Notas de domingo

Engorros y placeres

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Lunes. La ciudad y la lluvia. A bordo del coche. La urbe cambia sus contornos y pareciera que hasta sus dimensiones cuando la oscuridad llega. Todo se vuelve más lento y engorroso. Qué quedó de aquel placer de conducir siempre y a diario, de día o no, por comarcales o por autopistas. La madurez es que te gusten las autovías. Los semáforos parecen conjurados para que uno no llegue a casa. En la radio comentan la actualidad política. El estado de ánimo español es como el de un señor en lunes que no logra salir de un atasco.

Martes. Digo que sí a una propuesta para moderar una mesa redonda. Moderar. El papel de los periodistas debería ser exaltar. Al menos a veces, digo yo. Acepto la propuesta como lo hago siempre: pensando que el día no va a llegar. Pero el día llega. Y la documentación a estudiar también. Pienso en qué americana llevar, en si hará frío, en si será pertinente una broma que se me ha ocurrido. De pronto me entra el temor de quedarme afónico. «Voy y así luego nos tomamos algo», me escribe un amigo.

Bueno, es un estímulo, qué duda cabe. La verdadera complicidad es dar lugar a una tercera cerveza.

Miércoles. Tarde nublada, ordenador en marcha, buen café, vasito de agua y todos los adminículos necesarios para escribir. Bloc de notas y el rotulador de los aforismos, el boli de las columnas y el lápiz de las narraciones. Manías. Llamamos costumbres a nuestras manías. O era al revés. Víctor Hugo necesitaba, antes de ponerse a escribir, anotar con quién se había acostado ese día o el anterior. Su obra es inabarcable, pero su número de amantes no lo fue menos. No sé por qué se me viene todo esto a la cabeza. Me llegan mensajes a propósito de un texto sobre Susana Díaz que he publicado en este diario y en El Periódico de España. No falta quien ve a Díaz, la tertuliana feliz, como futura (muy futura) candidata a la alcaldía de Sevilla. Vaya usted a saber. La tarde avanza y se me cuelan por las entendederas las voces de un vecino, una videoconferencia a la que asiste Amaya, la tele retransmitiendo una sesión del Congreso y un pitido que tengo en el oído. Tengo ya ganas de cenar, lo malo es que son las seis de la tarde.

De cenar y de ver otro episodio de División Palermo, no se la pierdan. De madrugada, leo a Camilo José Cela. ‘Páginas de geografía errabunda’ (Ediciones 98). «Marbella es una ciudad pequeñita, con flores a las puertas de las casas, con mujeres lindísimas y bien arregladas, con un aspecto grato, acogedor y amable lleno de encanto y vanidad».

Jueves. Radio. En La Mañana de Jesús Vigorra hoy estoy con Silvia Moreno (El Mundo) y Pepe Landi (La voz de Cádiz). A mediodía, el conciliábulo es en el Araboka Centro, donde aliñan los vermús con euforia. En la mesa cercana, dos periodistas y un tercer comensal charlan casi tan animadamente como nosotros tres, que hemos encargado unas alubias con bacalao y que también somos dos periodistas y un tercer comensal. La importancia del tercer comensal, podría llamarse un ensayo no sé si sobre gastronomía o periodismo. Sobre amistad. De aquí sale material para tres crónicas políticas, susurra alguien cuando llegan los cafés.

Viernes. Hablo con Paco Reyero, que presenta el próximo viernes 17 en Torremolinos ‘366 historias del fútbol mundial que deberías conocer’ (Espasa) de Alfredo Relaño, libro amenísimo. Relaño pertenece a esa estirpe de cronistas literarios del fútbol. A los goles hay que dedicarles buena prosa. Reyero me narra su gozosa cita en Madrid con Manuel Vicent hace unos días. Envidia. Yo con Vicent me cito los domingos. Milito en su columna.

Suscríbete para seguir leyendo