MÁLAGA DE UN VISTAZO

El ruido de las palabras

Hay gente que pide el turno de palabra para que no hablen otros, para evitar la conversación

Jordi Cánovas

Jordi Cánovas

Hay gente a la que le gusta el ruido, hacer ruido, que no se escuche nada más que el alboroto que monta, y que convierte todas las palabras en bullicio, en un clamor ininteligible, en un grito continuo y descontrolado que no te deja escuchar otra cosa ni a nadie. Hay gente que prefiere usar el turno de palabra para no decir nada, para vociferar burradas, decir muchas cosas que no tienen sentido alguno, pero que son fáciles de memorizar, de repetir, tratando de esta forma de que sean muchos los que se añadan al bullicio, porque si no tiene sentido el ruido, pero son muchos los que forman el escándalo al final habrá que buscárselo y atenderlo.

Hay gente que pide el turno de palabra para que no hablen otros, para evitar la conversación, el debate enriquecedor, gente que siempre tiene a mano un discurso escandaloso, que no hila argumentos, sino que deshilacha bobadas, pero que las dicen con tanta solemnidad que cualquiera diría que se sienten con la verdad absoluta. Nada como no tener dos dedos de frente como para sentirte el más listo de todos los de enfrente. Hay personas que solo sueltan soflamas y que no encuentran la última nunca, gente que no tiene nada qué decir ni manera de callarse. Y los tenemos que aguantar todos los días, como si no hubiera suficiente con lo que carece de sentido por sí mismo, cada día sale el listo de todos los turnos a dar su sermón cebado de patrañas a explicarnos el mundo a través de su rancia mirada, altiva, vacía de contenido y llena de rabia.

Hay gente que utiliza todos los medios que tiene al alcance para alzar su voz contra los que no están de su parte, gente que no siente vergüenza de demostrar cada vez que hablan de que dicen que lo piensan, y que no dicen nada.