Opinión | Tribuna

Camino de elecciones generales a fin de año

Son las 22.00 en un restaurante detrás del Congreso de los Diputados. Martes 9. En una mesa comparten cena dos expolíticos de la extinta CiU y un representante empresarial, en otra hay uno de los intelectuales catalanes más prominentes cenando con dos sabios madrileños, un diputado de Vox come en solitario en una esquina, dos parejas estupendas disfrutan de un vino carísimo y del filete especialidad de la casa. Aparece a saludar un diputado catalán que al día siguiente tiene que preparar su comparecencia frente al Gobierno. Sonreía. Al salir, tras cenar, saludamos por la calle al ‘embajador’ de la Generalitat en Madrid, Joan Capdevila. Nos enteramos de que el Real Madrid ha empatado a tres con el Manchester City.

En los saludos pertinentes con unos y con otros, vuelve la misma temática: «Y en Catalunya, ¿qué pasará?». Empieza el juego de las adivinanzas que intenta descifrar cómo los resultados del 12 de mayo afectarán a la gobernabilidad en España. Una semana antes, un miembro respetado de la sociedad civil capitalina me comentaba que parece que hemos vuelto a las andadas. «Y mira que no hay temas importantes y mucho más decisivos por los que preocuparnos», decía, recordando el periodo ‘procesista’, donde solo había monotema mientras el mundo viraba hacia otros lados. Cuántas veces hemos oído -y seguiremos oyendo- estas semanas la siguiente frase: «Si cuando llovía los políticos se hubieran preocupado por invertir en tecnología hidrológica para anticiparse a las próximas sequías, ahora no estaríamos mirando el cielo».

Intento pensar en alguna medida económica de peso que se haya realizado en Catalunya en los últimos años y no se me ocurre. Sé que los catalanes -ciudadanos y empresas- batimos récords pagando impuestos y que, tras años de obras, se han abierto unos kilómetros de autovía que van de Abrera a Terrassa. El levantamiento de peajes en la AP7 ha convertido esta vía en un continuo colapso circulatorio, debido a la entrada masiva de camiones. El piso de la antigua autopista empieza a notar la mala conservación. No todo va mal. Existe un ‘sottogoverno’, como dirían los italianos, que permite que la sanidad pública catalana mantenga su nivel gracias a extraordinarios profesionales. Lástima que el maremágnum burocrático genere tantas dificultades e ineficiencias. Todo es mejorable.

A estas alturas, si nos fiamos de las tendencias de las encuestas, todo está abierto. Para empezar, si Junts supera a ERC como primera fuerza independentista pondrá sobre la mesa nuevos escenarios. Antes, en el País Vasco, una victoria de Bildu sobre el PNV obligará al PSOE/PSE a mojarse. En Vitoria y en Madrid, donde los pactos de legislatura están al borde del alambre.

Insólitamente, el Gobierno español ha sido incapaz de presentar presupuesto para 2024. Conseguirlo para 2025 se prevé más difícil aún. En los comederos madrileños ya se apuesta por elecciones generales a fin de año.

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