Málaga necesita a 225 familias dispuestas a acoger a menores de la provincia, la mayoría de ellos grupo de hermanos, niños mayores de siete años, con una discapacidad o problemas de salud. Estos niños esperan en centros tutelados la llamada de una familia que quiera hacerse cargo de ellos previo paso de un gran número de pruebas que les otorgue la validez para poder acoger a niños. El objetivo final es que estos pequeños vuelvan a su hogar biológico, aunque algunos de ellos acaban siendo adoptados si se agravan los motivos por los que salieron del hogar familiar.

El Servicio de Protección de Menores, dependiente de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, se coordina con otras entidades, fuerzas de seguridad y la propia ciudadanía para que en el caso de que los menores cuyos padres o tutores no han cumplido con la protección que les obliga su responsabilidad parental o lo han podido hacer de forma inadecuada, se proporcione la atención que precisan.

Precisamente dada la necesidad de que más familias se adhieran a este modelo de acogimiento, ayer se presentó la nueva campaña de Hogar Abierto, una de las dos entidades sin ánimo de lucro que se coordinan con la Junta para fomentar el acogimiento familiar de menores entre los malagueños. El presidente, Alberto Peláez, presentó la campaña «El acogimiento familiar: un abanico de posibilidades», con la que se repartirán 12.000 abanicos que informan del acogimiento dibujados por Ángel Idígoras.

A través de la promoción y difusión de esta medida se pretende encontrar una familia a los niños que aún residen en un centro bajo la tutela de la Junta de Andalucía. En este sentido, el delegado del Gobierno andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, se enorgulleció de que este tipo de medidas aseguren que los niños tengan garantizada la convivencia con una familia y evitarles vivir en un centro.

De este modo, apuntó a que un total de 982 pequeños se encuentran en el Servicio de Protección de Menores del Gobierno andaluz. De ellos, 757 están acogidos por un total de 650 familias de la provincia, lo que supone un 80%. La mayoría de estos -500- están acogidos en hogares de sus propios familiares mientras que el resto -150- están con personas ajenas a su entorno. Todas ellas son seguidas por un equipo de profesionales que evalúan el proceso. El acogimiento suele durar un máximo de dos años, aunque puede ser permanente cuando la situación de la familia biológica aconseja una integración más duradera con otra familia y puede llegar hasta la mayoría de edad del menor.

Es el caso de María Dolores y Francisco José, un matrimonio ya jubilado que hace un mes cuida de un niño de cinco años que llegó de forma urgente. Tras consensuar con sus hijos de 42 y 37 años la decisión, aseguran que es una experiencia recomendable 100%. «Solo somos un paréntesis en su vida», afirman.