Memoria en Verde y Morado

Una equis en la quiniela

Plantilla del CB Canarias en la temporada 81-82.

Plantilla del CB Canarias en la temporada 81-82. / L. O.

Juanma Rodríguez

Juanma Rodríguez

T anto monta, monta tanto, Tenerife como Unicaja. La nueva rivalidad entre malagueños y canarios va camino de convertirse en todo un clásico moderno del siglo XXI entre dos aspirantes dispuestos a ocupar las posiciones nobles del baloncesto hispano. La final de Copa, la participación en la Final Four de la Champions y la próxima eliminatoria de play off consolidan una enconada rivalidad durante la presente temporada. Con una masa social entusiasta, presupuestos más que dignos y el apoyo de patrocinadores e instituciones, el CB Canarias y el club de los Guindos han evolucionado mucho desde su lejano primer enfrentamiento en los albores de la década de los 80.

Situémonos en octubre de 1981. Sábado por la tarde, horario clásico de antaño. Pipas en el kiosco de la entrada y pelotazos de ginebra en los bares. Los árbitros emparejados, como la Benemérita, y humo, mucho humo porque fumar era cosa de hombres. El antiguo canódromo de Ciudad Jardín había dejado sitio a un remozado pabellón que acogía a una expectante afición presta a vivir el debut como local del Caja de Ronda en la extinta 1ª División.

Pocos años antes de la constitución de la ACB, la visita del CB Canarias se esperaba en la capital de la Costa del Sol. Con una plantilla de categoría encabezada por el mágico Carmelo Cabrera y luciendo en la camiseta aurinegra el patrocinio de «Seguros Velázquez», el club lagunero contaba con una sólida base de jugadores canariones criados en los clubes y canchas de las islas afortunadas.

El Caja de Ronda, entrenado por Ramón Guardiola y su ayudante José María Martín Urbano, llegaba a la segunda jornada tras haber obtenido una importante victoria en su estreno como visitante en la pista del «Antonio Magariños» del Estudiantes.

En las filas cajistas brillaban Ron Charles (campeón de la NCAA junto a Magic Johnson) y los internacionales Luis Mari Prada y Miguel López Abril. Al lado de ilustres nombres del baloncesto malagueño como Alonso, Ferrer o Pozo, también estaba en la plantilla Ángel Navarro (de longeva carrera como entrenador ACB) y Diego Gómez, quien brilló años más tarde en el papel couché como novio de la tonadillera Isabel Pantoja.

En un ambiente de máxima expectación, el partido estuvo a un tris de no poder celebrarse, por esa dichosa improvisación que suele rodear a las instalaciones deportivas en nuestra ciudad. A causa de unas importantes lluvias y las posteriores filtraciones provocadas por un acuífero subterráneo, el parquet se levantó por completo, dejando inutilizada la cancha de juego. Ante el inminente debut casero de los malagueños, las autoridades tomaron la decisión de sustituir el suelo del pabellón por una especie de goma sobre la que acabarían de pintar las líneas la noche previa al estreno del Caja Ronda. Rafa Pozo recuerda aún con sorpresa el hecho de que no fue posible entrenar en el pabellón de Ciudad Jardín hasta el calentamiento previo al encuentro.

Cuarenta minutos de intensidad y buen baloncesto. Un fuerte tirón en la pierna del base Miguel López Abril provocó que el fornido Paco Alonso tuviera que asumir la responsabilidad de organizar el juego del Caja de Ronda además de liderar el ataque malagueño con 32 puntos. Por su parte el CB

Canarias mantenía un juego rápido y equilibrado, bajo la fantástica dirección de Carmelo Cabrera y apoyado en el acierto y habilidad de Larry McNeil así como en el trabajo y calidad del trío de palmeros (Aciego, De las Casas y Juan Méndez). Como bien recuerda Juan Méndez, la mayor dificultad para el Caja de Ronda fue intentar detener la anotación coral del equipo lagunero. La igualdad se mantuvo a lo largo del partido y se llegó a los minutos finales con el marcador muy ajustado. En una circunstancia única en la historia del club malagueño y sorprendente para el baloncesto actual, el duelo concluyó con empate a 84. En un baloncesto que no contemplaba la prórroga en caso de empate, Caja Ronda y Canarias se conformaron con el reparto de un punto para cada conjunto mientras la afición volvía satisfecha a casa con la esperanza de lograr la primera victoria local en el siguiente enfrentamiento a celebrar en Ciudad Jardín.

Este empate histórico nos lleva a tiempos pretéritos, a un baloncesto donde no había línea de tres puntos y con unos entrenadores que no contemplaban las rotaciones. Plantillas llenas de jugadores locales y pabellones con publicidad de marcas de tabaco y bebidas alcohólicas. Un baloncesto de otra época, que nada tiene que ver con el juego rápido y ultracompetitivo que hoy en día despliegan el CB Canarias y Unicaja en su disputa por situarse en la élite del basket nacional y europeo.

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¿Sabías qué? El Tenerife tiene una mascota llamada Auri (es una abeja) y la estrenó el primer partido de la temporada 18-19 contra el Cafés Candelas Breogán.