MIRANDO AL ABISMO

Luces y sombras

María Gaitán

María Gaitán

Siempre me he sentido un poco extraña en el mundo que habito, en este espacio social que me ha tocado transitar. Nunca he encajado del todo en ese ir y venir de tantas cosas que se hacen diariamente y que difícilmente resisten un análisis racional.

Soy una persona racional en el sentido filosófico de la palabra, esto quiere decir que me apego a la teoría filosófica de la elección racional. Esta teoría, que es una de las hipótesis éticas y morales más estudiadas y establecidas, dice lo siguiente: cuando tienes que decidir entre dos o más opciones en tu mente se ordenarán en una serie de preferencias prefijadas en un orden concreto y con una serie de cursos de acción, es decir, para realizar ‘A’, que es mi primera preferencia, necesito solventar los problemas ‘X’ e ‘Y’. Una vez que esto ha sucedido con cada opción se trata de elegir la que menos problemas nos reporte y más beneficios nos dé. En definitiva, se trata de pensar de forma crítica y de ver tu vida como lo hacen los narradores omniscientes en las novelas, es decir, se trata de contemplar las acciones desde fuera como si fuéramos un mero espectador.

Quizá sea por eso, porque tiendo a ver la vida como un observador, que no puedo entender algunas cosas de mi sociedad y de mis paisanos. No puedo entender, por ejemplo, el asombro de hombres y mujeres adultos ante el encendido del alumbrado navideño y no puedo entender que pueblos y ciudades de toda Andalucía fleten autobuses para traer a sus vecinos a verlas. Lo de la luz es algo curioso, todo el que te encuentras en estas fechas te pregunta si has ido a ver las luces. Entiendo que cuando Thomas Alba Edison llevó la luz eléctrica al mundo encendiendo la primera bombilla el 21 de octubre de 1879 todo su entorno y el universo mundo mirara aquella luz con el asombro y la curiosidad que traen consigo siempre los descubrimientos nuevos. Pero, a día de, hoy la luz y las bombillas no son ya un secreto para casi nadie y debería preocuparnos como sociedad que el alumbrado navideño cope nuestras conversaciones diarias y haga que el centro de la ciudad se abarrote noche tras noche.

No sé, a mí esto de las luces me suena, lo he visto antes. Nos hacen así perder el foco, que nos olvidemos de lo importante, que la inflación sigue subiendo, que sigue subiendo el precio de la luz, que hay recortes en sanidad y listas de espera inefables para ver a un especialista y que la nueva ley de educación sólo quiere que los niños y jóvenes sean analfabetos funcionales.

Ya he recordado de que me sonaba la estrategia del alumnado navideño. Es un clásico que nos acompaña desde tiempos del imperio romano: pan y circo.

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