Crónicas de la ciudad

La Vega de Mestanza se reivindica con el cine

Unas 200 personas asistieron en el CAC el pasado martes a un corto que refleja la lucha de los vecinos contra una imparable depuradora que acabará con 8.500 árboles

El salón de actos del CAC, durante el estreno del corto ‘Mestanza. La última vega’

El salón de actos del CAC, durante el estreno del corto ‘Mestanza. La última vega’ / L. O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

No hace falta imaginar las liebres por el mar y por el monte las sardinas. Esta misma semana disfrutamos del mundo al revés gracias al encuentro de los líderes de las dos mayores dictaduras del mundo, Vladimir Putin y Xi Jinping, haciendo frente común ante el ‘acoso’ de las incordiantes democracias .

Dejando a un lado estas tiranías maquilladas, en un rincón de Málaga un grupo de vecinos tiene la sensación de estar combatiendo a Goliat porque el mundo, si no al revés, sí que se ha puesto cabeza abajo.

Lo escenificaron el pasado martes en el salón de actos del Centro de Arte Contemporáneo quienes viven y trabajan en la Vega de Mestanza, la última vega de Málaga, con el estreno de un corto que refleja su apurada situación.

Asomada a Alhaurín de la Torre al otro lado del Guadalhorce, este vergel de árboles frutales pertenece al término municipal de la capital y en breve verá cómo se talarán 8.500 árboles -según datos de la Junta- si nadie echa el freno a la apisonadora administrativa, pues en 20,8 hectáreas de las 73 de la vega está prevista una depuradora de aguas residuales.

Unas 200 personas pudieron ver ‘Mestanza. La última vega’ , del director Gustavo Valverde, con intervenciones de los perjudicados, la mayoría de ellos ligados por su familia a esta tierra de cítricos desde 1924.

Acudieron concejales del PP (Ruth Sarabia y Gemma del Corral) y de IU (Remedios Ramos), así como de Alhaurín de la Torre y los asistentes recibieron una bolsa con simbólicos productos de la vega (una naranja, un limón y una mandarina), rosquillos y una chapa de recuerdo.

Tras la proyección, recitó la periodista Mariluz Aguilar y mandó un mensaje de ánimo el pintor Antonio Montiel.

Mari Carmen Mestanza, en nombre de los vecinos y sin poder contener las lágrimas, reconoció que evitar la depuradora quizás ya sólo pueda ser «obra de un milagro», aunque los vecinos han ido a los tribunales porque insisten en que hay numerosas alternativas para emplazarla sin que cueste tanto dinero (unos 130 millones de euros) y sin que haya que destruir este paisaje idílico.

La construcción irrespetuosa es el sino de una Málaga dependiente del Turismo, aunque con ella se tape la Catedral. El solar de Repsol, donde se ha reducido de forma drástica el parque inicialmente proyectado en los 80 o el rascacielos que ‘fundirá’ la bicentenaria Farola y deslucirá la Bahía evidencian el veterano rumbo de una ciudad insostenible. A pesar de todo, lo último que se debe perder es la esperanza. Ánimo y a seguir.