Memorias de Málaga

El género de las entrevistas

Las entrevistas enriquecen a los periodistas. En el caso de quien esto escribe fue un privilegio hacerlas a personas como Severo Ochoa, María Zambrano, Jorge Guillén, Gerald Brenan, Julio Caro Baroja, Dámaso Alonso o Antonio Luque

El Premio Nobel Severo Ochoa, antiguo estudiante del Instituto Gaona.

El Premio Nobel Severo Ochoa, antiguo estudiante del Instituto Gaona. / L. O.

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

En el ejercicio de la profesión el periodista se enfrenta con temas a veces desagradables, anodinos, interesantes, de palpitante actualidad, de compromiso… y, en algunos casos, son un auténtico privilegio, como entrevistar a personajes que parecen inasequibles y que en un momento determinado se cruzan en nuestro quehacer diario o cuando una búsqueda da el resultado apetecido. Uno de los casos que no olvidaré nunca (no sé si lo he contado alguna vez en estos reportajes) fue el encuentro en el Parador de Gibralfaro con Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina en 1959.

Supe de su llegada a Málaga para recibir de nuestra Universidad la entrega del título de Doctor Honoris Causa, una distinción académica que se concede en casos excepcionales.

En Severo Ochoa, a su prestigio y fama mundial, se unía que estudió el bachillerato en el Instituto Gaona de nuestra capital. Grabadora en ristre y acompañado de Bienvenido Guirado, uno de los fotógrafos de Málaga que mejor archivo atesoró (hoy se conserva afortunadamente en nuestra Universidad), nos plantamos en el Parador con intención de ser atendidos por el ilustre personaje. Estaba tomando el sol, rememorando sus lejanos días de la Málaga donde residió durante su juventud.

Cuando interrumpimos su descanso contemplando el mar desde la altura, Severo Ochoa nos atendió con una exquisitez admirable y con la mayor afabilidad que hoy, tantos años después, aún recuerdo.

Antes de poner en marcha la grabadora, dialogamos sobre sus años malagueños. Nos dijo que ahora le parecía que el clima de Málaga era más frío que cuando estudiaba, pero inmediatamente, rectificó: «Bueno, es que ahora soy mayor».

Me dijo que lo primero que hizo al llegar a Málaga después de tantos años fue buscar al catedrático de Química del Instituto Gaona, que le interesó en la asignatura. Eduardo García Rodejas, ya muy mayor, lo recibió en su domicilio de la calle Císter y tuvieron un reencuentro emocionante. El gran sabio tuvo el gesto admirable de dialogar con la persona que enseñó los principios de la química.

La entrevista grabada se emitió en la emisora de Málaga de Radio Nacional y al día siguiente se publicó en las páginas de Málaga del periódico Ideal.

El género de las entrevistas

Exposición sobre María Zambrano en 2004 en el Archivo Histórico Provincial. / Arciniega

Personajes inolvidables

Otras entrevistas o interviús (prefiero entrevista) que hice en los años de ejercicio profesional, unas veces radiadas y otras publicadas en Ideal, Pueblo y La Tarde, casi todas ellas perdidas, enriquecieron mis conocimientos en materias que no dominaba. Sin orden alguno, recuerdo dos entrevistas, en años diferentes, con Jorge Guillén, el poeta vallisoletano que eligió el Paseo Marítimo de Málaga para pasar sus últimos años. Como decimos en Málaga, tenía una recámara para hablar de sus compañeros; se podían entender como reales o como críticas, porque solía reír después de las respuestas.

Me encantó la serenidad en las contestaciones de una gran dama a la que entrevisté por teléfono, porque por razones de salud se quedó a vivir en Madrid después del largo exilio. Me refiero a la filósofa María Zambrano, nacida en Vélez-Málaga. Sus respuestas fueron medidas y justas. Una delicia recordarlas.

Otro personaje fue Dámaso Alonso, que era entonces director de la Real Academia de la Lengua, la RAE, la que ahora me está obligando a aprender de nuevo la lengua española porque los últimos acuerdos me dejan freído, que es tan correcto como frito, según dice quien respalda nuestra lengua con el lema ‘Limpia, fija y da esplendor’. Dámaso Alonso se desplazó a Málaga para dar una conferencia sobre el Arte Románico.

Con anterioridad, y en dos o tres ocasiones, entrevisté a otro director de la RAE: Manuel Alvar. Estas frecuentes entrevistas tenían una razón de ser, porque como director de los Cursos para Extranjeros cada año se desplazaba a Málaga y cuando tenía tiempo libre, también, y se incorporaba a la tertulia de la plaza del Obispo.

También fue telefónica la entrevista a Gerald Brenan. Estaba muy mayor pero tenía una gran vitalidad. En la charla surgió la poesía de San Juan de la Cruz, de la que era un gran admirador y conocedor. Incluso me dijo (textualmente) en el curso de la entrevista que muchos poetas españoles de la actualidad «no saben nada de la poesía de San Juan de la Cruz»,

Julio Caro Baroja

De los intelectuales con los que tuve ocasión de hablar e incluso de entrevistar destaco la que me concedió en unas circunstancias muy especiales Julio Caro Baroja, no muy dado a hablar con personas ajenas a su mundo.

El sobrino de Pío Baroja era antropólogo, historiador, ensayista… un hombre de una cultura excepcional. Como frecuentaba la tertulia de la plaza del Obispo cuando venía a descansar en Churriana en la histórica finca Carambuco, lo conocí porque la que hoy es mi mujer trabajaba en la tienda de antigüedades sede de la tertulia. Caro Baroja invitó un día a Salvador Blasco, titular del comercio de antigüedades, a pasar un día en Carambuco, invitación extendida a su familia, entre ellas a la que ya era y es mi mujer.

La ocasión surgió de forma espontánea. Hablando de la colaboración que estaba prestando de forma desinteresada a la creación del Museo de Artes Populares de Málaga, le hice algunas preguntas y… surgió casi una entrevista. No tenía grabadora a mano y, me atreví a decirle, si me autorizaba a seguir el diálogo para convertir en entrevista lo que estábamos hablando. Accedió, y un par de días después la publiqué en La Tarde.

Como regalo de boda, Julio nos obsequió con dos dibujos japoneses enmarcados, que siguen colgados en una habitación de nuestra casa.

El género de las entrevistas

El malagueño Antonio Luque, fundador de Isofotón. / Arciniega

De todas las profesiones

No puedo calcular el número de personas entrevistadas a lo largo de más de cuarenta años, tanto para periódicos, radios y revistas. Dejando para otra ocasión las relacionadas con el cine y teatro, que son incontables, de otras ramas de la cultura, la industria, la política, la actualidad, urbanismo y de la vida cotidiana, como los biznagueros, los vendedores ambulantes y turismo, confieso algo que reconozco.

De ellos, de sus declaraciones, opiniones, informaciones, saberes… aprendí y enriquecí mis conocimientos. Por ejemplo, de las entrevistas con Eugenio Chicano, Evaristo Guerra, Luis Molledo, Paco Hernández, Alfonso de la Torre, Guevara, Durante, De la Rúa y otros muchos pintores malagueños y no malagueños aprendí lo poco o mucho que sé de una de las bellas artes.

A novelistas, poetas, periodistas, músicos, arquitectos, labradores, ganaderos… y un largo de fin de profesionales debo parte de mi cultura. Hasta de ferrocarriles, cuando entrevisté a la máxima autoridad de los ferrocarriles de la República Argentina.

Sin olvidar la que hice a don Antonio Luque López, Ingeniero de Telecomunicación, experto en energía fotovoltaica, que creó el sistema Isofotón. Le hice la entrevista antes de Isofotón. Estuve, si mal no recuerdo, en una villa del Paseo de las Acacias, gracias a un señor (don Francisco Fernández de Córdoba) que me informó de la existencia de un joven ingeniero que «dará que hablar». Quizá el doctor Honoris Causa de la Universidad de Málaga se acuerde de aquella entrevista. Para mí fue un gozo hablar con él.