Opinión | La Libreta del Duque de Chantada

Katsikaris y los seis principios de Faraday

Fotis Katsikaris, durante un partido.

Fotis Katsikaris, durante un partido. / GREGORIO MARRERO

Albert Einstein tenía colgado en la pared de su estudio tres retratos. Isaac Newton, James Clerk Maxwell y Michael Faraday ilustraban las estancias del mayor genio científico del siglo XX. Faraday es un científico británico que descubrió, entre otras muchas cosas, la inducción electromagnética o la electrólisis. A él se deben términos científicos tan usuales como ion, electrodo, ánodo o cátodo. Por convenio, aunque no siempre es así, se adopta el sentido de que la corriente sea del ánodo (polo positivo) al cátodo (polo negativo). El cátodo, desde el punto de vista de la química, es cuando un electrodo sufre una reacción de reducción. Faraday lo bautizó así por su etimología que significa «camino descendente» o «de salida». Del griego «catá» -hacia abajo- y «odós» -camino-. Vamos que más que el entorno el que está negativo parece ser el equipo porque el camino descendente que lleva empieza a enseñar la salida.

En los últimos tiempos hemos oído muchas frases grandilocuentes en rueda de prensa después de los partidos del equipo cajista. «Tenemos que ser más inteligentes en algunos momentos» tras el Baskonia, «hay unas cosas que deben entrar en el cuerpo de los jugadores. Si no jugamos al límite va a ser difícil ganar partidos» tras el Fuenlabrada. «Siempre veo el vaso medio lleno, soy muy optimista, no me gusta la miseria de buscar siempre el lado negativo» en el parón de las ventanas. «Nuestra defensa fue horrible. Falta de concentración, mala lectura y no jugamos con la energía que necesitaba este partido. Es una buena lección para nosotros», tras el Dijon. «Cuando ganamos es porque el otro equipo es malo, siempre nos quedamos con lo negativo» y «encaramos el partido con la mentalidad equivocada, sin energía. Espero que no repitamos un partido como este», tras el Lavrio. El problema es que el vaso ya no está medio lleno o medio vacío. El vaso está casi vacío y un año después el equipo está igual o un poco peor de cómo lo dejó Luis Casimiro. Y eso es un drama.

El problema es que cuando un líder «amenaza» tiene que cumplir o sus palabras irán quedando en el olvido. No se puede repetir cada 15 días: «Es una lección para nosotros», «Esto no volverá a pasar»… Obradovic, Scariolo, Laso, Xavi Pascual... ¿Cuántas veces repetirían estas palabras? Si los jugadores no se involucran se les avisa, a la siguiente se les pone un chándal cómodo y se van al fondo del banquillo a la espera de una rectificación o una salida del equipo. Amenazar y no cumplir es perder autoridad. No es algo nuevo, ha pasado, pasa y seguirá pasando en los banquillos, en las empresas y en nuestras casas. No hablo de la tan de moda «Mano dura o mano blanda», hablo de autoridad y para tenerla en un grupo tampoco hace falta gritar.

Yo, que siempre intento ser positivo y ver el vaso medio lleno, agradezco las críticas a mi trabajo e intento reconvertirlas en estímulos para mejorar. Unicaja es una gran entidad y un gran club. Un equipo que cuenta con unos medios de comunicación que le siguen y le cuidan como no pasa en ninguna otra parte de la geografía española. Y hablo de cuidar, no de decir que todo está bien. Los grandes hombres y mujeres de este país lo son en parte porque no se rodean de aduladores, se rodean de gente que les dice lo que ven y lo que ellos piensan sin temor. En libertad. Esa es parte de la grandeza de este equipo y de esta afición.

Faraday vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX y de una obra de Isaac Watts, «The improvement of the Mind», que leyó con 14 años, sacó los seis principios de la investigación científica: Llevar siempre un pequeño bloc con el fin de tomar notas en cualquier momento, mantener abundante correspondencia, tener colaboradores para intercambiar ideas, evitar las controversias, verificar todo lo que se dice y no generalizar precipitadamente. Actualícenlo a este siglo XXI y poco más tengo que decir. Suerte, buenas fiestas y poneos la mascarilla... Salva vidas.