El pozo de Colmenarejo, un trozo de historia a cargo de los vecinos

Se encuentra en la confluencia de las calles Agatita, Marco Polo y Mari Sancha, en la plaza alta de Colmenarejo y son los vecinos de este barrio de Campanillas quienes se encargan de custodiarlo y mantenerlo.

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Micaela Padilla, del vecino bar Miguel, llamado así en recuerdo de su padre, Miguel Padilla, que abrió el bar y con anterioridad un kiosco en la plaza, tiene la llave de un artístico pozo revestido de piedra, cubierto con tejas y coronado con una veleta en forma de gallo. Es el pozo de Colmenarejo, uno de los símbolos más queridos del barrio, aunque hace muchos años que perdió su función.

«El pozo no se llenaba de agua, la que tenía era un venero por lo alto de la tierra, un arroyiyo que pasaba por dentro», cuenta Micaela. A su lado está José Ángel Moreno, presidente de la Asociación de Vecinos Don José Cañete de Colmenarejo, que recuerda que el agua que daba era «buenísima pero con las obras del vertedero esto se terminó y hoy está como adorno histórico». 

Según informa el Archivo Municipal, con anterioridad hubo un pozo pero fue reformado, con el aspecto actual, en 1959. Las obras trajeron de la mano una fuente y abrevadero para animales y un lavadero, ya desaparecidos.

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José Ángel Moreno informa de que a la inauguración acudió el obispo Ángel Herrera Oria, que en Colmenajero mandó además levantar una escuela rural.

En 2008, Salvador Padilla, hijo de Miguel, así como Andrés Muriano y otros vecinos trabajaron para reparar el pozo, reemplazar la veleta y darle una segunda vida. Aunque sin uso, sigue siendo una de las piezas patrimoniales más queridas de Colmenarejo junto con la antigua escuela rural.