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El Pla más literario revive de la ceniza de la vida

´’El cuaderno gris’ sería suficiente para encumbrar la literatura narrativa de Josep Pla mas allá de su vasto imperio de artículos y crónicas, pero para disipar dudas Destino publica ‘La ceniza de la vida’ para leer al Pla más narrador y literario. Un Pla memorable

Reivindicar al Josep Pla narrador, al Pla más literario, por encima de su vasta colección de artículos, crónicas y ensayos, esta es la aportación necesaria y benéfica de ‘La ceniza de la vida. Narraciones 1949-1967’, que acaba de publicar Editorial Destino y que recoge lo más rico de la obra literaria de Pla, una obra que siempre ha estado al rebufo de su modelo ‘El cuaderno gris’ y de esa otra más heterogénea y diversa como es su trabajo periodístico.

‘La ceniza de la vida’ reúne más de treinta relatos que recopila al mejor Pla, al Pla más memorable, al Pla más literario, aquel que el mismo quiso ser, como explica en el prefacio de ‘La vida amarga’: «es la literatura narrativa la que me habría gustado cultivar». Pla gustaba de la literatura que bebe del realismo, la que proviene «de una capacidad personal para la intuición de la realidad exterior, servida por una larga, permanente, inacabable experiencia de observación, de memoria y de trabajo».

«Mi obra no es más que una suma de hojas de un diario íntimo vastísimo, unas reminiscencias de la ceniza de la vida». Es esa ceniza de la vida la que da título a esta recopilación que sirve de modelo genial para enseñarnos en qué consiste escribir y por qué la literatura -la literatura de Josep Pla- permanecerá indeleble en el tiempo frente al huracán del olvido que se lleva otras.

Los relatos de ‘La ceniza de la vida’ nos muestra a un Pla que apuesta y se nutre del realismo literario frente a «las inútiles y estériles tentativas de conseguir una originalidad salvaje y primitiva». La literatura -añade el escritor- «es el reflejo de una sociedad determinada en un determinado momento». Pla se vale de la contemplación de la realidad cotidiana, su gran caudal temático, para desde ahí profundizar en la reflexión.

En estos relatos y cuentos de Pla vemos su modo de abordar la historia que quiere contar, que siempre es desde un alejamiento, un cierto distanciamiento retórico, que le permite una libertad narrativa singular y contemplar diversos puntos de vista; es además una retórica desnuda que huye de la hipérbole y del amaneramiento estilístico. En Pla no es tanto el estilo como la expresividad y autenticidad literaria lo que priva, por eso su prosa es espontánea y sencilla, algo que no es fácil y que el consigue por su destreza narrativa.

En el Pla de estos relatos literarios hay también un sin nú-mero de miradas a la hora de contemplar la realidad e interpretarla adaptándola con registros diferentes que unas veces es socarrón, irónico o burlón -que son sus preferidos- y otras veces sarcástico y hasta descarado y cáustico, pero con esa ambivalencia que le permite también un lenguaje tierno y sensible y dotado de metáforas de una belleza deslumbrante.

En ‘La ceniza de la vida’ hay relatos memorables, como el que titula y dedica a Gerona, ciudad en la que Pla vivió desde los doce años, estudiando el bachillerato y vivió internado en el colegio de los maristas. ‘Gerona’, es un libro de recuerdos y uno de los textos más personales de Pla. Sus recuerdos de adolescente, sus salidas dominicales por la ciudad monumental sirven a Pla para retratar, con una bellísima prosa, la vieja ciudad histórica, sus calles empedradas, sus magníficos monumentos, como la Catedral, el aire, la luz y el encanto de una ciudad entrañable para él.

Uno de los aciertos del estilo de Pla es haber reconectado con la literatura de la naturaleza. Un ejemplo de ello es su relato ‘Contrabando’ en el que Pla relata de manera magistral el viaje marítimo que hizo en su juventud con su amigo Baldiri, desde Cadaqués al Rosellón, donde su amigo trapicheaba con artículos de contrabando El viaje lo es también por la mejor narrativa de Pla, con la bella descripción de los pueblos costeros y su entorno marinero, la apetitosa descripción de los mejores platos del lugar, el dibujo certero de los lugareños, la belleza cromática de un sinfín de rincones y múltiples detalles que hacen de este relato un ejemplo de la mejor literatura de Pla.

Más allá de esa imagen trastocada de cazurro ampurdanés con boina, Pla fue desde joven un personaje abiertamente cosmopolita pues su juventud y madurez la pasó en las principales ciudades europeas: Roma, Londres, París o Munich, trabajando como corresponsal para periódicos catalanes. De esa experiencia salieron algunos de sus mejores relatos sobre la vida fuera de España.

‘Aventura en el Canal’ es uno de ellos. En este relato, Josep Pla nos cuenta la historia de su difunto amigo Santaniol, que fue enviado a Londres por motivos de trabajo, pero que vivía triste y amargado pues no conseguía adaptarse al modo británico, hasta que un día vio un anuncio invitando a la gente a pasar el fin de semana en el norte de Francia. Lo leyó fascinado y lo vio como una buena salida a su situación insoportable.

Santaniol se embarca a Francia y el primer viaje resultó poco efectivo, pero como la alternativa era sufrir el tedio de quedarse en Londres, fue repitiéndolo durante una larga temporada hasta que las cosas mejoraron.

En ‘Pensión en Cambridge’, combina el mundo europeo y el catalán, con tres catalanes, uno recién llegado y los otros dos con años trabajando en Londres. Les gusta la gran ciudad pero a ratos añoran la tierra; son jóvenes pero ya camino de la madurez ociosa. Convencen a uno para que se case con una chica poco recomendable. Pla contrapone lo británico a Cataluña y el resultado es jocoso.

Son todos ellos relatos imperecederos en su mensaje social y humano. No decaen, al contrario es asombroso ver como en este mundo detenido, lastrado por la pandemia y sus consecuencias, donde reina la perplejidad provocada por la desconfianza ante el progreso, es donde mejor se hace evidente la capacidad literaria de Pla, su engrandecimiento total.

‘La ceniza de la vida’ nos ofrece la oportunidad de leer a un escritor apasionado por la literatura y su belleza, conviene no desaprovechar este botín literario y abordarlo con todas sus consecuencia. Apoderarse de él y gozarlo en plenitud. Más aún, en estos momentos de nacionalismo exacerbado e incierto es un buen antídoto leer con deleite a Pla, un catalanista moderado y un narrador admirable de bella prosa y pulso narrativo sereno.