Fútbol

El 'Árbitro de la paz' que ha erradicado las agresiones en el fútbol base: "Nuestro VAR es: ver, animar y respetar"

Ángel Jiménez ideó un protocolo con el que eliminó la violencia de sus partidos y que tomó como ejemplo del Comité Técnico de Árbitros

Ángel Jiménez Bonillo, el 'Arbitro de la paz', que ha erradicado los insultos en sus partidos.

Ángel Jiménez Bonillo, el 'Arbitro de la paz', que ha erradicado los insultos en sus partidos. / EPE

Denís Iglesias

Hay un corro de niños alrededor de Ángel Jiménez, a quien llaman "el árbitro de la paz". Un partido más, ha captado la atención de todos los protagonistas de un partido de fútbol base. "Os pido que juguéis con honestidad. Si me equivoco y lo sabéis, decídmelo. Vamos a jugar con el VAR de la honestidad. Os sentiréis muy bien haciéndolo". Los jugadores entienden a la perfección el mensaje.

Le toca el turno a los padres: "¿Qué quieren para sus hijos y demás niños? Seguro que lo mismo que yo. Que se diviertan y adquieran valores. Eso es imposible si no nos respetamos todos. Sin insultos y sin presiones". A ellos les tocará aplicar la otra herramienta con la que este colegiado andaluz ha conseguido erradicar los insultos y las agresiones de sus partidos: "El VAR de la afición es: animar, animar y respetar"."

"Mensaje de auxilio" del Comité Técnico de Árbitros

Jiménez es embajador de la Plataforma 090, que significa "cero violencia en 90 minutos", un programa del Área de Deporte del Ayuntamiento de Málaga. También da clase de secundaria y bachillerato desde 2001 en el Colegio de Maravillas (Benalmádena, Málaga), donde imparte justicia, y sobre todo valores, en la liga escolar.

Siempre ha estado relacionado con el arbitraje, desde la temporada 1993/1994. Llegó a ser asistente en Tercera División. Hasta generar un entorno seguro en sus partidos pasó por todo tipo de situaciones que siguen estando en el día a día de sus compañeros, tanto profesionales como en categorías modestas. En el fútbol regional y de formación la problemática se ha agudizado de tal modo que son continuos los comunicados del Comité Técnico de Árbitros (CTA) denunciando la situación.

El CTA volvió a lanzar hace unos días un "mensaje de auxilio" contra la violencia verbal y física que están "sufriendo reiteradamente los árbitros, en especial los menores de edad y los que actúan en categorías no profesionales". Para el órgano rector de los árbitros se está convirtiendo "en una misión casi imposible ejercer nuestras funciones en medio de un ambiente irrespirable con insultos, amenazas y agresiones. Mucho más cuando se trata de menores de edad que están en pleno proceso de formación".

Jiménez fue uno de los colegiados que cada fin de semana ejercía su trabajo con una mordaza. En otoño de 2006 sufrió un episodio que provocó el nacimiento del 'Árbitro de la paz'. "En la primera parte de un partido un aficionado no dejó de insultarme. Él me dijo que tenía todo el derecho de hacerlo porque había pagado una entrada. Le respondí que para nada. Que estaba en su derecho a estar en desacuerdo con una decisión, pero nunca a pisar la dignidad de una persona", recuerda.

"Os teníais que haber muerto vosotros"

Esa fue la gota que colmó un vaso que cada semana vaciaba para seguir arbitrando. En un partido profesional, los insultos se diluyen en la masa y espectáculo continúa. En el fútbol modesto la ofensa se expande como una onda expansiva. El odio se escucha sin filtros, como ocurrió en un duelo donde Jiménez y sus compañeros ejercieron en unas circunstancias muy difíciles.

Cuando se dirigían al campo estuvieron a punto de sufrir un accidente grave. "Eludimos una muerte segura por centímetros. Vimos cómo un coche venía volando hacia nosotros. Se estrelló contra vehículo. Nos paramos a echar una mano. Fue terrible a nivel emocional. Les dijimos a los equipos que nos comprendieran a nivel emocional si no estábamos al 200%", rememora Jiménez.

El colegiado considera que hicieron un arbitraje muy digno para lo que habían vivido. Pero durante el encuentro vivieron un episodio terrible. "Quedaban unos minutos y se escucha en la grada: 'Os tenías que haber matado vosotros en la carretera'. Era una situación gravísima", explica el árbitro, que se miró con sus compañeros. Nadie entendía nada aquella tarde de 1998.

Entiendo que parasteis el partido...

No, teníamos tan normalizada la violencia... Yo no habría seguido, pero por aquel entonces todavía no era el 'Árbitro de la paz'.

Han pasado casi 30 años desde aquel crudo capítulo. "¿Están mejor las cosas? Sinceramente, no lo sé. Lo que sí pedir, con conocimiento de causa, es que el protocolo que yo puse en marcha y que después tomó como ejemplo el comité", responde el trencilla andaluz. El protocolo al que se refiere el 'Árbitro de la paz' le ha permitido terminar con los insultos y las agresiones en sus partidos.

Al primer insulto, se lanza un aviso a los delegados de campo. Ellos transmiten a la granda una situación de comportamiento indebido. A la segunda agresión verbal se avisa a la policía y al tercero se terminó el encuentro. Las reglas están claras y Jiménez las ha aplicado con absoluta rotundidad.

Camiseta que lleva Ángel Jiménez en contra de las agresiones en el fútbol base.

Camiseta que lleva Ángel Jiménez en contra de las agresiones en el fútbol base. / EPE

"Hoy viene el Árbitro de la paz, no se puede insultar"

"Pero tristemente sigo viendo en los campos cómo sufren los compañeros, porque el protocolo no se cumple. Recuerdo que en algún campo decían: 'Hoy viene el 'Árbitro de la paz', no se puede insultar'. Me daba pena, era porque yo estaba allí, no porque dejar de insultar era lo correcto. Sin embargo, solo a través de la firmeza absoluta se pueden frenar estos comportamientos", especifica.

Ángel Jiménez reconoce la complicación de aplicar sus herramientas en un partido profesional, pero trae a la palestra el ejemplo del tenis. "Puede haber en este deporte una pista en la que se juega ante 12.000 o 14.000 espectadores. Pero en cuanto alguien no se comporta, el partido no sigue. Todo el mundo entiende que su deporte no puede ser ensuciado. En el fútbol cada uno hace lo que le viene en gana. Si aplicásemos con firmeza un protocolo y suspendiésemos 500 partidos a nivel nacional, lanzaríamos un mensaje de verdad: no todo vale", concluye.