UNA IBICENZA FUERA DE IBIZA

El retraso

Un ejemplo bochornoso y cristalino lo tenemos en la crisis tras los atentados del 11-M, una tragedia sin precedentes en España, pero también, caramba, inoportuna a tres días de las elecciones generales

Pilar Ruiz Costa

Pilar Ruiz Costa

En un tiempo muy lejano impartí formación de Comunicación que incluía la gestión de crisis en los equipos encargados de trabajar directamente con pasajeros. Si alguien no ve la necesidad de planificar la comunicación de una estación o un aeropuerto, que pruebe a atender a los afectados de un retraso de uno en uno o que los ignore durante horas para enfrentarse cuando son ya una masa incandescente.

Tener un plan para actuar en caso de que se produzca una situación adversa adelantándose a los posibles escenarios es la única salida para gestionar una crisis con éxito de la que, incluso, salir reforzado. Ya saben aquello que dijo Einstein: «Hay una gran oportunidad en cada crisis».

No en vano, la tercera acepción de la RAE de ‘gestionar’ es «manejar o conducir una situación problemática». Pero, claro, hasta en lo que es una ‘situación problemática’ también hay prioridades. Un ejemplo bochornoso y cristalino lo tenemos en la crisis tras los atentados del 11-M, una tragedia sin precedentes en España, pero también, caramba, inoportuna a tres días de las elecciones generales. Por ello, cuando se reunió el equipo del PP de Aznar, no se habló de la urgencia de dar con los culpables, de cuánta responsabilidad podían tener al haber respaldado la guerra de Irak con la oposición expresa de la ciudadanía. No, la frase que aún más resuena de aquel encuentro es: «Si ha sido ETA, en las elecciones nos salimos del mapa, pero si han sido los yihadistas, nos vamos a casa». Y así se explica todo el resto.

Y perdonen la asociación de ideas entre el asunto aquel del retraso y estos días, con otras elecciones generales a la vuelta de la esquina y las sillas de los pactos PP-Vox recién estrenadas en autonomías y ayuntamientos, empezando a aplicar su ‘agenda cultural’ que se resume en retirada de banderas LGTBI y cancelación de obras de teatro o películas ya programadas por las anteriores corporaciones por cuestiones ideológicas. Mientras reabren las plazas de toros a los niños, la mordaza ha caído sobre obras de Virginia Woolf, Lope de Vega y hasta el infinito y más allá alcanzando a Buzz Lightyear.

Los profesionales del mundo de la cultura no se han hecho esperar denunciando «la censura que está atentando contra la libertad de expresión. Un derecho consolidado democráticamente en la Constitución», recordando que «Sin cultura no hay democracia».

Y aunque no se conocen las grandes citas que se pronunciaron para gestionar esta nueva crisis dentro del PP, nos hacemos una idea de sus prioridades gracias al portavoz de campaña, Borja Sémper: «Ante el debate sobre la censura y la expansión de la ‘cultura de la cancelación’; es inadmisible la hipocresía de los nuevos censores, que llevan años cancelando películas, libros infantiles o clásicos que forman parte de nuestra historia cultural, pero ahora se echan las manos a la cabeza por electoralismo». El comunicado se acompaña de algunos de estos ejemplos, llevando a límites de contorsionista la falacia de que los extremos se tocan: La crítica de una campaña de Igualdad en una clara referencia a Pablo Motos cuando en una entrevista pregunta a la actriz y modelo Elsa Pataky sobre la ropa interior que usa para dormir: «¿Sexy o cómoda?», la entrevistada responde: «Si fuese un tío, no me hubiese hecho esa pregunta». La supuesta ‘cancelación’ de Miquel Iceta, ministro de Cultura, en la presentación del año Picasso en que manifestó: «Queremos presentar a Picasso tal y como fue, celebrar su obra pero no esconder facetas de su vida que, a la luz de hoy, pueden ser contestadas. La grandeza de su obra se sobrepone a otras cuestiones, pero no puede oscurecerlas ni esconderlas y eso es lo que vamos a hacer.» O el anuncio de la alcaldesa de Gijón, la socialista Ana González de que no habría más corridas de toros en la ciudad después de en la última feria taurina se lidiaran y mataran dos toros de nombre ‘Feminista’ y ‘Nigeriano’, «algo que no se puede permitir». En vez del ‘Y tú más’, les aconsejaría copiar la estrategia de Warner Bros añadiendo un texto al inicio de sus episodios más polémicos: «Los dibujos animados que vas a ver son producto de su tiempo. Pueden exhibir algunos prejuicios étnicos y raciales que eran comunes en la sociedad, que eran erróneos entonces y son erróneos ahora. Aunque no representan la visión actual de Warner Bros ni de la sociedad, se presentan como fueron creados originalmente porque hacerlo de otro modo sería lo mismo que afirmar que esos prejuicios nunca existieron». Algo del tipo «La obra de teatro, el concierto o los dibujos animados que vas a presenciar son producto de un tiempo de libertades y progreso. Aunque no representen la visión actual de PP y Vox, censurarlos sería lo mismo que fingir que estos derechos nunca existieron».

Porque no, libertad no son cañas y crítica no es censura. La crítica es fruto de audiencias más civilizadas y la censura del retraso y el retraso nos pilla sin planificar y… muy muy hartos.

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