Opinión | Málaga Solidaria

Contra el absentismo

Tras una serie de años con un descenso paulatino en el abandono escolar, la pandemia y sus efectos nos ha traído también un aumento relevante en las tasas, principalmente de jóvenes residentes en zonas desfavorecidas. Hemos podido leer artículos en prensa sobre cómo la Junta de Andalucía ha puesto en marcha programas como el Impulsa en 88 centros de Málaga e, incluso, la apertura de nueva convocatoria para proyectos innovadores que permitan fortalecer competencias claves para la mejora educativa y la lucha contra el fracaso. Muchos de estos centros se encuentran ubicados en las zonas de intervención de la Estrategia Andaluza para la Cohesión y la Inclusión Social (Eracis), espacios en los que entidades como INCIDE lleva actuando desde hace más de veinte años y a los que ha dedicado experiencia, innovación y un altísimo nivel de compromiso dentro de la escuela.

Trabajar con los y las jóvenes que dejan los estudios requiere no solo una atención dentro de los centros y la apuesta por integrar a toda la comunidad educativa, sino también un apoyo que las entidades sociales intervinientes en el territorio prestan con la atención directa a la juventud, caso a caso, acercándose a su realidad y, sobre todo, hablando con las familias e incluso con el mismo colegio o instituto con los que hay que llevar a cabo en algunos casos labor coordinada para adoptar medidas y un apoyo real a cada alumno/a. No sirven metodologías estandarizadas por muy innovadoras que se presenten si no se lleva a cabo una intervención integral en el entorno y eso es algo que INCIDE conoce muy bien. Así hemos enfocado programas tales como Ábaco, Prevención del Absentismo, Asperones Avanza, Impulsa o, recientemente, las actuaciones de Apoyo educativo dentro de Eracis. En todos ellos nos hemos acercado a las causas y motivaciones para el absentismo que puede deberse a falta de estímulo, a escaso interés pero también a miedo, a frustración, a las consecuencias del Covid, a las profecías autocumplidas derivadas de lo que se espera de ellas/os por ser de una determinada barriada o de una población concreta. Tantas causas como personas. Y en esto la escuela tiene que salir a la calle y las entidades tenemos que mantener el compromiso de acompañarles. Sin eso las tasas seguirán subiendo y, lo que es peor, cada uno y cada una de esas jóvenes sufrirán las consecuencias no de una inacción pero sí de nuestro fracaso.