Opinión | El ojo crítico

Regreso al 93

Los lectores que tengan más de 50 años recordarán la enorme crispación política que se generó en España con ocasión del resultado de las elecciones generales de 1993. Contra todo pronóstico, el PSOE, liderado por Felipe González, logró ser el partido más votado. No sólo eso si no que además logró formar Gobierno gracias al apoyo de los partidos nacionalistas catalán y vasco, es decir, la entonces CiU y el PNV. El escándalo en el Partido Popular liderado por José María Aznar fue tremebundo. La misma noche electoral miembros destacados del PP hicieron declaraciones en varios medios de comunicación insinuando que el Gobierno socialista había amañado las elecciones. El entonces rey Juan Carlos llamó por teléfono a Aznar para que cesaran aquellas miserables e irresponsables acusaciones veladas. Aznar lo hizo.

Lo que siguió a aquella legítima victoria electoral, pero en cualquier caso inesperada para el Partido Popular, fue el nacimiento de lo que a partir de entonces se llamó la crispación. La derecha política española apoyada por los tradicionales medios de comunicación de derechas con raigambre en la dictadura franquista unidos a periódicos fundados únicamente para lograr aupar a Aznar a La Moncloa iniciaron una campaña de acoso y derribo del Gobierno del PSOE basada en la mentira, el insulto y la bronca diaria. Se les llamó el sindicato del crimen. Del programa electoral del PP de 1993 apenas se habló. En periódicos y televisiones los dirigentes populares repetían naderías y frases vacías. Llegó a decir Aznar que si gobernaba los terroristas de ETA cumplirían sus penas de manera íntegra. Pero lo que no dijo es que para ello debía modificarse el Código Penal, La Ley General Penitenciaria, la legislación europea y la Constitución Española. Cuando el PP llegó al poder en 1996 no sólo no cambió ni una coma de la legislación que amparaba la reinserción social de (todos) los presos si no que puso en marcha el mayor acercamiento de la historia de presos de ETA a cárceles del País Vasco.

Supo ver el PP que a base de repetir frases simplonas y vacías pero con impacto en la sociedad podría conseguir el Gobierno. Por primera vez en la entonces reciente democracia española políticos con posibilidad de gobernar no decían qué iban a hacer. Sólo hablaban de pasado y del desastre al que se acercaba España si no gobernaban ellos. La generación de políticos de derecha que provenientes del franquismo se supo adaptar a la democracia como medio de supervivencia política, y no porque creyeran en la libertad o la democracia, desaparecieron de manera definitiva. Ya lo había hecho el verdadero centrismo político español representado por personas como Óscar Alzaga. ¿Qué pasó en España para que la derecha franquista lograse desplazar a los demócratas liberales que se habían opuesto a la dictadura franquista? Por eso me sorprendió tanto que cuando Aznar consiguió gobernar sus votantes asumieran de manera obediente que Aznar modificara sus promesas de un día para otro. Pactó con los nacionalistas catalanes y vascos, dándoles todo lo que pidieron, y acercó a cárceles del País Vasco a centenares de presos etarras a cambio de nada.

Resulta fácil encontrar similitudes con la situación actual. Los resultados electorales de las últimas elecciones generales dejaron descolocado al Partido Popular. Feijóo trató de maquillar su imposibilidad de gobernar orquestando una pantomima de reuniones con el resto de partidos políticos y aceptando el encargo del rey de tratar de formar Gobierno. Tras su fracaso, el Partido Popular volvió a hacer lo que mejor se le da: enfangar la vida política española creando problemas donde no los hay, engañando a la sociedad con falsos problemas y, sobre todo, ocultar su plan de gobierno. A día de hoy es un misterio la política económica que Feijóo adoptaría en caso de hacerse con la presidencia del Gobierno. No se sabe si favorecería la privatización de la sanidad pública, qué piensa del salario mínimo internacional ni de la violencia de género. Feijóo y el resto de los dirigentes del PP sólo hablan de la Ley de Amnistía y sobre la miserable campaña de criminalización de la esposa del presidente del Gobierno. A su lado, como escudero fiel, los habituales medios de comunicación expertos en inventar y publicar bulos.

Los españoles desean saber cual es el programa real del Partido Popular. Esconderlo detrás de supuestos e inminentes desastres que nunca se han cumplido si sigue gobernando el actual Gobierno puede que haya podido servir para evitar hablar de la excelente situación de la economía en España, pero, antes o después, Feijóo tendrá que demostrar que sirve para algo más que para decir obviedades y repetir bulos si quiere seguir teniendo aspiraciones reales para presidir el Gobierno. Y muy cerca de él esperando su oportunidad se encuentra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con un jefe de Gabinete con ínfulas de Rasputín todopoderoso que no duda en tratar de amedrentar periodistas con tal de que no se escriba ni se hable de los negocietes de la pareja sentimental de Ayuso que han hecho millonarios a ambos.

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