Historias irrepetibles

La leyenda del delantero manco

Jimmy Hasty perdió un brazo con 14 años, pero se convirtió en un afamado goleador en las filas del Dundalk irlandés

Jimmy Hasty recibió el premio del jugador del año del Dundalk FC en 1965.

Jimmy Hasty recibió el premio del jugador del año del Dundalk FC en 1965. / LA OPINIÓN

Juan Carlos Álvarez

En otoño de 1960 Jim Malone, el presidente del Dundalk irlandés, se presentó en una reunión con sus directivos para hablarles de un futbolista de las ligas inferiores de Irlanda del Norte que había ido a ver de forma insistente. «Se llama Jimmy Hasty y todo lo que remata lo convierte en gol. Propongo su inmediato fichaje porque es la clase de futbolista que necesitamos con urgencia», concluyó con su habitual tono autoritario. Sus interlocutores le escucharon con atención y se mostraron impresionados por el entusiasmo que el presidente mostraba por aquel jugador del que apenas tenían noticias. Hasta que al fondo de la sala otro de los miembros de la junta tomó la palabra y dijo que también le habían hablado de aquel delantero, pero que tenía entendido que solo tenía un brazo.

Se hizo el silencio en la sala, las miradas regresaron a Jim Malone que confirmó que, efectivamente, el futbolista al que pretendía contratar era manco. Se organizó un enorme alboroto y, aunque casi nada se le discutía al presidente, la directiva rechazó con rotundidad aquella contratación. Les parecía imposible que un delantero pudiese jugar con un solo brazo, aún tratándose de la débil liga irlandesa y además temían que el Dundalk se convirtiese una especie de «circo» que la gente se tomase a broma. Jim Malone tomó de nuevo la palabra para zanjar el asunto y lo hizo del modo que nadie imaginaba. «El pasado domingo Hasty firmó el contrato que le puse delante. Ya es jugador del Dundalk», les dijo y a continuación dio por finalizada una de las reuniones más agitadas a las que había asistido como presidente del club.

Hasty nació en 1936 en el seno de una familia católica en el norte de Belfast, muy cerca de los muelles en los que se ganaba la vida casi todo el barrio. Le gustaba el fútbol como a cualquier niño, un simple pasatiempo en un tiempo complicado. Con solo 14 años tuvo que ponerse a trabajar. En su primer día en un molino, manejando una fresadora, su brazo se enganchó y sufrió heridas de enorme gravedad. Fue trasladado con urgencia a un hospital, pero los médicos no pudieron hacer nada por salvar su brazo izquierdo que le fue amputado. Solo 14 años y buena parte de sus ilusiones desaparecían de golpe.

Hasty tuvo que aprender con urgencia a valerse con un brazo y un pequeño muñón. Curiosamente, una de las cosas que más llamaron la atención de su entorno fue la facilidad con la que se adaptó a las circunstancias jugando al fútbol. Era un tipo corpulento que, sin embargo, conseguía equilibrar su cuerpo y seguir explotando sus características como jugador. Tanto fue así que comenzó a jugar en clubes modestos, dando pequeños pasos en categorías menores de Irlanda del Norte hasta que Jim Malone se cruzó una tarde en su vida.

El presidente del Dundalk le vio un día por casualidad cuando militaba en el Newry Town y se quedó impresionado por su disparo y remate de cabeza. Le vio anotar dos goles y prometió regresar otro día. Lo hizo la semana siguiente y volvió a llevarse la misma impresión. No se lo pensó dos veces y le ofreció a Hasty un contrato que el delantero firmó sin pensárselo. Dejó Belfast y se trasladó a Dundalk, al norte de la República de Irlanda, lo que le permitía regresar con frecuencia a casa a ver a la familia.

Jim Malone, el presidente del club, tuvo que aguantar reproches de sus directivos durante días y también se vio obligado a aguantar los recelos del entrenador del equipo que dudaba de que un delantero con un solo brazo pudiese serle de mucha utilidad. La confianza en Hasty llegó un mes después, cuando debutó ante el Cork Celtic en Oriel Park, y anotó el tanto de la victoria ante un estadio abarrotado entre otras cosas por la curiosidad que había despertado entre sus aficionados la presencia de Hasty. Todo el mundo quería ver aquel fenómeno tan inusual. A partir de ahí fueron llegando más goles de forma insistente y su minusvalía dejó de ser un asunto que preocupase en exceso.

Sus compañeros y rivales no tardaron en darse cuenta de su enorme habilidad para aprovecharse incluso de la ausencia de su brazo. Saltaba por encima de su rival mientras con su muñón hacía fuerza hacia abajo para que el contrario no pudiese moverse. «Los árbitros no podían ver nada, no eran conscientes de que estaba bloqueando a un rival porque solo veían una camiseta colgando», decían sus compañeros. Su fama y popularidad -además era un tipo afable y apuesto- se fue extendiendo por toda Irlanda y los jóvenes aficionados al Dundalk acostumbraban a jugar entre ellos con un brazo metido por dentro de la ropa y una manga colgando como su ídolo. Su equipo se convirtió en el gran atractivo de la débil liga irlandesa porque todo el mundo quería ver al «manco más famoso del país».

En las seis temporadas que jugó para el Dundalk anotó 103 goles, una cifra muy notable que tuvo su momento cumbre en 1963 cuando sus 25 goles fueron decisivos para que su equipo consiguiese el título de campeón de Irlanda, algo que no sucedía desde hacía 30 años. Y no quedó ahí la cosa. Esa victoria les dio derecho a participar en la Copa de Europa que tenía por entonces ocho años de vida. En la primera eliminatoria los irlandeses quedaron emparejados con el Zúrich. En el partido de ida jugado en Oriel Park el campeón suizo demostró estar muy por encima del Dundalk al que se impuso por 0-3.

Todo parecía resuelto, pero en Zúrich las cosas cambiaron de forma dramática. Hasty dio el primer gol, marcó el 0-2 y poco después estrelló un remate en el larguero que dejó temblando la eliminatoria. El partido acabó así y, aunque no pudieron pasar la eliminatoria, para la historia quedó como la primera victoria del fútbol irlandés en la máxima competición europea. Curiosamente aquel Zúrich alcanzaría las semifinales del torneo en las que fue eliminado por el Real Madrid.

Se retiró joven. Dejó el Dundalk en 1966 y solo jugó una temporada más. Tenía 31 años y entendió que lo mejor era ocupar su tiempo en otras cosas. Durante un tiempo se rumoreó que el Nottingham Forest había estudiado su contratación, pero que finalmente no se habían atrevido a dar un paso tan arriesgado. Se casó, tuvo dos hijos, consiguió trabajo en una librería y se instaló en su Belfast natal, una ciudad cada vez más golpeada por la violencia entre unionistas y republicanos. La mañana del 11 de octubre de 1974, mientras caminaba por la ruta habitual hacia su trabajo, por Brougham Street, un coche se detuvo junto a él. De su interior se bajó un pistolero que le disparó tres veces por la espalda.

Hasty cruzó la calle tambaleándose y cayó en la acera contraria. A los pocos minutos murió en brazos de un transeúnte que le acompañó en sus últimos momentos con vida. Solo tenía 38 años. Su asesinato fue reivindicado por la Fuerza de Voluntarios del Ulster, un grupo paramilitar protestante. Hasty era católico, jamás había entrado en polémicas políticas ni religiosas, pero daba igual. El día antes el IRA había actuado y esa era la respuesta de los unionistas y su forma de esparcir el miedo entre los católicos, atentando contra un personaje popular. Su muerte sigue sin autor material. En Irlanda llaman «The Troubles» (los problemas) al conflicto norirlandés que sacudió el país especialmente durante la segunda mitad del siglo XX. Existe un catálogo de fallecidos que ilustra ese horror. El de Jimmy Hasty figura como el número 1.205.

El fallecimiento de Hasty produjo una profunda pena en Belfast y en los aficionados del Dundalk. Se jugó un partido a beneficio de su familia en el que los espectadores pagaron muy por encima del precio de las localidades para contribuir en todo lo posible a su bienestar. En su barrio de Belfast y en los pubs que hay cerca de Oriel Park es fácil encontrar alguna de sus fotos como futbolista del Dundalk, la ocasión perfecta para contarle a quien no le vio la leyenda del delantero con un solo brazo.

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