Crónicas de la ciudad
El garum: el producto milagroso de los romanos
Los estupendos paneles explicativos de las piletas del Rectorado van más allá del tópico e informan sobre las cualidades asombrosas de la salsa de garum
En los últimos años, los malagueños han tenido la suerte de convivir con algunos restos de una de las primeras ‘revoluciones industriales’ de la Historia, muy anteriores a la máquina de vapor, pues en esta ciudad costera perlada de merenderos, nunca han dejado de estar presentes la pesca y la industria del pescado.
Por eso, a los clásicos yacimientos con piletas para el garum que pueden verse tanto en el Rectorado, donde se han documentado 38, como en mitad de la calle Alcazabilla -y hay muchas más en Málaga- este verano ha habido que sumar la pileta localizada en el yacimiento del Cerro del Villar, excavada por un joven equipo de la Universidad de Marburgo, coordinado por la Universidad de Málaga.
Pese al sitio donde se localizó, la pileta no guarda relación con los fenicios sino que, como precisaba este verano el catedrático de Arqueología de la UMA, Bartolomé Mora, habría que datarla en los siglos IV o V después de Cristo, es decir, que sería contemporánea de las de calle Alcazabilla.
Es curioso pero en esto del garum los malagueños hemos hecho nuestros cuatro tópicos, los suficientes para retener que esta salsa era un éxito en Roma, como el tópico que siempre nos recuerda que la zarina Catalina la Grande recibió vino de Málaga, aunque no tantos saben que era una bebida preferente para los primeros presidentes de los Estados Unidos, empezando por George Washington.
Para ampliar el conocimiento general sobre el garum -del que por supuesto Malaca no era la fabricante exclusiva pues en la Península se realizaba, sobre todo, en muchos puntos costeros del sur de Hispania, además de en Baleares- los estupendo paneles explicativos que hay en el Rectorado van más allá de lo mil veces reiterado y amplían la información sobre este subproducto de la salazón.
Por ejemplo, nos cuentan que esta salsa, que podía hacerse de varios tipos (con gambas, ostras, lubinas, morenas, boquerones, chanquetes...) abría el apetito y facilitaba la digestión.
Además, se empleaba en la cocina para sustituir la sal y por ello, también servía para conservar carnes y trufas... y para combatir los malos olores domésticos.
Pero lo más curioso de lo que informan estos paneles, que son una obra de arte compositiva, es de que además de nutritiva, a la salsa de garum se le presumía que curaba quemaduras, eczemas, úlceras, problemas de estómago y hasta la disentería. Y con harina de pescado también curaba a los animales y servía... de fertilizante.
En resumen, todo un producto milagroso de la antigua Roma.
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