EL CONTRAPUNTO

El New Walk

El New Walk...No, no es el nombre de un nuevo baile. Ni el de unas zapatillas deportivas. El New Walk en la ciudad de Leicester es una de las calles más hermosas de las Islas Británicas

New Walk, en Leicester

New Walk, en Leicester

Rafael de la Fuente

Rafael de la Fuente

Aquel enloquecido auriga estuvo a punto de atropellarme hace un par de días en una céntrica calle de mi pueblo con su patinete. Me salvé gracias a unos centímetros providenciales. ¡Dios sea loado! Me recordó este episodio a un artículo que publiqué en La Opinión de Málaga hace doce años. Gracias al patinetista desbocado la tentación de publicarlo de nuevo se ha convertido en un deber moral. Ustedes juzgarán. En realidad me encanta la idea. Tanto que se ha convertido en un impulso irrresistible. Supongo que como el que animó a aquel anónimo patinetista marbellí.

Pego aquel texto: Que enviaré a La Opinión inmediatamente. «Just in case». Y con gratitud. Pues quizás mañana las tormentas que ya se anuncian vuelvan a suspender el suministro eléctrico del lugar donde tienen ustedes su casa.

El New Walk... No, no es el nombre de un nuevo baile. Ni el de unas zapatillas deportivas. El New Walk en la ciudad de Leicester es una de las calles más hermosas de las Islas Británicas. Algo más de un kilometro flanqueado por árboles centenarios y casas patricias de impecable arquitectura georgiana o victoriana. Y plazas armoniosas intercaladas a lo largo del paseo. Además del edificio neoclásico que alberga el museo de la ciudad, tres iglesias, una católica y dos protestantes, acompañan en el recorrido. Legado, todo ello, de aquellos tiempos que supieron crear ciudades en estado de gracia.

Empieza el New Walk en Welford Place, en pleno centro de Leicester. Y termina en el Victoria Park y en la universidad que lleva el nombre de esta ciudad de las East Midlands, en el corazón de Inglaterra. Se diferencia también este paseo (que, por cierto, goza del mismo grado de protección urbanística que la catedral de la ciudad) de muchos otros del Reino Unido en algo muy especial. Desde hace más de 200 años ningún vehículo, de tracción animal o mecánica, ha dejado las huellas de sus ruedas sobre la tierra del paseo. Tampoco los caballos, con o sin jinete, ni siquiera las bicicletas. El reino del New Walk es tan sólo para aquellos que desean practicar el noble arte ser peatones. Sin competencia, estos son los señores de ese paseo que parece un parque. Por supuesto, todas las edificaciones tienen también acceso a dos calles paralelas. En realidad ellas son las que permiten, desde hace más de dos siglos, el estado privilegiado del New Walk.

Hasta hace unos cien años, el paseo era conocido como el Ladies’ Walk. Al principio, cuando se inauguró en 1785, decidieron los padres de la ciudad darle el nombre de Queen’s Walk. En honor de la Reina Charlotte, la esposa del Rey Jorge III. Intentemos imaginar el Paseo de las Damas, el New Walk, en una época como aquella que Jane Austen nos describía en sus novelas. Es obvio que en muchos aspectos vivimos en un mundo bastante más hirsuto y hostil que el de entonces.

Leicester tiene orígenes muy antiguos. ‘Civitas’ romana, muy importante, como lo prueban sus yacimientos arqueológicos. En la Inglaterra medieval, Leicester fue la capital de los dominios del Rey Lear. Y también sede de los Obispos de Mercia. A una veintena de kilómetros de la ciudad, en los campos de Bosworth, tuvo lugar en Agosto de 1485 aquella batalla que cambió radicalmente el rumbo de la historia de Inglaterra. Y en muchos aspectos también la de Europa. La sangrienta muerte de Enrique III en el campo de batalla entregó el trono de Inglaterra a su rival Enrique VII y a la Casa de Tudor. Nada sería igual a partir de aquel momento.

Mientras escribo estas líneas miro por la ventana del lugar donde trabajo. Los arboles del New Walk están espléndidos, en una tarde luminosa y fresca de finales del verano inglés. Diviso al otro lado del Walk una hilera de casas, construidas en los años del apogeo de la gran arquitectura victoriana. Ladrillos rojos, cercos blancos, aguilones, ‘bay windows’ y airosas chimeneas alternando con las ventanas de las buhardillas en los tejados de pizarra. En la actualidad todas son dependencias administrativas de la Universidad de Leicester.

He dejado para el final a otro gran personaje de Leicester: Thomas Cook. Como el rey Enrique VII, él también influyó en la historia de España y del mundo. Fue el pionero de un fenómeno socio-económico que sigue dejando sus huellas en todos los rincones del planeta: el turismo. Todo empezó aquí en Leicester. Un 5 de julio de 1841. Cuando Thomas Cook, un luchador infatigable contra la lacra del alcoholismo, organizó un viaje en tren para 570 miembros de la Temperance Society de Leicester. Muchos de ellos –los primeros turistas de la historia– tomaron el camino del New Walk para llegar a la estación. No lo sabían. Pero estaban a punto de inaugurar una época insospechada.

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