Novela

Por la frontera del amor y el odio

Landero se rebela contra el postureo de la sociedad actual y viaja a las profundidades de la condición humana en clave de tragicomedia con ‘Una historia ridícula’

Luis Landero.

Luis Landero. / José Luis Roca

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

La nueva novela de Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) se rebela contra el postureo de la sociedad actual y viaja con un objetivo claro a las profundidades de la condición humana. Eso sí, el humor y la ironía confluyen para que explosione el absurdo y ‘Una historia ridícula’ se erija en un océano ficticio en el que late una tragicomedia. En este volumen que amplía su prolífico idilio con la curtida colección Andanzas de Tusquets Editores, el escritor extremeño se pone al servicio de esa línea prácticamente invisible que transita por una hipotética frontera entre el amor y el odio.

A través de sus 283 páginas, Luis Landero despliega un artefacto literario en el que las solventes coordenadas de sus narraciones anteriores conviven con cierta voluntad encaminada a abrir nuevos caminos en el imparable discurrir de su obra.

Tras el éxito que en 2019 encumbró a ‘Lluvia fina’ y la irrupción todavía reciente de la autobiografía ‘El huerto de Emerson’, este autor reconocido y reconocible regresa por cuarta vez en el último lustro a las librerías si se tiene en cuenta el arco temporal que inició en 2017 ‘La vida negociable’. Y, la verdad, es que ofrece una propuesta diferente sin caer en la necesidad de renunciar a las señas de identidad del vasto corpus de su literatura.

El lector no tardará en apreciar, ante la figura incontrolable de Marcial Pérez, uno de esos personajes a los que Landero le encomienda en su totalidad una novela, para que la haga suya y de rienda suelta a una criatura que desde un primer instante se sugiere como peculiar y, en bastante medida, excéntrica.

Su incontestable rol estelar explica que la voz del narrador le sea entregada al omnipresente Marcial para que se apodere de ella. O, incluso, abuse de este privilegio con un tenaz juego metaliterario que interpela constantemente al lector y a esa suerte de ingrato Pepito Grillo en el que desemboca la labor del psiquiatra.

El poder del palique, los traumas infantiles o la herramienta con la que internet hace fuerte al humano en su ignorancia afloran como suculentos ingredientes. Y estos son lanzados como armas arrojadizas que delatan a ciertas élites y a una época en la que, según el protagonista, «las historias que se cuentan ya no están hechas con materiales nobles».

Luis Landero. | JOSÉ LUIS ROCA

Portada de 'Una historia ridícula'. / L. O.

“Ha sido adjudicado el premio de novela instituido por el semanario ‘Destino’, en memoria del que fue su secretario de redacción, el escritor Eugenio Nadal. Entre los 28 concurrentes al mismo, el jurado calificador ha elegido por tres sufragios contra dos, la novela ‘Nada’, de la señorita Carmen Laforet de Canarias”. Con este sencillo breve, ‘La Vanguardia’ anunciaba el 9 de enero de 1945 lo que fue un inesperado terremoto que inició el lento cambio de la literatura española –como española era entonces ‘La Vanguardia’, por imperativo de un franquismo que quizá nunca supo qué hacer con aquella señorita Carmen Laforet de Canarias-. Incluso hoy, en plena celebración del centenario de Carmen Laforet (1921-2004) quizá aún no sepamos muy bien quién fue aquella joven que puso patas arriba el plácido status quo de los escritores que ganaron la guerra. Porque Laforet fue una explosión, y hoy casi nos parece una leyenda, pero quizá solo era una escritora que solo quiso escribir, como una necesidad vital, y vivir su vida a su manera.

“Hemos hecho una guerra para acabar con la democracia y ahora la democracia se proclama desde un pequeño premio literario”, exclamó con enfado y rabia César González-Ruano en la Noche de Reyes de 1945 al saber que una muchacha desconocida le había arrebatado ese pequeño premio literario al que él también se había presentado. Carmen Laforet comenzó con mucho ruido una carrera literaria que hoy nos parece que nunca quiso. Su primer gran mérito fue molestar a la vieja guardia del nuevo régimen, y hacerlo además con una novela que no entendieron y que además supo encontrar un público que también necesitaba algo diferente.

‘Nada’ fue un enorme éxito popular surgido de ningún sitio, en menos de un año agotó tres ediciones, y pronto llegó al cine de la mano del prestigioso Edgar Neville. Fue su protagonista, una inquieta Conchita Montes, la que decidió llevarla a la gran pantalla, e incluso ella misma fue quien escribió el guión -Neville jamás mostró mucho interés en el proyecto-. Aquí quizá hay una clave para entender la trascendencia del relato íntimo y existencialista que es la novela de Laforet: habla de cerca a sus lectores contando la vida diaria de una muchacha, trasunto de sí misma, y logrando en el proceso una identificación y conexión casi magnética con ellas pese a ser una obra personalísima.

“Me preocupo por aquello para lo que me creo dotada: la observación, la creación de la vida. Me preocupa el vigor de los personajes y la manera de exponer los hechos para que resulten claros a la luz mía, individual y me preocupa el que estos hechos queden objetivamente expuestos para que el lector pueda juzgarlos por sí mismo e interesarse por ellos, aceptarlos o rechazarlos a su gusto. No sé si, en verdad, he logrado todo esto en el trabajo realizado desde 1944 a 1955”, explicaba en 1956 –esos fueron sus años más activos, truncados por la dedicación a su matrimonio con el crítico literario Manuel Cerezales-. Porque ‘Nada es su cumbre, y su estrella, pero Laforet nunca dejó de escribir, aunque sí espació la publicación de sus novelas, relatos y correspondencia.

UNA HISTORIA RIDÍCULA 

  • Luis Landero
  • Editorial: Tusquets
  • Precio: 19,00 €

¿Acaso es tan terrible ser recordado por una sola obra? “El libro de la Laforet tenía tanto encanto y era tan representativo que efectivamente no iba a ser fácil superarlo. Digamos que respiraba la temperatura gozosa de la obra única y privilegiada. Luego, ya, sólo queda el oficio”, escribió Francisco Umbral sobre la autora de ‘Nada’ a propósito de su muerte en 2004 Y no pueden ser escritores más distintos. Pero ni él pudo dejar de reconocer algunos de sus méritos: “El libro iniciaba una nueva literatura española y en cierto modo jubilaba a los autores de antes de la guerra”, aunque él también quiso ver en Laforet a una escritora paralizada que “había inaugurado demasiadas cosas, había encendido demasiadas farolas y no se sentía capaz de mantener un mito que era ya ella misma”. Ya, pero ella escribió ‘Nada’ y con ella comenzó a cambiar un país.