Entrevista | Lola Cabrillana Escritora

«Si no conoces la historia y la cultura gitana no puedes entenderla»

Maestra de Educación Infantil y autora de dos novelas, «Voces color canela» y «La maestra gitana», Lola Cabrillana ha conseguido plantear numerosas innovaciones educativas y llegar a vender en EEUU sus libros

«Empatizar ayuda a entender que somos distintos y que eso nos enriquece»

Lola Cabrillana en la playa de Carvajal, Benalmádena, donde se gestan las historias de sus novelas.

Lola Cabrillana en la playa de Carvajal, Benalmádena, donde se gestan las historias de sus novelas. / La Opinión

Isabel Cisneros

Lola Cabrillana es una mujer polivalente. Es maestra de Educación Infantil y autora de dos novelas, «Voces color canela» y «La maestra gitana». En todos los ámbitos de su vida y en su cuenta de Twitter se encarga de luchar contra los estigmas del pueblo gitano, al que ella misma pertenece.

Además de ser maestra y escritora, ayuda los fines de semana a su hermana en su puesto del mercadillo, ¿cómo lo hace?

Tiene un coste a nivel personal muy grande. No soy amiga, no soy hija, no me da tiempo. El mercadillo es duro, pero sería incapaz de dejar a mi hermana sola para montar esos hierros. Allí convivo con muchas culturas y me lo paso bien. Es mi terapia. Vender, lo que es vender, no, jajaja.

Empezó como cuentacuentos, se abrió Twitter y ahora su segunda novela se vende en Estados Unidos.

iba de cuentacuentos por bibliotecas y colegios y cuando conocí el cole Misioneras Cruzadas de la Iglesia, del distrito de Palma-Palmilla, me enamoré y lo dejé todo por dar clases allí. Me abrí Twitter en anónimo y empecé a colgar mis hilos con mis historias, actividades en clase y resolución de conflictos. Mis seguidores y compañeros me animaron a escribir un libro a partir de ahí. Yo siempre quise y me autopubliqué en Amazon. Lo compraron y el boca a boca lo posicinó como número uno en ventas durante semanas. Las editoriales se fijaron en él y me propusieron varios proyectos. Ahora ha empezado la venta en Estados Unidos gracias al éxito aquí y nunca me lo hubiera imaginado. Que fuese demandado en español era impensable. Estoy muy contenta.

En sus libros habla del pueblo gitano, de su cultura y de los estereotipos.«Voces color canela» es el primero, ¿de qué trata?

Está basado, tristemente, en hechos reales. Cambian los nombres y las circunstancias, pero es la historia de diez mujeres que sufren racismo y de cómo lo canalizan. Tiene mucho amor y se escribió con mucha ilusión.

Por cierto, firma con un apellido que no es el suyo, ¿no?

Me llamo Lola Flores. Además de que no era un nombre comercial, de pequeña siempre suscitaba risas y no entendía el por qué. Un día, con 4 ó 5 años, le pregunté a mi abuela su apellido y me apropié de él. Desde entonces, mi familia empezó a llamarme Lola Cabrillana también y me parecía bonito firmar con el pseudónimo.

En «La maestra gitana», ¿hay mucha autobiografía?

Mara es la maestra gitana, como yo. Tiene mucho de mí en cómo dar las clases, en el enfoque del aprendizaje. Las actividades que hace Mara en clase son las que hago yo, y lo que me sorprende es que mis compañeros las están reproduciendo. El personaje con más fuerza es el padre de Mara, que básicamente es el mío; con uno pilares muy sólidos.

¿Cómo es usted cómo maestra?

Pues yo lo que digo es que no tengo 25 niños, sino 25 realidades a las que intento dar respuesta. Trabajo la diversidad, lucho contra el absentismo escolar y no baso el aprendizaje en la relación entre alumno y libro. Es muy difícil porque en el colegio en el que doy clase hay muchos niños con vidas muy difíciles, pero lo intento. Cada día al llegar pretendo, desde el primer momento, que tengan un entorno estable, lleno de cosas que puedan utilizar como referentes. Cuando los profesores pedimos una bajada de ratio no es por gusto, es para poder atenderlos mejor. Siempre doy las clases con mucha emoción y amor, de eso mucho. Si me sale o no, ya no lo sé, pero que lo intento te lo aseguro.

¿Y como escritora?

Pues fue una evolución natural desde que fui cuentacuentos. Yo siempre quise publicar un libro. Me quedé con uno de los proyectos que me ofrecieron que es muy bonito sobre el pueblo gitano. Me enamoré de la iniciativa y aquí estoy. Ahora estoy escribiendo la tercera novela, que también es muy especial, pero no es una segunda parte de «La maestra gitana».

¿Cómo se transmite a los niños que la discriminación no es una opción?

En mi clase es muy fácil, solo hay una clave, aceptar las diferencias. En ese momento están desarrollando la capacidad de empatizar y eso es lo que ayuda a entender que somos distintos y que eso nos enriquece. Es mucho más sencillo que con los mayores.

Ha dicho alguna vez que «ser racista está de moda».

Es muy triste. Antes demostrar en público que eres racista estaba mal visto, era impensable. Te lo explico con un ejemplo: un chico de las redes sociales se puso en contacto conmigo y me contó que estaba en una terraza sentado con su familia, que llegó otra y el camarero le mostró complicidad porque expresaron que no querían sentarse a su lado porque son gitanos. Nos olvidamos de que ser racista en este país es un delito y que está penado. Ahora cuando hay gente que dice que no le gustan los gitanos, el colectivo LGTBI, las personas con discapacidad... las minorias, en general, simpre hay alguien que lo apoya y no se esconde.

Cabrillana recibe el premio CODAPA por su reivindicación en su labor educativa. | LOLA CABRILLANA

Cabrillana recibe el premio CODAPA por su reivindicación en su labor educativa. | LOLA CABRILLANA / isabel cisneros. málaga

Actualmente la situación política española tiene estos debates sobre la mesa constantemente, ¿le da miedo el futuro?

Me da miedo que entren a gobernar partidos políticos que no entienden ni están para defender los derechos de las mujeres y de las minorías. Pienso que si todo el mundo perteneciese a una minoría, como yo, y sintiera el miedo de que sus derechos pueden irse, que son vulnerables, la cosa cambiaría. De hecho ya se está viendo que donde gobiernan algunos partidos esos derechos se vulneran con facilidad y se están vulnerando ahora mismo.

Habla de censura y de vulnerar derechos, ¿ podemos vivir un retroceso?

Claro. Es lo que da miedo, un retroceso. Por ejemplo, la comunidad LGTBI, que tanto tiempo les ha costado y el tiempo que han tardado en conquistar derechos que deberían haber sido suyos hace mucho. Ahora pueden verse afectados y sin un respaldo por parte de la política. Eso es retroceso.

Todas estas reivindicaciones de las que habla las hace públicamente en su cuenta de Twitter.

Es un altavoz muy potente que hay que utilizar para cosas como ésta. Yo ahí me expreso libremente e intento denunciar las injusticias que veo.

Precisamente por todo esto, el Partido Socialista de Málaga le ha otorgado durante la Feria de este año el «Premio al Liderazgo Social», ¿cómo vivió esto?

Me llamó el representante del PSOE en Benalmádena y me comunicó que habían pensado en mí y que si estaba de acuerdo. Le dije que por supuesto y que estaba encantada. Después fue Dani Pérez, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, el que se puso en contacto conmigo para formalizar el día, la hora y ese tipo de cosas. Fue un momento muy emocionante, porque no es solo un premio, es exactamente el reconocimiento de que mi trabajo va por buen camino y que hay personas que están atentas

Otro de sus logros está en el ámbito académico, como maestra. Ha conseguido eliminar el absentismo en su clase después de todo un proceso, ¿cómo lo hizo?

Lo primero fue acercarme a sus realidades para entender qué ocurría. Hay de todo. Existen familias que aun no le dan importancia a los estudios y otras que, por el trabajo que tenían no podían compaginarlo. La Educación Infantil no es obligatoria y es complicado que lo comprendan. Yo lo que hice fue grabar a sus hijos mientras estaban en clase divirtiéndose. También les enseñé cómo se iban quedando atrás... porque se nota. Con mucho esfuerzo conseguí eliminar el absentismo este año.

En la portada de «La maestra gitana» hay un pueblo detrás, ¿cuál es?

¡El mío! Es Benalmádena. En el libro hay mucho de Málaga: está ambientado en una aldea ficticia de Benalmádena, se cuenta la historia de las «tortas locas», salen los camperos, el terral...

Es una mujer gitana, ¿cómo está el machismo ahora mismo en el pueblo gitano?

Yo creo que está avanzando mucho. No al ritmo que a mí me gustaría, pero está evolucionando. Las cosas están cambiando. La mujer cada vez tiene un papel más empoderado, está claro. Que hay mucho machismo, igual que en el resto de la sociedad. Que se avanza a un paso más lento es la realidad, pero nuestras nuevas generaciones están cambiando y yo lo veo en las redes sociales.

¿Por qué se relaciona a los gitanos con el conflicto?

La gente está muy equivocada con que las leyes gitanas significan resolver a porrazos. Las leyes gitanas lo que promueven es el diálogo y solucionar el conflicto de forma dialogante, con ayuda. La palabra patriarca no la utilizamos, nosotros lo llamamos «persona de respeto», que son mediadores. Suele ser la persona mayor de la familia, con valores y que sabe relacionarse, tienen una forma muy coherente de solucionar conflictos. Cuando hay un conflicto se recurre a él o a ella, porque ahora hay hombres y mujeres de respeto. En el centro de España hay muchas, aquí cuesta más encontrarlas. Aunque por detrás del hombre de respeto siempre hay una mujer negociando por debajo. La prensa ha hecho mucho daño porque cuando hay un conflicto y hay algún gitano, el titular es gitano con letras mayúsculas, pero cuando hay algo positivo no hay tanta repercusión. También es cierto que hay una parte de la población gitana que sí participa en el conflicto, pero como en todas las poblaciones.

Tienen un concepto diferente de la familia.

La familia es intocable. La unión familiar es nuestro apoyo y no lo entendemos de otra manera. Es algo muy natural para nosotros.

Ha dicho una frase de su padre: «no se puede amar lo que no se conoce».

Siempre la uso en mis ponencias. En varias ciudades de España doy formaciones a los equipos docentes sobre cómo trabajar con población gitana, mediación, el conocimiento de la cultura y de la historia... Si tú no conoces la historia y la cultura gitana, no puedes entenderla. Tú piensa que un pueblo que ha estado castigado continuamente, con más de 250 disposiciones legales para que sea exterminado, no puede tener el mismo desarrollo que un pueblo que ha tenido facilidades en la vida. Entender eso nos hace comprender la condición del gitano y su forma de vivir.

Dice que hay que cambiar la palabra integración por asimilación.

Hay programas guionizados que nos han hecho mucho daño y con los que no nos sentimos identificados, que crean estereotipos. Me gusta más la palabra asimilación porque me parece que es aceptar una cultura sin el hecho de que desaparezca, respetándola. La diversidad suma, la diversidad aporta. Aun hay gente que por apellidarse «Heredia» o «Cortés», no tiene un alquiler o un trabajo estable y al final terminan viviendo aislados donde les dejan. Eso sigue pasando y yo lo veo a diario. Cada vez estamos más mezclados pero es muy difícil.

¿Tiene próximos proyectos a la vista?

Pues ahora estoy escribiendo la tercera novela, que no es la segunda parte de «La maestra gitana», pero es en la misma línea. En septiembre empiezo de nuevo en el colegio y los fines de semana a seguir ayudando a mi hermana en su puesto del mercadillo.

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