Crónicas de la ciudad
La calle El Violonchelo, en La Mosca, refugio de garrapatas
Con su aspecto campestre, los vecinos de este rincón de La Mosca piden al Ayuntamiento que corte los matojos para evitar la plaga anual de pulgas y garrapatas
Seguro que al gran Pau Casals, le habría agradado la idea de que un modesto rincón de Málaga contara con una calle dedicada a su instrumento favorito.
Por fortuna, el insigne violonchelista se ahorró el espectáculo de subir por esos andurriales con el instrumento musical a cuestas, porque la calle El Violonchelo, al pie del viaducto de La Mosca, es una calle como las que tanto abundaban en la Málaga de hace cuarenta años, es decir, con lo mínimo puesto.
No hay exuberancia alguna en esta vía espartana que parece la continuación de la, literalmente, trocha que hay a continuación y en la que sólo faltan unas cuantas cabras.
Eso sí, el entorno ha mejorado algo desde que en la inmediata entrada a la calle, justo al pie de los grandes soportes de la autovía, un jardín salvaje abandonado a su aire largo tiempo fuera finalmente domado el año pasado, por lo que hoy es una zona verde bastante encarrilada. Gracias a la actuación municipal, entre otros beneficios para la salud dejó de ser un nido de ratas.
Eso sí, lamentan los vecinos, hace pocos días un mamífero repartidor de escombros dejó su tradicional ofrenda en los jardines, evidencia de que para algunos la educación general obligatoria de la niñez fue una larga siesta.
Pero más o menos domado este Amazonas jardinero, la selva brasileña parece haber cuajado a la vuelta de la curva, pues la calle El Violonchelo ofrece, además de un suelo de tierra, un canal de aguas pluviales a cielo abierto cubierto hasta las cejas de matorral.
Como explicaba esta semana un vecino al firmante, el estado de la calle, desprovista de casi todo, anima a los dueños de perros a subir por este camino para que el animalito desfogue y se alivie. Como consideran que la zona es pleno campo y no una calle de Málaga con su placa identificativa, muy pocos recogen los regalos caninos.
La combinación de matas variadas, dueños despistados y cacas de perros da como resultado, año tras año, una interesante abundancia de pulgas y garrapatas que padecen los vecinos.
Por eso, y dado que el arreglo de la calle va para largo, porque va ligado al estudio de detalle de unas viviendas previstas, los vecinos ruegan al Ayuntamiento que, antes de que llegue el verano y arrecie el calor, coja una segadora o aparato similar y corte por lo sano con los matorrales, que es donde se crían estos insectos.
La cuestión es que la espartana calle El Violonchelo, pese a su precario estado de revista, por lo menos no dé la nota más de la cuenta.
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