Gracias a la ingente producción de novela histórica sabemos todo sobre los templarios, los ´illuminati´ y los rosacruces, cuyo papel vital en la historia de la Humanidad todavía está por localizar, no así el que han jugado en este tipo de literatura.

Para los amantes de las intrigas seculares aquí va un suceso verídico muy divertido, que tuvo lugar en Málaga en 1862. En ese año, Isabel II y su familia realizaban una gira por Andalucía, incluida Málaga, así que las autoridades se rompieron la cabeza buscando un sitio digno donde albergarles.

Al final se decidieron por el palacio de la Aduana, claro que, convertido en residencia del gobernador y sede del Gobierno Civil, entre otros muchos usos, había que desplazar una ingente cantidad de funcionarios y convertir el inmueble en un palacio.

La mayoría del ´contenido administrativo´ de la Aduana se marchó por unas semanas al palacio del Obispo, aunque el departamento de Telégrafos, por ejemplo, fue trasladado a una casa particular.

Pero había que amueblar este monumento en condiciones, así que se compraron algunos muebles fastuosos (revendidos después de la visita), mientras que otros fueron donados por las familias malagueñas más ricas (y eso que ellos también tenían que albergar en sus casas al personal de la corte).

Para el dormitorio del rey consorte, Francisco de Asís (el marido de Isabel II tan vituperado por Valle Inclán), el gobernador cedió su propio dormitorio y mandó forrarlo con un papel tapiz verde importado de Francia.

El caso es que, poco antes de la visita, cayeron en la cuenta de que el papel había venido con una recomendación del fabricante de París: que a nadie se le ocurriera colocarlo en un dormitorio porque el color verde está hecho con ´cardenillo´, una mezcla venenosa de acetatos de cobre que "desprende emanaciones como para infectar el aire".

Cuando el gobernador leyó la recomendación, poco antes de la visita, se le cambió la cara y ordenó arrancar el tapiz, no fuera que Francisco de Asís, que dormía bien lejos de su esposa y prima, fuera a quedarse ´mojama´ durante la noche.

El caso es que el mismo gobernador, Antonio Guerola, llegó a dormir un par de noches en el fatídico dormitorio, antes de la visita regia, y admitió haber tenido fuertes dolores de cabeza.

En todo caso, menos mal que este fallo del protocolo tuvo lugar en verano, con las ventanas abiertas, o habríamos asistido a una verdadera novela de misterio con un gobernador o un rey consorte enfermado o fallecido en misteriosas circunstancias. Nunca fue tan ´vital´ la decoración como en ese ´verano del 62´.

En Blanco

La Noche en Blanco, aunque sea una iniciativa que no nace en Málaga, se ha convertido en una agradable sorpresa por el poder de convocatoria que tiene esta cita cultural con nocturnidad y ninguna alevosía.