, subdirector curatorial del Guggeinheim Bilbao y uno de los grandes expertos españoles en la vida y obra de Mark Rothko. Tiene maneras exquisitas y amables, una cercanía dulce y se expresa a veces más con la pasión contagiosa, y suave, de un artista (lo es, por cierto).

Pues parece que Rothko va a tener que compartir ahora su panteón personal con Pablo Picasso...

Es cierto que siempre me he definido como rothkiano: he trabajado en torno a él desde que inicié mi tesis doctoral, en 1999 y me he dedicado a su estudio desde entonces. Me parece un creador muy significativo del arte del siglo XX, en tanto mete al espectador en la obra de arte, en ese campo abstracto... Aunque creo que yo ya era picassiano antes de llegar a este museo, el tenerlo ahora detrás [se refiere al retrato del genio que preside la sala en que se desarrolla la conversación], en el propio logotipo, con la familia aquí...

¿Impone la marca Picasso? Porque es mucho más que un pintor y su obra.

Siempre que he visto su obra me ha sobrecogido: tiene esa naturalidad a la hora de hacer las cosas pero también a la hora de sobrecogerte, de conmoverte, que es algo que ocurre con los grandes genios de la historia de la cultura, como Cervantes o Mozart, esos clásicos que son tremendamente contemporáneos y que nos sobrecogen de manera actualizada, renovada, cambiante. Sí que impresiona estar al frente del Museo Picasso en ese sentido, de dirigir un museo centrado en un artista que cambió tantas cosas en el mundo de las artes plásticas.

Toma el relevo de José Lebrero. Ha dejado el listón muy alto, al menos en el tema de cifras, uno de los indicadores del éxito o fracaso de un museo: 2023 ha sido el año con más visitas del Museo Picasso Málaga. ¿Eso da miedo o motiva?

Es un indicador, como ha dicho en el enunciado de la pregunta. Muchos museos, como el Guggenheim Bilbao, el Reina Sofía, el Prado, están teniendo a día de hoy cifras récord; es, quizás, un fenómeno post-pandemia: tras aquello muchas personas han decidido viajar y visitar lugares para ampliar sus experiencias. Pero hay otros indicadores que me importan, menos significativos en número, más centrados en lo cualitativo: pienso en una persona con discapacidad que nos visite, o una persona en riesgo de exclusión social, o un investigador en Picasso que acuda a nuestra biblioteca o a alguien que venga a un concierto... Por supuesto que debemos pensar en una museística sostenible, debemos tener un público amplio y diverso, y a mí me encantará recibir a tanta gente, porque también significará que las cosas que se hacen están generando interés, pero hay otros indicadores, que hay que tener en cuenta. A mí me gusta pasear por el edificio del museo, hablar con los visitantes....

Y pulsar sus experiencias.

Es algo que me fascina. He podido hacerlo aquí, he visto al público de fuera de España, a los grupos de jóvenes universitarios... Y he notado que hay algo aquí poético que nos conecta con Pablo Picasso y que el museo recoge. Es el romanticismo en el mejor sentido de la palabra que tiene que ver con esa aventura que comenta Christine Ruiz Picasso de generar un espacio para el arte de Picasso en su ciudad natal y de hacer entender su arte al verlo.

Por cierto, ¿ha habido traspaso de cartera con Lebrero?

No he tenido la oportunidad de conocerlo. Nos hemos intercambiado información por email y nos hemos emplazado a vernos. Ahora mismo está preparando con nosotros la exposición sobre María Blanchard [la temporal que se inaugurará en abril, comisariada por el exdirector del Picasso]...

Cuando se produce un cambio en la dirección de una institución, surge siempre la misma pregunta básica: ¿el nuevo rumbo será continuista o rupturista?

No me gusta utilizar esos términos porque uno llega a una insittución en la que hay unos equipos, unos procesos que vienen trabajando desde hace años. Hay un comité de programación, un consejo de dirección, un patronato, que son recursos que dan estabilidad al museo, así que me permitirá el respeto a todas esas personas y procesos. Se necesita un tiempo, trabajar en equipo, someter a la escaleta lo que quiero hacer. Pero se notará mi impronta. En cuanto uno habla o se mueve, ya estás ofreciendo tu estilo, tu impronta. Y al final eso irá permeando en el programa del museo, en sus actividades... Pero eso es algo que debe ser orgánico, que debe hacerse poco a poco, de modo natural.

¿Cómo veía el Museo Picasso Málaga desde fuera?

Tengo familia en Almuñécar, mi hermano mayor vive allí, y he venido a Málaga varias Semanas Santas, que siempre me han resultado muy interesantes, y varios veranos, unos cuantos. Quería conocer de primera mano esa atención que se le estaba concediendo a la cultura en Málaga. El Picasso es un museo manejable, amable, ante el que no te sientes demasiado extasiado. Recuerdo visitar el museo y, si cerraba los ojos, siempre me parecía un barrio, un espacio blanco dentro de una ciudad. Además, saber que Carmen Giménez, con la que he trabajado en el Guggenheim, ha sido su primera directora ya me dejaba clara la excelencia con la que se hacían las cosas aquí. Por ejemplo, fíjese en el edificio, en el Palacio de Buenavista: 20 años sigue impoluto.

Miguel López-Remiro, director artístico del Museo Picasso de Málaga.

Miguel López-Remiro, durante la entrevista. / Álex Zea

Dice usted que es de la Generación Guggenheim en Bilbao, personas que se pudieron formar contemplando in situ el arte que estudiaban y admiraban. Y asegura que hay aquí una Generación Picasso. ¿En qué sentido el Museo Picasso Málaga ha cambiado la ciudad?

Lo que hizo el Guggenheim fue generar un espacio ilusionante para una generación joven. Lo experimenté como usuario, como visitante, y luego lo viví como empleado [López-Remiro fue subdirector curatorial del Guggenheim Bilbao]. Es increíble trabajar en un lugar que está transformando una ciudad. Y es la sensación que tengo en Málaga, después de conocer al equipo, de comprobar su compromiso, que se da cuenta de que está en una institución que ha cambiado la ciudad durante 20 años y que sigue haciéndolo... Eso es algo muy peculiar, propio de museos como éste que son agentes de transformación social. Tengo ganas de conocer a esa generación de Málaga, personas que se han podido ver afectadas por Picasso, conocer a conferenciantes que han cambiado su perspectiva de las cosas... Porque eso ocurré, a mí me pasó en Bilbao, al escuchar a Michael Leja hablar sobre expresionismo abstracto. Por eso vuelvo a lo que hablábamos antes sobre los indicadores: las cifras de visitas están bien, pero que haya personas que se vean afectadas por lo que se propone también es importante.

Otra particularidad del Museo Picasso Málaga: es la pinacoteca de parte de su familia, de sus herederos. ¿Cómo es su relación con los familiares del genio?

Les he conocido durante las entrevistas [del proceso de selección del director artístico del Museo Picasso Málaga]. Como profesional del arte, poder estar cerca de una familia que se ha marcado como objetivo ayudar a comprender la obra de su abuelo, como en el caso de Bernard, es una oportunidad. Cuando trabajé con la familia Rothko, mi perspectiva cambió en muchos sentidos: poder hablar con Kate y con Christopher [los hijos del pintor] significó percibir cosas que antes no percibía en su obra. Poder estar cerca de la raigambre del artista es algo muy bonito.

Avanza que en las exposiciones que usted diseñe Picasso va a estar siempre en el centro. ¿Cree que en algún momento ha dejado de estarlo en el Museo Picasso Málaga?

Me refería a las temporales pero también a tener una voz en torno a Pablo Picasso. A lo largo de estos años sí que ha estado en el Museo; quizás el énfasis que yo quiero realizar es que el Museo Picasso Málaga tenga una voz propia sobre el artista, y es algo en lo que trabajaré en todo el programa. Hablo, en este sentido, de conciencia discursiva [la capacidad de poder expresar verbalmente el conocimiento], de crear conocimiento sobre Picasso y saber trasladarlo. Es un reto muy bonito.

Presentación de Miguel López-Remiro como nuevo director artístico del Museo Picasso Málaga

La presentación de López-Remiro como nuevo director artístico del Museo Picasso Málaga, este viernes. / Álex Zea

¿Cuál sería su exposición roñada en el Museo Picasso Málaga?

[Sonríe] Va a parecer que estoy rehuyendo la pregunta y que es algo poético o muy abstracto, y me va a perdonar... Pero esa exposición que cambia una vida, que ha sido capaz de despertar algo interno en una persona o en una conciencia colectiva, en una ciudad. Eso es lo que me encantaría conseguir con una exposición, lograr esa conmoción del ánimo, esa catarsis de la que hablaba el mundo griego, encontrarte con algo que desde la empatía te hace entender el mundo y al ser humano y que se recuerde.

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