Los relatos que fraguan La señora Dalloway

Con ‘La señora Dalloway’, Virginia Woolf inaugura un nuevo modelo narrativo, que le permitía decir lo que quería y hacerlo con su propia voz, con su lenguaje de mujer vanguardista. Era un lenguaje y una forma de decir que rompía con los cánones imperantes del realismo victoriano de la época. Era más abierto y natural, renovando el lenguaje y la forma de contar, dejando a un lado la tradicional descripción de los personajes y dándoles a estos vida propia. Los personajes no eran descritos, se describían ellos mismos y hablaban de sus sueños y temores, de sus ideas y pensamientos.

Antes de que Virginia Woolf escribiera esta obra maestra de ‘La señora Dalloway’, exploró a modo de ensayo con una serie de pequeñas historias fascinantes y cautivadoras, que fueron una antesala, una versión reducida y sobe todo un ensayo de ese nuevo modelo narrativo que fraguó Virginia con Clarissa Dalloway. Son siete historias, agrupadas en torno al título de ‘La fiesta de la señora Dalloway’, que son como expresiones paralelas de los temas de La señora. Dalloway, estas historias brindan una valiosa ventana a la mente literaria de Woolf y un testimonio más de su extraordinario genio.

De estas siete pequeñas historias de antesala, la editorial Nórdica Libros ha puesto su empeño en la reedición de dos de ellas, las más vitales y las que definen con mas solvencia lo que será después la gran novela. Se trata de ‘La señora Dalloway en Bond Street’ y ‘El vestido nuevo’.

La primera de ellas nos lleva paseando con la señora Dalloway por las calles de Londres para ir a comprarse unos guantes. Hay un diálogo abierto de la dama consigo misma y con los vecinos que se cruza y nos adentra en sus vivencias y emociones a través de las calles de Londres, mientras nos sumerge en sus pensamientos y recuerdos.

En el otro relato, ‘El vestido nuevo’, la protagonista, Mabel, acude como invitada a una fiesta en casa de la señora Dalloway. Para la ocasión luce un vestido amarillo sacado de una revista de moda de su madre y al principio se siente orgullosa de llevarlo, pero luego se avergüenza por llevar lo que cree que es una prenda anticuada y se siente el blanco de las críticas de los asistentes a la fiesta y resurge esa profunda insatisfacción que sentía desde niña de ser menos que los demás.

Woolf nos sumerge en el torrente de pensamientos de Mabel y palpamos un mundo interior inseguro, la inferioridad de clase, la búsqueda de la propia individualidad, las ansias de sentirse valorada .

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