Mirando atrás

Las cenizas y el resurgir de Proteo, en imágenes

El libro ‘Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños’, reúne cerca de 200 fotografías de Lucía Rodríguez Vicario que documentan el incendio de 2021 y el duro volver a comenzar de la veterana librería. Con prólogo de Antonio Soler, el libro se edita a beneficio de Proteo. 

Lucía Rodríguez Vicario, esta semana en Proteo con su libro de fotos a beneficio de la librería, junto a baldas con libros quemados en 2021.

Lucía Rodríguez Vicario, esta semana en Proteo con su libro de fotos a beneficio de la librería, junto a baldas con libros quemados en 2021. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Cuando disparó la cámara cuenta que no se percató del título del libro. Fue después, al revisar lo que había fotografiado, cuando descubrió que la portada en primer plano, con un fondo de libros ahumados por el fuego, era la de ‘Fahrenheit 451’ de Ray Bradbury, la distopía sobre un mundo con los libros en peligro, además de que 451 grados Fahrenheit es la temperatura a la que arde el papel.

La novela ‘Fahrenheit 451’ de Ray Bradbury estuvo entre los volúmenes dañados por el incendio de mayo de 2021.

La novela ‘Fahrenheit 451’ de Ray Bradbury estuvo entre los volúmenes dañados por el incendio de mayo de 2021. / Lucía Rodríguez Vicario

Es una de las cerca de 200 impactantes fotografías del libro ‘Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños’ (25 euros), presentado el pasado jueves en el Tercer Piso de esta librería, obra de la malagueña Lucía Rodríguez Vicario, con prólogo del escritor malagueño Antonio Soler, que no ha dudado en sumarse a esta iniciativa. 

Publicado por Ediciones del Genal, la editorial de la librería, la autora ha querido que todos los beneficio sean para Proteo porque narra el proceso de desaparición y resurgir de las cenizas de esta librería fundada en 1969, que en la madrugada del 6 al 7 de mayo de 2021 quedó arrasada por el fuego provocado por un cortocircuito eléctrico. 

De hecho, en tres grandes bloques temáticos -Ceniza, Cemento y Papel- detalla en imágenes la destrucción, reforma y renacimiento de la librería. 

Presentación del libro sobre Proteo en el Tercer Piso, con Jesús Otaola, Lucía Rodríguez Vicario y Héctor Márquez.

Presentación del libro sobre Proteo en el Tercer Piso, con Jesús Otaola, Lucía Rodríguez Vicario y Héctor Márquez. / Proteo

«Mi suegro era de los que tenía cuota mensual y con 14 o 15 años, mi pareja y yo ya estábamos por Proteo dando vueltas», cuenta Lucía Rodríguez Vicario (Málaga, 1970).

Enfermera del Materno y pintora -en un curso tuvo como maestro a Antonio López, de quien destaca su sencillez y cercanía-, cuenta que el arte le empujó a la fotografía, otra forma artística y así en 2016 se animó a estudiar el ciclo superior en la Escuela de Arte de San Telmo.

Fotografía con la que se abre ‘Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños’, con libros destruidos por el fuego.

Fotografía con la que se abre ‘Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños’, con libros destruidos por el fuego. / Lucía Rodríguez Vicario

Por eso, cuando se incendió Proteo, recuerda que Pedro, su marido, dio por hecho que ella se acercaría a hacer fotos para su blog, «pero me entró el sentimiento de que iba a invadir algo y no fui, era una cosa dolorosa e íntima»

Sin embargo, cuenta que pasaron los días, estaba embarcada en una exposición fotográfica sobre el histórico Instituto Gaona y el de Martiricos y una amiga le enseñó un «librito» del mexicano Eduardo Ruiz de Sosa, titulado ‘Cuántos de los tuyos han muerto’. «Eran relatos ambientados en la pérdida, en ese momento no sabíamos si Proteo iba a abrir o no y me dije: Tengo que hacerlo», confiesa. 

El pellizco

Su primera visita fue en junio. El gerente Jesús Otaola le abrió la puerta y comenzó a disparar con su cámara por la librería incendiada. «Al principio veía espacios grandes, veía detalles, todas esas cositas derretidas y de pronto, cuando me paro y me quito la cámara de la cara me dio como un pellizco, porque no me acordaba de cómo estaba esto antes». 

Para Lucía fue un reto y cuenta que lo que le dio «ganas de seguir» fue la capacidad de la fotografía de ser testimonio de un momento como ese, lleno de ceniza y destrucción, que también podía olvidarse sin ella. «Seguí haciendo fotos hasta la cuarta planta, fue impresionante», recuerda. 

El Principito, en la soledad de la sección infantil de Proteo.

El Principito, en la soledad de la sección infantil de Proteo. / Lucía Rodríguez Vicario

Lucía Rodríguez siguió fotografiando la librería los días siguientes, en horas distintas para ver cómo incidía de forma distinta la luz y confiesa que en ella se mezclaba el sentirse una privilegiada por poder realizar ese trabajo con la realidad de la devastación de la librería a la que acudía desde adolescente. 

Finalizado este primer trabajo, la fotógrafa malagueña pensó en  convertirlo en un libro físico y regalárselo a Proteo, pero como explica, «ya en octubre, cuando empezó la obra de reforma, Jesús me llamó y me pidió que me pasara a hacer algunas fotos»

Las 40 visitas

Fue entonces cuando le planteó al gerente que «lo bonito de este trabajo» era ya fotografiar todo el proceso, que terminaría con la reapertura de la librería. 

Como recuerda, desde su primera entrada en la librería para examinar los estragos del incendio, cámara en ristre, hasta la reapertura visitó Proteo en 40 ocasiones.

También aprovechó para realizar una treintena de vídeos de todas las fases de la librería, a cuyo enlace se puede acceder en el libro a través de un código QR.

Una de las fotos del resurgir de la librería Proteo.

Una de las fotos del resurgir de la librería Proteo. / Lucía Rodríguez Vicario

Miles de fotos, de las que ha seleccionado cerca de 200 para este libro, que cuenta con citas de Alfonso Canales y Paco Puche, el fundador de Proteo, fallecido al poco de incendiarse la librería, extraídas de su libro de memorias ‘Un librero en apuros’. Todas las citas han sido escogidas por la fotógrafa malagueña. Del libro de Paco Puche cuenta precisamente que no lo conocía y que se lo leyó «en dos ratillos porque me entusiasmó, me dio mucha pena que no estuviera», subraya. 

Lucía Rodríguez confiesa estar «muy contenta» porque el libro ya está en la calle y ha podido trabajar en él con total libertad. 

Un momento de las obras de reforma de Proteo, con las estanterías a la espera.

Un momento de las obras de reforma de Proteo, con las estanterías a la espera. / Lucía Rodríguez Vicario

Pilar Guerrero, presidenta del consejo de accionistas de la empresa de Proteo y Ediciones del Genal, ha querido agradecer el trabajo de Lucía, «clienta de la librería, porque ha dejado un testimonio que no se va a olvidar, con fotos sobrecogedoras y muy interesantes que quedan ya para la posteridad». Como subraya, «la idea tanto de ella como de nosotros era la de transformar la tragedia del desastre en esperanza de continuidad y en arte, porque es un libro de arte, así que no se puede pedir más». 

La última foto del libro, la apertura de Proteo.

La última foto del libro, la apertura de Proteo. / Lucía Rodríguez Vicario

También habló para La Opinión el gerente de Proteo Jesús Otaola, quien resaltó que la obra ha supuesto «una grandísima y grata sorpresa, porque si no es por ella no hubiéramos tenido una memoria gráfica de todo esto, así que el libro se convierte en algo único e inigualable». 

Jesús destacó que el libro, por su tamaño y calidad, tiene un precio simbólico y está pensado para todas las personas que en este tiempo se han interesado por la veterana librería. Un libro, además, con final feliz. Como dejó escrito Paco Puche: "Para poder seguir repartiendo sueños"

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