Opinión | Mirando al abismo

Heidegger y el mundo

El abuso de las pantallas afecta a los ciclos de sueño.

El abuso de las pantallas afecta a los ciclos de sueño. / ARCHIVO

Vivimos una época extraña, tecnológica e individualista. Las personas mayores no se reconocen como parte de la sociedad, que les impone que se adapten o desaparezcan. La pantalla de la televisión, internet, los distintos dispositivos móviles, las aplicaciones de los bancos, sacar dinero desde un cajero… Todo esto es impensable para personas con ochenta o noventa años, pero nos estorban, no queremos saber de ellos, son torpes, viejos y no quieren adaptarse al mundo.

Lo que ocurre es que no entendemos que el mundo no siempre ha sido como lo conocemos ahora y que, antes de la revolución tecnológica, ya había una sociedad y unos valores, que en noventa años todo ha cambiado hasta el punto de no poder ya reconocerse en el otro, de no desarrollar con los demás nuestro «yo» individual e independiente que formará parte de la sociedad, construirá sus normas y educará a los que están por venir. Una sociedad no es más que la suma de sus individuos, lo que significa que se compone por el conjunto de tradiciones, elementos culturales e idiomáticos y valores morales que estas personas comparten y les hace tener sentimiento de pertenencia. Es importante para un animal de manada, como el ser humano, sentirse parte de algo, porque para poder decir quien soy necesito verme en el otro. Heidegger dijo esto mismo, cuando expresó que el hombre es un ser arrojado al mundo que necesita de los otros para reconocerse, puesto que nadie ni nada puede ser objeto de conocimiento y sujeto a la vez, siendo el filósofo que mejor ha entendido la paradoja sujeto-objeto que se da en los hombres. Parece que si hay alguna cosa en la que estén de acuerdo todos los pensadores hasta la fecha es en la necesidad de una sociedad, la necesidad de los otros.

Pero como decía antes, ahora hay miembros de la sociedad que nos sobran por el simple hecho de que no saben usar la tecnología. Hemos olvidado que le debemos mucho a esa generación, empezando por la libertad que ahora disfrutamos sin pensar en ella, o la educación para todos, no solo para los ricos. Me parece que se han ganado el derecho de no entender la tecnología, de que les parezca extraña e impersonal. Las sociedades avanzan, es verdad, pero siempre basándose en lo anterior. Nunca partiendo de cero, siempre se tienen en cuenta los valores ya establecidos.

Creo que no entendemos la diferencia entre medio y fin, que la tecnología debe servir para ayudarnos y unirnos, que simplemente se trata de una herramienta y que no podemos dejar que reemplace el valor que tiene una persona.