Crónicas de la ciudad
San Estanislao da el último adiós al padre Tejera
Cientos de personas llenaron el patio del Colegio del Palo, que lleva el nombre de José Pablo Tejera, para asistir a la misa funeral en recuerdo de este querido jesuita
El patio en el que jugaron de niños José Ortega y Gasset, Manuel Altolaguirre, Alfonso Canales o Félix Revello de Toro, el que lleva el nombre del padre José Pablo Tejera, se llenó el pasado martes: cientos de personas acudieron a despedir en una misa funeral a este querido jesuita, fallecido el día 10 a los 94 años, un día antes del inicio de las fiestas del colegio, en las que participó durante más de medio siglo.
Asistieron muchos antiguos alumnos y profesores, pero también scouts de ayer y de hoy con su pañoleta, para homenajear a quien en 1971 cofundó los Scouts Católicos.
El padre Luis Aparicio, superior de los jesuitas del colegio, que ofició la misa acompañado por un buen número de religiosos de la Compañía, recordaba precisamente que cuando él tenía 16 años, «con Pepe Tejera hice el primer campamento volante por la Sierra Nevada, con él subí por primera vez al Mulhacén y celebró la primera eucaristía que oí en lo alto del Veleta».
El padre Luis recordó también lo que de Jesús se dice en los Hechos de los Apóstoles - «pasó haciendo el bien»- y lo aplicó a este jesuita nacido en Sevilla en 1927, un hombre discreto y generoso que ha dejado parecida estela de admiración en Málaga que el padre Llordén en el Colegio de San Agustín.
«Querido padre Tejera, cuánto amor has desencadenado en esta tierra que te hizo malagueño de adopción», subrayó el director del colegio, Alberto Rodríguez, al finalizar la eucaristía. Alberto remarcó que, para muchos, el padre Tejera, volcado siempre en su colegio y en su barrio, ha sido «el santo de El Palo».
También habló Manuel Tejera, su hermano y jesuita como él, que agradeció el cariño de tantas personas. Apenas pudo contener las lágrimas al recordar la intensa vocación religiosa de su hermano y el apoyo constante de su madre ya viuda para que, incluso en unas circunstancias muy difíciles para la familia, cumpliera su sueño de ser jesuita.
El coro de niños del colegio cantó canciones que en mayo, el mes de la Virgen, el padre Tejera ponía para que se escucharan en los pasillos escolares. Además, los asistentes, al unísono, leyeron unos esperanzadores versos del padre Martín Descalzo y los boy scouts más pequeños repartieron semillas de trigo, para que cuando germinen evoquen a este gran amante de la Naturaleza. Desde ayer, sus cenizas descansan en la iglesia del Sagrado Corazón.
En sus últimos años, el padre Tejera se movía por los pasillos de la enfermería de San Estanislao con sus inseparables bastones de marcha noruega, ciego pero siempre con una sonrisa.
Descanse en paz este ejemplar montañero de Dios.
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