Crítica musical

Una Novena en las alturas

El director de orquesta chileno Maximiliano Valdés.

El director de orquesta chileno Maximiliano Valdés. / @filarmonimalaga

Alejandro Fernández

Alejandro Fernández

Ficha técnica

  • Málaga. 15-03-2024. Teatro Cervantes
  • Dirección: Maximiliano Valdés
  • Programa: Sinfonía nº 9 en re menor, WAB 109, de A. Bruckner.

El testamento musical que representa la Novena Sinfonía de Anton Bruckner fue la protagonista del octavo programa de abono de la Orquesta Filarmónica de Málaga, este pasado jueves y viernes de la mano de una de las batutas hispanoamericanas más reconocidas, de los circuitos internacionales y con honda huella en España, como es la del maestro Maximiliano Valdés.

En los atriles de los profesores de la OFM no sólo estaba el reto de interpretar una partitura compleja en lo técnico, sino la exigencia de reafirmar la trascendencia de una creación cada vez más naturalizada y respetuosa con la redacción bruckneriana si bien, es cierto que se trata de una obra inconclusa que sin embargo no extraña la falta del capítulo cierre. Lo cierto es que sus tres tiempos recogen la dimensión y profundidad del testamento musical que es la partitura a lo que se añade la proyección en músicos como Mahler -su primer trabajo sinfónico coincide temporalmente con la monumental Octava de Bruckner- Schoenberg o el propio Shostakovich.

Maximiliano Valdés en la concepción de la sinfonía jugó con dos planos interpretativos concretos por un lado, el armazón de los tiempos siguiendo la forma de la sonata ampliada que invita a mimar la exposición de los motivos temáticos su desarrollo y por otro, la pertenencia de estos motivos a una estructura orgánica en la que la idea de espacio y movimiento dan el escenario preciso para las dinámicas ágiles y tensionadas dibujadas por Valdés sin duda, una de las claves del éxito de la lectura compartida con los atriles de la Filarmónica.

Esta idea interpretativa a dos niveles facilita el acercamiento del oyente a la complejidad de la arquitectura sonora sobre la que se construyen los tres tiempos que articulan esta gran sinfonía que abre los horizontes para comprender el desarrollo del sinfonismo en la centuria pasada en la que destacan la amplitud del desarrollo armónico y tonal. Constantes que en lo artístico volverían a posicionar a la Filarmónica en la especial sensibilidad con la que afronta este complejo repertorio.

Maximiliano Valdés junto a los profesores de la OFM prestaron especial interés en conseguir la emisión redonda y compacta con atención a las transiciones entre los personajes sonoros que protagonizan la Novena de Bruckner. Cabe destacar la factura del primer capítulo con los motivos de las cuerdas que recuerdan el inicio de la Novena beethoveniana - con la que comparte tonalidad- hasta la rotundidad de las fanfarrias en los iluminados y aumentados bronces del conjunto sinfónico del primer tema del movimiento. El cuidado empaste de cuerdas y vientos en el desarrollo del tiempo fue otra de las claves del ejercicio musical desplegado por M.Valdés y la OFM acumulando la tensión hasta la gran coda con la que el compositor austríaco concluye el capítulo.

Esta tensión dibujada en el primer movimiento dió aliento al inquietante scherzo sólo compensado por la danza central con un papel clave de las cuerdas. La solemnidad del tercer movimiento se caracterizó por el tono trascendente de los motivos temáticos con gran protagonismo de las cuerdas y maderas hasta el tono elevado del tutti protagonizado nuevamente por los metales aportando la suficiente altura para contrastar con la delicada serenidad con la que Maximiliano Valdés resolvería la sinfonía.