MÁLAGA DE UN VISTAZO

Hipocresías

Llegan las elecciones generales en plena canícula, palabra que me evoca a canina, no de can, sino de calavera, por lo que visualizo la bandera pirata

Una persona con un ticket de voto por correo en la oficina de Correos.

Una persona con un ticket de voto por correo en la oficina de Correos. / EP

Angelines de Lorenzo

Angelines de Lorenzo

Los políticos nos enfilan cual manada de astados en San Fermín, con mirada torva e intenciones de empitonar a más de un contrincante moscardón que turba sus majestuosos semblantes. El resto somos figurantes con papeleta en mano, preconcebida antes de entrar en carrera, por mucho que nos píen al oído y una cada vez mayor masa de espectadores que se asoma al espectáculo o espera en el bar o pasa.

Llegan las elecciones generales en plena canícula, palabra que me evoca a canina, no de can, sino de calavera, por lo que visualizo la bandera pirata e imagino a políticos cuchillo en la boca asaltando naos, apropiándose del erario, la historia, valores, esfuerzo…, incluso de lo feo, rancio, desechable…, todo útil para reescribir nuestro pasado e imponer otro futuro. Los receptadores siempre compran el botín y les excusan sus tropelías porque son de los suyos, aunque sea solo por interés.

Topando con el interés, me pregunto cuál tendrá la enfermera con hiyab que vi en el Hospital Civil, si vota o no, si le preparan el voto, su grado de voluntad y autonomía, por qué ha estudiado y ejerce bajo la libertad e igualdad europeas pero abraza el fundamentalismo islámico y pasea por un ente público una interpretación radical que menosprecia y somete a la mujer. Y nuestra sociedad calla, pero la libertad de credo no puede superponerse a los pilares de la propia libertad. Quizá ella desee taparse, pero hay muchas voluntades atrapadas en sectas.

El neofeminismo ha encontrado otras luchas por encima de la biología y descuida la necesidad de las nacidas mujer de igualdad y libertad para su desarrollo intelectual, profesional, deportivo… Seremos esclavos del silencio si no gritamos ahora. Mientras, Málaga, España y Europa se venden a cualquier fundamentalismo que apoquine.