EL MUNDO POR DE DENTRO

La globalización liberal amenazada

La globalización liberal amenazada

La globalización liberal amenazada / Antonio Balibrea

Antonio Balibrea

Antonio Balibrea

La oligarquía empresarial y financiera mundial se reúne en Davos una vez superada la pandemia y con ellos los líderes políticos mundiales para debatir y proponer estrategias. Hace cuatro años ya hablamos del papel que juegan estos foros trasnacionales en el capitalismo mundial (‘Del Foro a los Beilderberger’. 27- I- 2018).

Coincidiendo con la apertura del Foro Económico Mundial de Davos, La Vanguardia (18-I-2023) reproduce un artículo del británico ‘The Economist’ éste, como de costumbre, recoge perfectamente, creo yo, el pensamiento y los intereses de la élite financiera mas conservadora bajo el título de ‘La nueva lógica destructiva que amenaza la globalización’. Resumo el planteamiento: Estados Unidos ha abandonado los acuerdos del Tratado de Washington sobre la liberalización mundial- «que sacó a cientos de millones de personas de la pobreza», aseguran con descaro-. Desde la crisis de 2008, «hoy ese sistema está en peligro. Los países se apresuran a subvencionar la industria verde, alejar la fabricación tanto de amigos como de enemigos y restringir el flujo de bienes y capitales. El beneficio mutuo queda fuera; y el beneficio nacional, dentro. Ha comenzado una época del pensamiento de suma cero». Y responsabilizan a Biden por abandonar «Las reglas del libre mercado». Una «política industrial agresiva» «a favor de la energía verde, los coches eléctricos y los semiconductores». La nueva política puede asegurar el predominio tecnológico de Estados Unidos sobre China pero, dice The Economist, desencadenará una peligrosa espiral de proteccionismo en todo el mundo: India, Corea del Sur, Indonesia,... «otro peligro es la furia de amigos y aliados potenciales en Europa y Asia». «Salvar la globalización puede parecer imposible, dado el giro proteccionista de la política estadounidense». «El sistema corre el peligro de derrumbarse por completo y poner en peligro la democracia liberal y el capitalismo de mercado». «La tarea es enorme y urgente; no puede ser más importante», concluye The Economist.

Es cierto que la Ley norteamericana de Reducción de la Inflación, (IRA por sus siglas en inglés), aprobada en agosto, a que se refiere, como los fondos Next Generation subvencionan la reindustrialización y el fomento de las energías renovables. Estados Unidos con la nueva ley aprobada por Biden se sitúa en línea con los acuerdos de París de los que se había descolgado Trump, y evita depender de China para las futuras baterías, igual que Alemania llegó a depender del gas ruso. Los semiconductores y chips son la base de las industrias punteras, militar entre otras. Las élites financieras no veían tanto peligro para la democracia liberal y el capitalismo de mercado cuando Putin o Xi lo limitaban en sus respectivos países, y han creado o subvencionado sus propios monopolios. A ello hay que añadirle la propuesta del presidente Biden de imponer reglas de funcionamiento a las grandes tecnológicas. «Necesitamos que las grandes empresas tecnológicas asuman la responsabilidad del contenido que difunden», ha escrito el presidente norteamericano. Pretende modificar la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones que protege a las empresas de tecnología de la responsabilidad legal por el contenido publicado en sus sitios, y lo escribió en el Wall Street Journal- diario de otro sector de la élite financiera- que usó para invitar a demócratas y republicanos a enfrentarse a las Big Tech de manera bipartidista, como en la ley del IRA.

El Comité Internacional de Rescate (IRC) ha publicado la lista de países en Emergencia en 2023. Están los países del Sahel, incluida la RD del Congo, excepto los costeros del Atlántico; los del cuerno de África; Yemen, Líbano, Siria, Pakistán, Afganistán y Myanmar en Asia; y Haití y Venezuela en Latinoamérica. Ucrania, el único europeo, es el décimo. Los 20 países en la lista de vigilancia del IRC representan alrededor del 90 por ciento de las personas en el mundo que necesitan asistencia humanitaria, el 81 por ciento de las personas que han sido desplazadas por la fuerza de sus hogares, el 80 por ciento de los que padecen inseguridad alimentaria aguda y solo el 1,6 por ciento del producto interno bruto mundial (PIB). Su precariedad es, en sí misma, un reflejo de las grandes desigualdades que dan forma al sistema global. No he leído ninguna propuesta de la élite de Davos para estos países en crisis. Biden ha celebrado una cumbre africana en Washington, ha propuesto una estrategia para el África Subsahariana y ha invitado al presidente de la OEA (Organización de Estados Africanos) a las próximas cumbres del G-20. Y eso que está mayor.

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