Pregones que no fueron

Dios, al fin y al cabo, entre los malagueños

¿Y tú? ¿No lo sientes? Más allá de puentes, de alba, de Trinidad, de Mármoles o Doble Curva. ¿No notas como lo tienes a tu lado? Cada día, cada despertar

Jorge Salinas

Jorge Salinas

Dios de los solares infinitos. Dios entre los desconchones en la cal que asemejan su divina figura. Dios de los grafitis y de las mercerías. Dios entre pescados y panes que en almanaque dibuja el sudor en la frente de los que creen. Dios en cartera curtida, envejecida, vacía. Dios en estampa de manos limpias que entregaron al necesitado. Dios en globo de helio que al infinito se escapará queriendo dibujar la sonrisa del que lo compraba para ti y ya no está. Dios de las manos entrelazadas de la juventud portentosa que al cruzar una bulla no quiere dejar a nadie atrás. Dios de las manitas que saludan a la madre que, novata, no encuentra a aquel que con antifaz su rostro cubría por primera vez. Dios de la eclosión de la pureza en forma de azahar del naranjo que resiste los vaivenes del turismo. Dios de los vientos de poniente que rajan la piel y endurecen el alma. Dios soberano del café en la cafetería del barrio que es templo sagrado del trabajador. Dios de las mochilas cargadas de ilusiones. Dios de los pentagramas. Dios de los recreos, de los patios, de los que siempre se acercan a ti. De las chucherías, de las sonrisas agradecidas, de la felicidad. Dios de los que a tu reja se aferran. Dios de los porqués. Dios de qué me importa lo que dirán. Dios de los publicanos y pecadores. Dios de los silencios necesarios. Dios al fin y al cabo.

Dios de los ayudame no me desampares. Dios de los que santifican las fiestas brindando por ti. Dios de las batallas perdidas. Dios de la fe infinita de los que saben que nos volveremos a ver.

Dios de los primeros te quiero. Dios de las magnas donde en realidad vivimos. Dios del chaval que carga con el bombo. Dios del joven que no teme en decir que cree en ti. Dios de las alturas de miras, de la compasión, de la misericordia y el talante con los demás. Dios de los que a hombros portan a los que necesitan verte. Dios de las mujeres de Jerusalén. Dios del tiempo detenido. Dios de las vestiduras recamadas. Dios del ‘Solo ante el peligro’. Dios de los hombres de poca fe. Dios del varal hundido en la carne viva. Dios de la vida. Dios de los que no se rinden. Dios de las adversidades.

Dios de los que no siguen las modas. Dios de la túnica que arropa a la ciudad. Dios del vertical monte detenido. Dios de la ciudad en donde Dios quiso fijar el paraíso. Dios uno y trino que en manos de su Madre se mastica barrio. Dios de las abuelas que llevan caramelos de menta en los bolsillos de los mandiles. Dios de los pucheros. Dios de la mata de hierbabuena en ventana de patio de corralón. Dios de los cuatro puntos cardinales. Dios de los que a césped huelen los domingos.

Dios de los ensayos hasta las tantas. Dios verdadero de Málaga ¿Y tú? ¿No lo sientes? Más allá de puentes, de alba, de Trinidad, de Mármoles o Doble Curva. ¿No notas como lo tienes a tu lado?

Cada día, cada despertar

Aprovecha, pocas veces viene el Evangelio a visitarte. Frena, deja que la vorágine del mundo que espera la gran tribulación se pare unos segundos. Degusta ese silencio que solo Él es capaz de conseguir en la ciudad de las mil tabernas. Mira a tu lado y comprueba por un instante como se pliega el universo sin necesidad de superhéroes de Marvel. Observa con detenimiento cada detalle, huele cada olor, siente cada emoción. Mira en tu interior y preguntate...¿Quiero seguirte?

¿Quiero dar el paso en este mundo revuelto de fariseos, tentaciones dibujadas en el camino fácil del egoísmo? No te preocupes, no tengas miedo. Contempla la serenidad en su rostro que te reconforta.

Este Lunes Santo pide por ti. Todos necesitamos el alivio del peso de nuestra cruz y solo Él, entre vítores, marchas de cornetas y tambores virtuosas, aplausos y milagros de túnica en movimiento con viento en calma, es capaz de confortarnos con su unción divina. Dejate arrastrar por la marea blanca y malva que orgullosa porta los cirios que queman pecados de la cera candente del alma trinitaria. No huyas de lo que verdaderamente quieres. Quieres creer en ese Dios que anduvo sobre las aguas calmadas de una calita de Pedregalejo en ese atardecer dibujado que con salitre en la piel, tapas con la toalla a esa niña que merienda y te sonríe con sus dientes mellados.

Quieres creer en ese Dios que curó a los leprosos, que, hecho estampita, bajo la almohada de esa habitación del Civil, echaba una mano a tu madre. Quieres creer en ese Dios que bendijo tu recién estrenada casa en mosaico mientras te abrazabas a ella vislumbrando la familia que formarías. No hay más. Es imposible escapar. Los Lunes viene Dios a visitarnos. Los lunes son suyos. Dios de los solares infinitos, Dios entre los desconchones de cal. Dios entre los malagueños.