Diario de lecturas
Gallardo: gran mano, mejor corazón
José Luis G. Gómez
Con la muerte prematura de Miguel Gallardo (1955-2022) hemos perdido a uno de nuestros mejores historietistas, y sin duda, y también más importante, a una buena persona. La integración de este apocalíptico, que fue adalid del mejor cómic underground nacional con su explosivo Makoki para acabar mejorando con sus dibujos las páginas de La Vanguardia, fue absoluta y maravillosa. Porque pasar de la gamberra revista Star al New Yorker es un viaje largo, pero también uno que permitió que hayan sido muchos más los que han podido disfrutar de su trazo, imaginación y buen gusto –el underground está muy bien pero es una casa muy pequeña-. Y luego está su hija, su relación con su hija y el tebeo que le dedicó: un magistral y bellísimo ‘María y yo’ (Astiberri, 2007). Sé que fue un hombre generoso, un compañero que no dudaba en ayudar a sus colegas más jóvenes, a los que aconsejaba e iluminaba si se lo pedían. Lo sé porque me lo han contado otros dibujantes, algunos famosos y otros no tanto. Y también lo sé porque hace unos años pude leer algunos tebeos, de esos que te pasas media vida queriendo tener en las manos y no los encuentras, y pude gracias a que Gallardo había donado gran parte de su colección a una biblioteca barcelonesa. Lo dicho, hemos perdido a un gran dibujante, pero sobre todo despedimos a un buen tipo.
Suscríbete para seguir leyendo
- Werner Herzog: una vida nada común
- La funesta primavera del 36: los meses que decidieron el futuro
- Marlon Brando, ese actor nacido para fascinar
- Martín-Santos: la vanguardia perdida
- Haruki Murakami, lector de sueños
- Libros, fantasmas y simpatía en Jerez de la Frontera
- Anne Sexton: mas allá de la partida de dados
- T. C. Boyle, un clásico americano poco conocido