Crónicas de la ciudad

Un gran lago canadiense junto a la plaza de Camas

Nuestros cargos públicos pueden tentar al turismo de lujo de Canadá con este gran espacio lacustre en Málaga, sin el riesgo de osos salvajes ni gélidas temperaturas

El charco, en pleno funcionamiento este mes.

El charco, en pleno funcionamiento este mes. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Lleva un tiempo la segunda cadena de televisión ofreciendo, al anochecer, un programa en el que potentados canadienses exhiben su choza, en absoluto equiparable al cubículo que pueda adquirir un españolito con el salario mínimo, contando con que también debe alimentarse. 

La mayoría de los habitáculos de este programa son cabañas palaciegas a la orilla de un lago y entre los medios de desplazamiento, a los propietarios no les falta ni una piragua ni una avioneta para sobrevolar sus dominios. 

Nuestros cargos públicos expertos en Turismo, es decir, en el empleo de vocabularios brumosos como «target», «segmento de sol y playa», «crisol de culturas» y «poner en valor», harían muy bien en echar el anzuelo a este mercado selecto del Canadá y nada mejor que ofrecerle algo parecido a lo que disfrutan por allí pero sin un frío del demonio ni osos ‘grizzly’ enfurecidos.

En este sentido, como en Málaga ya no nos falta de nada, en el pleno corazón del Centro Histórico, gracias a la previsión de nuestros gestores públicos, se ha ido gestando de forma discreta una importante acumulación de agua que a los turistas de lujo canadienses les hará evocar el lago Hurón sin que un viento helado les azote los mofletes. 

Nos referimos al respetable embalse que se forma justo en la salida del parking de Camas, en el pasaje del Marqués del Villafiel, en recuerdo de un corregidor o gobernador de la Málaga del XVII, del que precisamente el gran investigador malagueño Antonio Lara Villodres presenta un libro este viernes 17, a las 19 horas, en la Sociedad Económica

Al parecer, la inteligente disposición del piso y la insuficiente capacidad de desagüe de una rejilla para pluviales es capaz de producir esta efectiva acumulación de agua, ideal para el transporte anfibio. 

El problema, claro, lo tienen otro tipo de transportes, especialmente el desplazamiento a patita, sobre todo si en el momento de intentar vadear este amago de lago canadiense, de las profundidades del aparcamiento surge un coche, capaz de recrear con su impetuoso avance la ola del Melillero. En ese momento el peatón deberá retroceder, si es posible hasta Algeciras para no empaparse. 

La misma zona, ya seca.

La misma zona, ya seca. / A.V.

Cuando el chaparrón finaliza y el embalse termina por hacer mutis por el foro, descubrimos un paso de cebra con un inteligente parcheado en el suelo con una leve inclinación, ideal para acumular agua. Ahora que Smassa cambia de aires, aquí tienen un atractivo más que sumar a la oferta municipal de aparcamientos: un cíclico lago Hurón, en pequeñito. 

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